Acerca de los elefantes

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                                                  De las trescientos cincuenta especies de elefantes conocidas, en la actualidad quedan dos.

Los primeros naturalistas advirtieron las cualidades sobresalientes de los elefantes: su docilidad, su potente memoria, su sentido solidario. A lo largo de los tiempos se fueron aumentando las primeras observaciones hasta configurar en la actualidad un perfil muy completo.

El tamaño de estos inmensos mamíferos los ayuda tanto para llegar hasta lo alto de los árboles en busca de comida, ya que son herbívoros, y los protege de predadores como los tigres y leones. La marcha del elefante alcanza los seis kilómetros por hora, pero puede llegar hasta los cuarenta si determinadas circunstancias así lo imponen. No puede saltar ni galopar, pero es capaz de nadar de modo increíble.

Mediante su larga trompa recoge la hierba con la que se alimenta, bebe los ciento treinta y cinco a doscientos treinta y cinco litros de agua diarios que le son tan necesarios para mantenerse y, si hay escasez, cava con sus colmillos en un lugar prometedor hasta encontrar la napa que le proporcione lo necesario. Dado que debe mantener su gruesa piel de dos centímetros de grosor en buenas condiciones, la trompa le sirve asimismo para verter el agua a chorros sobre su cuerpo durante el baño diario. El agua le ayuda tanto como sus propias orejas apantalladas para mantenerse fresco.

Los elefantes son amistosos y tiernos de modo que también emplean su trompa para saludar a los amigos o como un medio de seducción durante el cortejo. Asimismo, las madres utilizan la punta de su trompa para palpar delicadamente a sus pequeños.

Otro excelente servicio de su prolongada nariz es que los tubos huecos de que está compuesta la convierten en un instrumento de viento que le permite producir una amplia gama de sonidos, siendo el barrito el más conocido aunque también utiliza una gama de ultrasonidos que le permiten comunicarse con sus semejantes lejanos. Estos sonidos se transmiten tanto por el aire como a través de la tierra, de modo que puede detectarlos mediante sus patas. Asimismo, su gran sensibilidad auditiva les permite distinguir si las voces humana pertenecen a un varón, una mujer o un niño.

La edad promedio de los elefantes oscila entre cuarenta y cinco y sesenta años. Las hembras alcanzan la madurez sexual entre los doce y catorce años, momento en que se permite a los machos acercarse a la manada. El periodo de gestación es muy prolongado: dura alrededor de veintidós meses.  Sólo tienen una cría por parto, cuyo peso oscila entre los setenta y ochenta kilos. Al nacer, el bebé está cubierto de un fino pelaje.

La madre recibe de inmediato la ayuda de otras hembras. Bajo la supervisión de la matriarca, se agrupan alrededor del recién nacido, lo limpian, lo ayudan a ponerse de pie, lo tocan y huelen dándole la bienvenida a la familia. En ningún momento ceden la atención ante cualquier peligro que pudiera cernirse sobre la madre y el bebé, aunque la guardia que montan los adultos suele ser muy efectiva contra los intrusos.

El periodo de lactancia es muy extenso: el bebé, que crece muy aprisa, bebe la leche materna durante dos o tres años. Este es el único período que se alimenta directamente por la boca. A partir de que es destetado, usará siempre la trompa para llevarse los alimentos a la boca. Se considera que el lazo entre la madre y la cría es uno de los más fuertes del mundo animal. Se extiende más allá del periodo de crianza y hasta puede durar toda la vida.  Si por alguna razón la madre llegara a morir antes de la madurez de su cría, las demás elefantas adoptarán de inmediato al huérfano proporcionándole lo que necesite para su desarrollo.

Las elefantas se desplazan en grupos unidos. La manada se compone de varias hermanas, los pequeños y una matriarca que dirige y orienta al conjunto. Los machos sólo pueden intervenir cuado las hembras están listas para aparearse. Si bien los machos suelen andar en solitario, no es infrecuente verlos marchar de a dos e incluso formando pequeños grupos amistosos. De todos modos, nunca se alejan demasiado del conjunto matriarcal.

El cerebro del elefante es el más grande entre los animales terrestres: pesa cinco kilos. Las áreas más extensas son las encargadas de la audición, la movilidad, el gusto, aunque también tienen gran importancia una variedad de comportamientos asociados a la inteligencia: el uso de herramientas, el juego, el auto-reconocimiento, la compasión, el duelo.1

La ficción se alimentó durante mucho tiempo de lo que se creía eran datos de la imaginación: los cementerios de elefantes. Lo cierto es que estos gigantes amorosos y solidarios suelen formar estrechos lazos afectivos, en ocasiones a perpetuidad.

En caso que un miembro de la manada carezca de fuerzas para continuar el camino, el resto acompasará su andar al de aquel que, por viejo o enfermo, no puede seguir la marcha. Cuando finalmente caiga exánime, ejecutarán una suerte de entierro como homenaje.

El dolor de la pérdida no se disipa fácilmente, muy por el contrario, si, andando el tiempo, vuelven a pasar por el sitio donde murió el compañero, se detienen para recordarlo, tocando delicadamente los restos con sus trompas y pezuñas. En cambio, son totalmente indiferentes ante huesos de otras especies.


El marfil

Enormes, con una altura que sobrepasa los dos metros y medio y un peso que oscila entre los cinco y los siete mil kilos, los elefantes son el mamífero terrestre más grande del planeta. La estampa se completa con amplias orejas, una larga trompa y fulgentes colmillos. Precisamente la hermosura de sus colmillos no tardó en despertar la codicia humana, convirtiéndolos en una presa muy buscada..

Al igual que sucede con otros mamíferos, los elefantes pierden sus dientes de leche al año de nacer para dar lugar a los definitivos, que continuarán creciendo toda la vida –alrededor de quince centímetros por año- y, si transcurre suficiente tiempo, tomarán una forma espiralada. Es imposible separar el “hueso de elefante”2 del animal sin dañarlo porque una parte de ellos termina en el cerebro. El proceso a seguir fue siempre rápido: matarlo y luego proceder a extraerle sus colmillos. Caza y muerte para satisfacer el afán decorativo de las gentes de poder.

Egipcios, hebreos, griegos y romanos emplearon el marfil para decorar templos, salas, muebles. Hasta se llegó a acuñar un término técnico, crisolelefantino, para designar a las estatuas realizadas en marfil y oro. Quizá el máximo ejemplo del empleo de estos materiales sea la Grecia clásica, con las estatuas que modeló  Fidias; la de Atenea Partenos, de doce metros de alto y la de Zeus en el templo de Olimpia, considerada una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo.

En todo tiempo y lugar el marfil ha ejercido un hechizo especial para las manifestaciones artísticas. Un hechizo oneroso convertido en un comercio vil, en un tráfico salpicado de sangre.

La codicia por el marfil junto con la caza para diversos fines o la caza meramente deportiva, que hace de la muerte su centro final, han dejado a los elefantes al borde de la extinción.

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En retrospectiva

Europa tomó tardíamente conocimiento de los elefantes en tanto que civilizaciones como la egipcia, la hindú y la mesopotámica los habían incorporado respetuosamente, siglos antes, como parte de su vida y sus creencias.

Desde tiempos remotos, la India consideró al elefante como un animal sagrado, Una de las primeras figuras descollantes, si no la primera, es Airavata. Cuentan los relatos mitológicos que Brahma, durante el proceso de creación del universo, produjo a Airavata, un elefante blanco con siete trompas y cuatro colmillos. Dado que se dice que surgió del agua, también se lo emparienta co la atmósfera, por lo cual recibe el nombre  de Ardha-Matanga, “elefante de las nubes”.

Más tarde, alrededor del II mileno a.C. Airavata aparece como la montura de Indra, el rey de los dioses y Señor del Cielo. En el Rig-Veda, del cual es la figura central, Indra comparte con Airavata el poder de que las nubes descarguen la lluvia, por ello su arma es el relámpago. Considerado el rey de la atmósfera y la tormenta, era asimismo el dios de la guerra.

Airavata era también uno de los ocho elefantes que, ubicados en los distintos puntos cardinales, sirven de defensa, ostén y protección a los diferentes distritos. Por ello, Krishna pudo decir, refiriéndose a sus muchas manifestaciones, “…entre los elefantes reales soy Airavata y entre los hombres soy el monarca.”1

El dios Shiva se representa con un tridente en la mano que simboliza sus tres aspectos sobresalientes: la creación, la destrucción y la regeneración. Precisamente estas tres facetas jugaron un papel fundamental en la apariencia de su hijo Ganesha.

Hay tres versiones sobre cómo Ganesha llegó a tener una cabeza de elefante. La más popular sostiene que Shiva partió de su hogar, dejando a su esposa Parvati embarazada. Pasó un tiempo muy largo. A su regreso, sostuvo una disputa con su hijo, al que dio muerte sin saber que había matado a su propio vástago. Parvati se sumió en un profundo dolor. Shiva, consternado, trató de remediar el daño de modo tal que sustituyó la cabeza que había cortado por otra de elefante.

Ganesha: su nombre “Señor de multitudes”  lo señalaba para convertirse en figura descollante del panteón hindú y también en una de las más queridas por los devotos. Montado sobre un ratón, con cuatro brazos, un abdomen prominente y cabeza de elefante, su figura pronto se convirtió en un arquetipo de significados y simbolismos múltiples.

Es el gran deva de los caminos, la inteligencia, las letras y la sabiduría. Representa el perfecto equilibrio entre las energías femenina y masculina, entre bondad y fuerza, entre real e ilusorio. Entre sus múltiples connotaciones se encuentra la de ser reconocido como sinónimo de potencia y fuerza sexual. En tal sentido fecundó a la Diosa Virgen Maya, que, a su tiempo, daría a luz al Venerable Buda.

En China, el elefante blanco fecundó a Moye mediante un arcoiris mágico, La diosa virgen dio luego a luz al héroe original Fu Hsi,  Y lo mismo ocurrió entre los griegos, cuando el Señor de las multitudes fecundó a Maia, madre de Hermes el Iluminado.


Otra visión

Sabiduría, paciencia, comprensión. Las cualidades que adornan al  Elefante Blanco, progenitor de linajes, son las mismas que ostentan la gran familia de elefantes. Características admirables pero que, desafortunadamente son aquellas de que se valieron los seres humanos para esclavizarlos.

“El (animal) más grande es el elefante y el más cercano a la sensibilidad humana; pues comprende la lengua de su patria y obedece las órdenes, memoriza las tareas que ha aprendido, gusta del amor y la gloria; es más, posee cualidades raras incluso en el hombre, honradez, prudencia, ecuanimidad..”.2 y más adelante agrega Plinio “Italia vio por primera vez elefantes en la guerra con el rey Pirro y los llamó ‘bueyes lucanos’, puesto que habían sido vistos en Lucania en el año de la ciudad 472 (a.c). Roma los vio en un triunfo siete años después, también vio un gran número capturado a los cartagineses en Sicilia en el año 502 (a.C)”

En la enumeración, parcialmente fantasiosa, que hace Plinio de los elefantes se destaca su obediencia a las órdenes y el recuerdo de sus deberes, lo cual prontamente los convirtió en un instrumento de guerra: “los elefantes machos son utilizados en la batalla, llevando en su lomo castillos llenos de soldados armados.”

Entre todos los fines utilitarios a que fueron destinados los elefantes, se destaca haberlos anexado al furor bélico que impregna casi todas las culturas conocidas. Empleado tempranamente en los ejércitos, le cabe a Alejandro Magno el dudoso mérito de que estos enormes cuadrúpedos formaran parte de las falanges macedónicas. Heliano afirma que se debió a los griegos la organización militar de los elefantes en cinco categorías, siendo la falange el cuerpo principal con sesenta y cuatro elefantes hasta la zoarquía, con un solo ejemplar, llevase o no encima un castillete con soldados. El daño que infligían estas torres móviles era enorme, no sólo porque desde la altura los soldados disparaban sin cesar flechas y dardos, sino porque los mismos animales agitaban sus trompas destrozando lo que encontraban a su paso.

En las sociedades confrontativas impregnadas de belicismo, las diversiones suelen ajustarse a modelos de violencia. Los elefantes no quedaron fuera de ese esquema. Se organizaron una y otra vez expediciones al Cercano Oriente o al sur de África  en procura de capturar paquidermos y llevarlos a los circos donde se los obligaba a enfrentarse con otros animales hasta morir. El espectáculo de furia y sangre era de sumo agrado para los espectadores -sobre todo en el Imperio Romano- donde las apuestas corrían parejas con el deleite que producían los gritos de dolor de los animales, su agonía y su muerte.

Más tarde, cuando los circos dejaron de ser el recinto del horror y se convirtieron en espacios de diversiones menos cruentas, los elefantes continuaron siendo utilizados, ya no para matar o morir sino para hacer gracias como figuras de entretenimiento. Mediante métodos a menudo muy crueles se los entrenaba para realizar piruetas, brincos y cabriolas. La piedra de toque de la recreación consistía precisamente en ver la nobleza y majestad de esos grandes animales humillada en posiciones impropias  para befa y regocijo de los espectadores.


Caza y comercio

En tiempos prehistóricos, mientras las mujeres se dedicaban a recoger vegetales y, eventualmente, cultivarlos, los varones salían a cazar. Una tarea difícil, de resultado incierto, que solo proveía alimento de modo esporádico. Sin embargo, la conjunción de sangre-muerte sin duda ofrecía un desafío que exaltaba la mente primitiva.

En culturas más elaboradas, ser cazador era un título poco menos que honorífico, tal como lo recogen diversas mitologías en que las deidades mismas eran cazadoras.

Los procesos civilizatorios no tardaron en extender la necesidad de cazar para proveerse de alimentos en un juego donde la muerte cobraba una dimensión especial, Por consiguiente, se organizaron expediciones en busca de animales, preferentemente poco conocidos. Ese fue el tiempo en que se desató, entre otras, la caza sistemática de elefantes. Muchos fueron trasladados de Asia y África para ser incluidos en los juegos circenses. La Europa demandante los exigía para diversos usos, entre los cuales el de menor daño era recluirlos en un zoológico.

Miles, si no millones de ejemplares murieron durante el traslado, aún otros fueron asesinados en el lugar de origen por el valor de su piel o sus colmillos o por la dudosa satisfacción de convertir la muerte en deporte.

1 Las investigaciones se deben principalmente a los estudios rrealizados por la Universidad de Sussex, en Inglaterra y a los dirigidos por Karen McComb en el Parque Nacional de Amboseli, en Kenya.

 

2 Marfil deriva del árabe hispano aẓm alfíl  “hueso de elefante”
1 Bhagavad Gita. 10.27. traducción y notas de LEONOR CALVERA. Buenos Aires, 1980
 2 PLINIO EL VIEJO. Historia natural.  Esta cita y las siguientes, salvo afirmación en contrario, pertenecen a la misma obra Madrid. 1995-2010.

 

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Plumas y pájaros

Lo que se despega de la tierra, lo que cobra vuelo y se pierde en el horizonte o llega en formaciones de exacta simetría,  siempre ha causado asombro y fascinación en los humanos cuyo medio de traslado propio depende del apoyo de us pies.

La admiración por lo que vuela hizo ver a las aves como emisarias entre el cielo y la tierra, al punto que los griegos reunían en la palabra pájaro el significado de mensaje celeste y de presagio. La calidad espiritual de los pájaros se reflejó tempranamente en las imágenes rupetres y luego en dioses como Horus, el dios halcón, Osiris convertido en pájaro o Thot, el dios de la escritura y las leyes con su espléndida cabeza de ibis. O Amón, con su tocado de plumas paralelas.

La plumas

En el Antiguo Egipto, el cuerpo extinto no significaba el fin de todo sino que implicaba el comienzo de un largo proceso en cuyo transcurso eran evaluados los siete cuerpos espirituales, Una parte fundamental de ese proceso lo constituía el pesaje del alma.

El alma se halla en la sala de la Gran Madre, Maat, ante una balanza donde será pesada. En uno de los platillos se coloca una pluma, en la otra las acciones de su vida. Si sus culpas superan a la Pluma de Maat, no podrá unirse a la ruta del Sol; de lo contrario, quedará para siempre libre.

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Las diosas lunares en general, tanto egipcias como griegas y romanas, solían portar tocados de plumas o se las colocaba como ofrenda en sus altares. De esta manera, simbolizaban el aspecto protector de las deidades, especialmente si las plumas se hallaban abiertas en ángulo.

La pluma, libre de las pesadeces de este mundo, se asociaba a la libertad aérea. Por ello, los chamanes utilizaron siempre manojos de plumas para que las plegarias subieran al cielo.

Los habitantes de la América precolombina aseguraban que los rayos del sol eran plumas-cabellera Por ello, los príncipes y jefes usarán una corona de plumas que lo recuerde así como los soberanos de otras latitudes tendrán plumas en su atuendo como expresión de máxima autoridad

Cabellera del sol, cabellera de la tierra: las plumas quedaban así asociadas no sólo a lo ascensional, al elemento aire, sino también a la vegetación y sus ciclos.

Los pájaros

“Las plumas son una parte del pájaro, su piel, su cuerpo, el pájaro mismo. Si alguien se reviste de él, si lo succiona o lo traga significa participar del pájaro y, si se posee el poder mágico necesario, se constituye en un medio seguro de transformarse en él.”1 Levy Bruhl describe así una de las operaciones mágicas de los primitivos australianos que concuerda con las pinturas egipcias donde el ba, uno de los siete espíritus que habitan el cuerpo humano, es pintado como un pájaro que puede entrar y salir libremente de la tumba ya que el muerto es un alma liberada.

En general, los pájaros simbolizan los estados elevados de conciencia, Cuenta un Upanishad2  que “dos pájaros, compañeros inseparables, residen en un mismo árbol: uno come los frutos,  el otro mira sin comer.” El primero de ellos es Jivâtma, el alma individual, el segundo Atma, el alma universal, puro conocimiento, libre e incondicionado y se hallan inseparablemente unidos porque uno no se distingue del otro sino de modo ilusorio

El vuelo de los pájaros los predispone a ser los intermediarios simbólicos entre el cielo y la tierra, por ello en el taoísmo, los Inmortales tomarán la figura de esas aves  para ilustrar la levedad que se opone a la pesadez terrestre. Asimismo, los ángeles adquieren la forma de pájaros o usan alas de plumas. En la cultura islámica llegan al punto de tomar sus voces, por ende, en El Corán, el lenguaje de los pájaros se asimila definitivamente a las expresiones de los ángeles tanto como a la búsqueda iniciática. Porque “en el cuello de cada hombre hemos amarrado su pájaro” ¿Se trata de su destino o su alma?

Alto se elevan los pájaros, perdiéndose en el infinito. Lejos llegan las aves hacia horizontes desconocidos. Hablan su idioma y gritan. Dicen sus cantos y suenan estridentes, ¿Cómo no pensar que están transmitiendo menajes, que cuentan historias que debieran ser descifradas?

Los griegos le dieron nombre a desentrañar los sucesos mediante la ayuda de las aves: ornitomancia. Demócrito, Tiresias, Anaximandro eran algunos de los muchos que podían adivinar sucesos futuros en esas voces aladas. Tal vez porque los creían símbolos del alma, o porque los consideraban mensajeros de los dioses, tanto los griegos como los árabes y la mayoría de los pueblos originarios, creían poder inquirir en sus vuelos, sus cantos, sus migraciones, el porvenir de quien los observara con un corazón limpio y una mente abierta.

Uno de los textos sagrados hindúes afirma que el alma misma es un pájaro migrante. En general, las culturas arcaicas del Cercano Oriente establecen una fuerte identificación entre el alma y el pájaro, siendo los pequeños pájaros y las mariposas las almas de los no natos o  de los niños de corta edad.

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                                          La mariposa monarca

El  Libro de los Muertos describe al muerto como un pájaro que vuela, subrayando la creencia mesopotámica de que, en el momento de morir, se adquiere la forma de pájaro. Por ello, las aves nocturnas serán asimiladas a aparecidos que vuelven a la tierra para lamentarse por aquello que ya no tienen.

Las almas particulares no difieren del alma originaria. El Antiguo Testamento recuerda que el espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas primordiales. (Génesis 1.1)  Sin embargo, mucho antes de la palabra escrita, en esa otra forma de escritura que son los dibujos rupestres, ya aparecían extrañas formas de pájaro, Pájaros diversos cuya referencia recogerán una y otra vez las mitologías.

En esa línea. el caos del que todo surgió es simbolizado por los chinos como un pájaro amarillo y rojo, sin rostro pero con seis patas y cuatro alas que no puede comer ni respirar pero sí cantar y bailar, Su aspecto es el de una bola de fuego. Una apariencia similar tenía el benni  egipcio -equivalente del fénix griego-: fuerte pico, garras imponentes y un plumaje incandescente rojo, anaranjado y amarillo iCada quinientos años lo consumía el fuego para luego volver a surgir de sus cenizas.

Muchas son las aves que lucen como fuego u ostentan su dominio. Garuda, por ejemplo, de quien asegura el  Mahabharata –la gran epopeya del hinduismo- que cuando nació los dioses quedaron atemorizados ante su terrible aspecto. El hijo de Kasiapa y Vinata tenía el tamaño de un águila gigante antropomórfica: el cuerpo era de color púrpura refulgente, rostro blanco, pico de ave y grandes alas rojas que, al desplegarlas, podían tapar la luz del Sol. El fuego aparece también en la mitología japonesa en la figura de Suzaku, uno de los cuatro monstruos divinos. Su apariencia es la de un fénix rojo y representa uno de los cuatro puntos cardinales: el sur.

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El fuego pertenece a los dioses, a los pájaros, por ello, cuando Ícaro intentó volar con alas que no eran propias, el fuego lo devoró. El fuego era sagrado por ello, cuando prometeo lo robó del Monte Olimpo no tardó en recibir un duro castigo: Zeus lo hizo encadenar a una columna de las montañas del Cáucaso y ordenó que el águila Ethon le devorara el hígado. Durante el día el ave le engullía el hígado que volvía a regenerarse durante la noche. El ciclo debía tener una duración de treinta mil años.

¿De qué fuego, de qué pájaros hablaban en verdad los antepasados? ¿De los que desaparecieron entre los periodos cretácico y terciario en lo que se llamó la extinción de los dinosaurios? ¿A qué tiempo se referían en ese tiempo que llamamos antiguo? ¿A qué remitían esos pájaros como los del Estinfalo con picos, alas y garras de bronce? ¿A que aludían esos pájaros gigantescos que cruzaban los aires y podían levantar fácilmente un elefante, como los rukhs, o sentarse en la frontera boreal de los cielos para provocar grandes vientos con sus alas, como el Hraesvelgr nórdico? O tantos otros como el Grifo o Yatagarasu? ¿Eran viejos recuerdos de épocas de evoluión pretéritas? ¿O aludían a extrañas criaturas que dejaron sus huellas pero no su identidad?

El combate

Entre los muchos episodios que recogen las mitologías de todas las latitudes se encuentran los combates de las aves y, entre todas, la decisiva, la paradigmática: la lucha entre el águila y la serpiente.

El águila es la encarnación o sustituto de las más altas divinidades, del fuego celeste, del sol. Es símbolo del espíritu, del origen, del calor vital. Sin embargo, no siempre ocupó esa jerarquía, siendo la serpiente el verdadero ancestro mítico.

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La serpiente es el núcleo principal de todas las culturas preclásicas. Junto con la figura femenina es “la Madre de todo cuanto se mueve”, el poder de lo existente. En Egipto es Ua-Zit, la “madre serpiente, la que da el alimento de la vida eterna”; es la Gran Madre de los griegos. Gea.

Sin embargo, con el reconocimiento de la paternidad biológica se abre un nuevo espectro histórico. El águila que ronda los cielos entabla un combate con la serpiente. pugna que va a reproducirse una y otra vez. “Pululan los héroes cuya victoria enfatiza el alba de un mundo nuevo. En Babilonia Marduk, aquel “de cuyos labios surge el fuego”, se enfrenta a Tiamat. En la contienda, la Serpiente abre la boca, momento que su oponente aprovecha para introducirle un huracán. Al recorrer los vientos el cuerpo de la diosa, Marduk le clava su lanza y le parte el corazón. El supuesto motivo de la lucha había sido una típica reversión de sentido: el usurpador afirmaba que aquella a quien derrotó, Tiamat, pretendía arrogarse el poder de su consorte.”

“Arrojó una flecha, / le traspasó el vientre /  hendió sus entrañas, partió su corazón, /  destruyó su vida /  derribó su cuerpo  /   y sobre ella se alzó triunfante”  afirma la épica de la creación babilónica. Es el momento del gozne histórico en que el avance belicoso de las águilas patriarcales mediante “la traición, el engaño o la fuerza ciega pusieron término a la predominancia horizontalista de la Sierpe y la mujer. Sea de aire, tierra o agua, la Gran Serpiente -como la Diosa- poco a poco va siendo acorralada, sujeta, vencida. Set mata a Apofis. Apolo da muerte a la Pitón mediante un flechazo. El rey dragón avéstico Azhdahak es derrotado por Vahagun. Atar vence a Aji Dahara, el dragón primitivo que, en la tradición japonesa, es eliminado por Fudo. Zeus derrota a Tifón. Belerofonte, montado a lomos de Pegaso, mata a la Quimera, hija de Tifón y Equidna, la Víbora. Perseo decapita a la Medusa, que se muestra con cabellos de sierpe sibilantes y mirada capaz de convertir en piedra a los hombres. La maldición cae sobre la serpiente vetero-testamentaria. Estruendos y furias homicidas acompañan el nacimiento del nuevo orden social.”

El ave solar.suplanta a la Antigua Diosa, la Madre Ancestral de cuyos dones se apodera. Ahora es el pájaro quien ostenta el don de la adivinación, la magia de curar. Y duerme, dice Píndaro “sobre el cetro de Zeus”. Esto es, se ha vuelto sinónimo de poderoso  reinado.

Los emperadores adoptarán como emblema al águila que conquista, domina, somete y los guerreros lucirán, orgullosos, su imagen. “Un Aquila por legión y ninguna legión sin Aguila” sostenían las legiones romanas mientras avanzaban hasta los confines del mundo conocido depredando, avasallando, esclavizando a los pueblos.

No obstante, la sierpe derrotada no murió sino que hubo de otorgar una segunda cabeza al pájaro. El águila bicéfala, de origen hitita, es retomada durante la Edad Media, apareciendo como el símbolo de la fusión entre el Imperio de Oriente y el de Occidente, La figura heráldica se ha vuelto femenina y, a partir de las Cruzadas, se la emplea por doquier, sobre todo en las armas de las regiones del centro y el este de Europa.

Realidades y predicciones

El águila y los pájaros en general, han conservado gran parte de su poder simbólico. Aparecen en los escudos, en los emblemas, en comparaciones que buscan exaltar la grandeza y magnificencia.

Las plumas, por su parte, no sólo acompañan momentos estelares de los distintos poderes sino que, aún en tiempos digitales, la pluma mantiene en parte su sentido original egipcio de “trazadora de todo”, esto es, el instrumento capaz de relatar los hechos del universo e, incluso, de crearlos.

Sin embargo, tanto los pájaros como su ropaje sufrieron el lado oscuro de su exaltación. Se los persiguió para encerrarlos, para quitarles su plumaje, para comerlos. Matarlos por la diversión de cazar fue y sigue siendo un pasatiempo cuyo interés se renueva a sí mismo. Precisamente esta euforia depredadora ha logrado que se extinguieran muchas especies y que su desaparición siga en aumento.

En consonancia con el alegre exterminio,, las plumas dejaron de acompañar la majestad de las aves para convertirse en un adorno más de trajes, vestidos y tocados ornamentales para crear una falsa sensación de alegría y opulencia.

Cesó el combate entre águila y serpiente pero se renovó en la figura del nuevo contrincante de ambos: el ser humano.

Las tan temidas serpientes debieron enfrentar a un nuevo atacante provisto de mil artimañas. Un sádico que las encierra para regocijo de contemplar su libertad cercenada. Un agresor que codicia su piel para emplearla como un elemento más para fabricar ropas y accesorios. Un bravucón impiadoso que se deleita con su carne, cotizada a precios exorbitantes como un manjar exquisito.

Tiempos oscuros para subsistir en la tierra. Tiempos difíciles para la supervivencia de animales, plantas y también ¿por qué no? para la vida humana misma. Tiempos ya previstos por la Madre Estelar: “Soy la que permanece…. El mundo volverá al caos inicial, a lo indiferenciado: me transformaré entonces en una serpiente que ningún hombre conoce, que ningún dios puede ver”

La Gran Serpiente está más allá de los condicionamientos espacio-temporales: vencida, renace bajo una u otra forma. Porque, como afirma una plegaria hinduista: “¡Oh Naga Vasuki! ¡Oh Naga Hoi! / tú eres sin comienzo ni fin, / Tú eres invencible y poderosa. /   Eterna”.

 

 

1 LUCIEN LEVY BRUHL. La mythologie primitive. París, 1963
2 Los Upaniṣhads son los más de 200 libros sagrados hinduistas escritos en sánscrito. Los más antiguos estarían datados aproximadamente entre el 800 y el 400 a. C
3 LEONOR CALVERA.  Historia de la Gran Serpiente– Buenos aires. 2000.Esta cita y las siguientes, salvo afirmación en contrario, pertenecen a la mima obra. Aimismo, se encontrará allí una investigación completa del tema de la Serpiente.
4  Libro de los Mueros de los antigios Egipcios, Buenos Aires, 1987. Versión, prólogo y notas de LEONOR CALVERA.

 


Lenguajes silenciosos

Palabras, palabras y palabras que colman bibliotecas. Palabras: olas que rompen en playas de silencio. ¿Y también palabras perdidas? ¿O decires sin voz actualizados por vías no corrientes?

Los trabajos de Marija Gimbutas pusieron de relieve lo que ella denominó “el lenguaje de la Diosa”, esto es, signos, huellas, trazos que se repiten una y otra vez en las estatuillas, viviendas y objetos del Neolítico a los que la arqueóloga, ayudada por otras disciplinas, les fue atribuyendo un simbolismo que le permitió reconstruir una sociedad basada en una deidad femenina.

La Diosa, que es también la Gran Madre Serpiente con la que a menudo se confunde, dejó su huella en forma de espirales, bucles, líneas, elipses, tropos, vueltas, nudos, círculos simples o dobles, enmarañados o simétricos, de numerosas vasijas, menhires, tumbas e imágenes. Todo ello articula un lenguaje cuyos

sentidos nos resultan esquivos, aun cuando pueda suponerse que han sido preservados clandestinamente a través de los tiempos. Un excelente ejemplo de significados superpuestos a partir de un trazo lo brinda el I Ching. Parte de una línea, luego esa línea se quiebra con lo cual se obtiene la primera polaridad. Más tarde la línea entera y la quebrada se van alternando hasta alcanzar treinta y dos

combinaciones posibles llamados trigramas. El juego de combinar los trigramas duplicándolos alcanza el número de sesenta y cuatro hexagramas. Dada una atribución de sentido a la primera polaridad -varón-mujer, cálido-frío, norte-sur y así sucesivamente, la interpretación se desarrolla en círculos cada vez más amplios hasta que los sesenta y cuatro hexagramas y sus respectivos comentarios abarcan el espectro completo de las situaciones humanas, tanto pasadas como presentes y futuras. Tal vez por un proceso similar el lenguaje de la Diosa ha dejado su huella en los cultos religiosos posteriores, sin olvidar su vulgarización a través de los alfabetos y objetos de contemplación como los yantra, lo íconos, las imágenes. No obstante, donde han conservado un extremo vigor es en las prácticas chamánicas, estrechamente emparentadas con la brujería.

Las cuerdas

El rastreo del lenguaje de la Diosa remite de inmediato a los hilos, los nudos, las cuerdas. El hilo, el nudo forman parte del tejido cósmico que tejen los vientos, “al igual que los hálitos mantienen unido y articulan el cuerpo del hombre”1 Estar vivo es entonces estar unido a la tierra, ligado a ella, “ser ‘tejido’ por la potencia misteriosa que trama el universo, el tiempo y la vida”. Por ello Isis usará un cinturón con un nudo formado por las plantas de loto y papiro. Morir, por el contrario, implica estar desligado, haber sido cortado el hilo de la vida, como ocurría con las Parcas y las Nornas.

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Las Nornas tejiendo los hilos de la vida

Manejar los nudos, los entrelazamientos, como derivados del arte femenino de urdir y tejer, se consideraron siempre formas mágicas de controlar los vientos, el tiempo y, más aún, la vida y la muerte: “lo que está tejido”, el destino, llamarán los latinos al devenir de la existencia. En un poema órfico, la Madre Noche responde a la pregunta de Zeus sobre cómo podrá establecer su dominio sobre los mortales con estas palabras: “Rodea cada cosa del éter inefable, coloca en el centro el cielo y la tierra ilimitada, y el mar, y todas las constelaciones de que está coronado el cielo. Pero lo harás cuando tengas una ligadura sólida que rodee todas las cosas,

sujetándolas con una cadena de oro al éter.” Aurea catena llama Homero a esa cuerda con que Zeus atraía todas las cosas hacia sí. Y Plutarco afirmaba que la psyché, que mora en el cuerpo se conecta con el noùs por medio de una cuerda para que éste aleje a aquélla de los apetitos de la carne. “Numerosas prácticas de defensa y ataque estuvieron vinculadas con el nudo de Isis, un símbolo de la inmortalidad que en el antiguo Egipto coronaba a menudo la testa de los grandes personajes.”2

“Las imágenes del hilo, de la cuerda, de la ligadura, del tejido, son ambivalentes: expresan igualmente una situación privilegiada (estar unido al Dios, encontrarse en relación con el Urgrund cósmico) como una situación lamentable y trágica (estar condicionado, encadenado, predestinado, etc.)”3

Los medicine-men australianos para iniciar a sus discípulos utilizan una cuerda, haciéndola brotar como una luz de su interior. Y también es una cuerda mágica la que utilizan los faquires para trepar por ella hasta las nubes, desaparecer entre ellas y retornar regenerados. “Existe toda una morfología de los nudos y los entrelazamientos conforme al efecto que se quisiera producir; básicamente, se podrían dividir en dos grandes clases: los lazos utilizados contra alguien, en cuyo caso se suele producir un corte y lo nudos y lazos benéficos contra los animales salvajes, la muerte, las enfermedades.”4

En procura de evitar que se produjera un mal, las mujeres debían llevar los cabellos desatados en las procesiones de Dionisos. En Roma, la flaminia no debía tener ningún nudo en su vestimenta ni en su peinado y al Flamen Dialis se le prohibía usar un nudo o un anillo cerca de su persona por temor de que su espíritu fuera atado.5

Los chamanes, al no haber perdido contacto con las fuerzas cósmicas profundas, conocen ampliamente cómo manejar las cuerdas que tejen el universo. Del mismo modo las brujas saben cómo desatar los nudos, las ligaduras que traban el desarrollo, el conocimiento, la felicidad de un ser humano o cómo atarlos mágicamente para impedir el goce de su sexualidad, de sus capacidades, de su vida misma. Y también han conservado esos cordones como lenguaje expresivo, como los quippu incaicos, como el humilde juego de cuerdas trenzadas con los dedos que todavía juegan muchos niños y que se remonta al Paleolítico Superior, esto es, de 40 a 10.000 años a.C.

Palabras de poder

El poder de las palabras fue conocido desde siempre. El Verbo creador vetero-testamentario, luego el Tetragrámaton, las cuatro letras del “Inefable Nombre de Dios” de los hebreos, el aum sagrado de los hinduistas, son otros tantos ejemplos de la importancia definitiva de la palabra en la construcción de las civilizaciones.

Los papiros egipcios están colmados de vocablos de esa clase usados en prescripciones para los más diversos fines, incluso como guía de los difuntos en el más allá. Algunas de esas palabras, como abraxas o abracadabra, desprendidas de su contexto y ya carentes de fuerza, llegaron a cobrar una notoriedad extraordinaria. Luciano se refiere a esas recetas ininteligibles aclarando que algunos de los vocablos proceden del hebreo o del fenicio y de otras lenguas, como Semésilams, en babilonio “Eterno Sol” o Arsenophore, en egipcio “Hor, hijo de Ra”.

Quizá las más renombradas “palabras de poder” sean las Ephesia Grámmata así denominadas por Clemente de Alejandría a una serie de palabras grabadas en la estatua de Artemisa en Éfeso. Inicialmente esa lista la componían seis palabras: askion, dammameneus, katáskion, aisia, tetrax y lix; más tarde el número aumentó considerablemente e incluso se introdujeron en contextos poéticos. Estas Letras Efesias podían encontrarse en los sitios más variados: en las bodas, para alejar las influencias nefastas; en los amuletos, como protección; en los talismanes para alejar los malos espíritus, según sostiene Plutarco o, mediante su recitado, para salvarse de situaciones de riesgo, como le ocurrió a Creso que, al pronunciarlas, se salvó de ser quemado vivo en la pira funeraria.

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Estatua de Artemisa en Éfeso

El uso de palabras mágicas estuvo muy extendido durante centurias: las empleaban los magos, las empleaban en los servicios religiosos, las empleaba la gente común. También las utilizaban a menudo las brujas y damas de la noche que tenían un extenso repertorio de estas palabras, a veces onomatopéyicas, a veces sonidos secretos, inexplicables, o en idiomas poco conocidos. Esta lengua de misterio acompañaba sus ensalmos, sus consejos, sus hechizos e incluso su contacto con los muertos. En verdad pareciera tratarse, como en las darsana del hinduismo, de una emanación del ser en el sonido, del vacío y el silencio en la acción. Por ello, se ponía especial énfasis en pronunciarlas correctamente, con la justa entonación, la cantidad de veces que fuera debida, de lo contrario, podían producir el efecto inverso al buscado.

El Ogham y las runas

Los signos de la Triple Diosa, que para los celtas era Morrigan-Macha-Badh, se conservaron en el ogham de los celtas. Perdido su origen en la noche de los tiempos, el alfabeto de los árboles consistía en un sistema mnemotécnico que atribuía un significado simbólico a cada árbol. Ocho árboles -abedul, alisio, sauce, roble, serbal, avellano, manzano, fresno- le dan forma a veinticinco letras que no se empleaban en el sentido moderno sino que cada una de ellas remitía a un conjunto de ideas o conceptos relacionados con su visión del universo. El ogham se utilizaba como idioma mediante la correspondencia de los árboles con distintas partes del cuerpo; por ejemplo, se utilizaban los nudillos de la mano como letras o formando el símbolo de cada letra con los dedos. Asimismo, se utilizaba el código de los árboles en relación con otras partes del cuerpo o el rostro, de modo que se podía mantener toda una conversación sin abrir la boca.

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El Ogham celta 

El ogham, llamado también Beth-Luis-Nion por el nombre de los tres primeros árboles (beth, abedul, luis, serbal y nion, aliso) solía grabarse mediante una serie de cortes en los bordes de una piedra, de un trozo de madera o una vara, representando una sucesión de trazos sobre un eje, leyéndose normalmente las letras de abajo arriba. Asimismo hay casos en que las varas se han transformado en armazones cuadradas que giraban al tocarlas y lo mismo podía ocurrir cuando lo permitía el borde de la piedra.

El ogham, además de servir a la comunicación y emplearse como calendario, tenía otros usos secretos. Sin embargo, para acceder a ellos, debía recibirse una preparación especial respecto a los significados secundarios u ocultos: es lo que Graves llama “el conocimiento de la grulla”. Así se podían transmitir informaciones sobre la curación mediante hierbas, la confección de talismanes o discernir la inclinación moral o intelectual de una persona. En palos provenientes del serbal se grababan las runas, palabra que significa hechizo y que dio lugar a un complejo sistema de adivinación y de predicción del futuro.

El doble manejo del alfabeto de los árboles acabó por molestar a las autoridades: mediante edictos reales prohibieron a los druidas históricos conversar en ogham. No obstante, sin duda le prestó un maravilloso servicio a las brujas acosadas por las persecuciones a gran escala.

El nü shu, una lengua silenciada

¿Puede una mujer hablar un idioma con otras mujeres y no ser comprendida por ningún varón? La respuesta afirmativa la da el nu shu, una lengua que se hablaba en la provincia china de Hunan.

El origen del nü shu es desconocido, si bien la leyenda lo atribuye a una cortesana imperial de la dinastía Song; lo cierto es que ha persistido durante mil años o más en la China central. Por entonces, no se aprobaba que las mujeres se educaran y aprendieran nan shu, la “escritura del varón”, esto es, el lenguaje corriente, así como no se aprobaba que tuvieran pensamientos propios o críticos. Sin embargo, la necesidad de comunicación entre las mujeres fue más fuerte que todas las prohibiciones y se hizo costumbre en la región pertenecer al grupo de las “hermanas juramentadas”. Éstas se comprometían a ser leales entre sí y mantener por siempre la amistad. El medio de comunicarse sin ser molestadas por el cerril patriarcalismo reinante fue utilizando un lenguaje propio escrito con una “caligrafía de mujeres”, vale decir, el nü shu.

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Abanico con escritura nü shu

Muchos de los caracteres de este idioma son similares al chino tradicional, pero los rasgos son más finos y alargados, como si hubieran cobrado alas. La diferencia importante es que en tanto los ideogramas chinos poseen diversos significados, los casi dos mil signos de la “escritura de mujeres” son definitivamente fonéticos: representan sílabas dispuestas en columnas que se leen de derecha a izquierda. Disfrazados decorativamente en abanicos, en ropas, en vasijas, los textos del nü shu, escritos mayormente en verso, hablan del dolor de la muerte de los seres queridos, de la nostalgia por una partida -“ahora que te fuiste me siento muy sola”, dice una joven a la amiga recién casada-, de la triste condición de ser mujeres, de acontecimientos históricos como la Guerra del Opio o la invasión japonesa; también incluyen felicitaciones por un nacimiento o una boda o sirven de apoyo y consuelo a mujeres repudiadas o violadas. Asimismo existen numerosos “diarios del tercer día”, poemas y artículos escritos por íntimas amigas a una mujer después de su casamiento.

Las mujeres no ponían un particular interés en ocultar su escritura, sino que la soberbia masculina era tal que no se interesaban por lo que consideraban inferior. Sin embargo, esto se revirtió durante la Revolución Cultural: toda tradición feudal debía ser destruida, sobre todo si se había conservado secreta. Miles de textos nun shu fueron quemados alegando que era “una escritura del mal” y quienes la practicaban no eran sino “brujas”. El trabajo fue bien hecho. En setiembre de 2004 murió Yang Huanyi, una anciana campesina de noventa y ocho años, última persona experta en este tipo de escritura.

Danzas, música, cantos

Gestos, actitudes, ademanes en movimiento: la danza. Pies y manos, el cuerpo y el rostro realizan mudanzas que representan figuras. El latido del corazón les dio el primer ritmo. La Diosa baila sobre el caos y su danza va dando a luz al universo, va trazando el diakosmos, el orden de la Diosa. El alma-corazón de cada uno es la

danza misma, creada por la Diosa para establecer los lazos de sangre, la cadena de las generaciones. Las que adoren a la Diosa juntarán entonces las manos en el círculo de su corazón, el círculo genitivo, y se expresarán sin traicionarse a travésde este lenguaje.

Cada danza ritual une a la divinidad y permite internarse en los laberintos de la vida, renaciendo de la muerte, como la Kali hindú que baila sobre el cadáver de su esposo Shiva, aunque luego será éste el que ejecute la tandava, la danza de la creación que se inscribe en el círculo sexual de Kali, que transformará los cráneos que la adornan en las letras sagradas del alfabeto sánscrito.

La danza es el eje de las primeras representaciones rituales en el culto al árbol o a la vegetación en general; así entre los egeos pre-helénicos aparecen coros de jóvenes danzando en un bosque de olivos ante la multitud de fieles o llevando a cabo una especie de “danza de las flores”6 cuyo objetivo sin duda era provocar una epifanía de la divinidad. Ya en épocas históricas en el santuario de Delos se bailaba la “danza de la grulla” que, se decía, Teseo había enseñado a los habitantes del lugar y que se bailaba alrededor de un altar de cuernos. En verdad, pareciera que esta danza le había sido enseñada a Teseo por Ariadna -confirmado por el hecho que Teseo había consagrado en Delos una estatua de Afrodita que Ariadna le había entregado. Las evoluciones expresivas de esta danza “con sus cursos azarosos, sus sinuosidades penosas, sus marchas inquietantes y sin término a través de las tinieblas”, según dice Plutarco, representaban una danza de iniciación en los misterios de la Diosa, ya que reproducían el laberinto del cual se había sido salvado Teso por el hilo de Ariadna.

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Friso de los coribantes

Los coribantes, sacerdotes de Cibeles, bailaban en honor de la diosa acompañados por címbalos, flautas, tambores y cascabeles que los llevaban en sus giros a un estado de trance extático en que proferían extraños chillidos, similares a los de las amazonas en sus danzas en honor de Diana-Astarteia. De igual modo, en el culto a Dionisos, las danzas extáticas de las ménades expresaban en primavera la epifanía del dios. “En muchas ciudades de Grecia, cada dos años, tienen lugar reuniones báquicas de mujeres, y es costumbre que las doncellas porten el tirso y se entreguen juntas a la diversión, honrando y venerando al dios, y que las mujeres casadas lo adoren en grupos organizados y que se diviertan para celebrar la presencia de Dionisos, imitando a las ménades, quienes, según se dice, servían al dios constantemente desde antiguo.”7

La danza se consideraba el comienzo de la creación y un medio de fusión con los dioses. “Con la creación del universo también cobró vida la danza, lo que supone la unión de los elementos. La danza circular de las estrellas, la constelación de planetas en relación con las estrellas fijas, la armonía y el orden prodigiosos en todos sus movimientos, es espejo de la danza original en el momento de la creación. La danza es el mejor regalo de las musas al hombre. Debido a su origen divino, ocupa un lugar en los misterios y resulta cara a los dioses, en cuyo honor la ejecutan los hombres.”8

En función mágica, la danza sirve para atraer la lluvia: lo sabían los curetas que, armados y bulliciosos, bailaban junto a Zeus niño; lo sabían los “hacedores de lluvia” de las sociedades mal llamadas primitivas, cuya función era provocar o detener la lluvia; y lo sabían las brujas medievales contra quienes la Iglesia elevó la acusación de desatar la lluvia, sea mediante danzas o golpeando piedras con un trapo mojado o vertiendo agua en un agujero.

En los primeros siglos de la era cristiana la danza siguió manteniendo su importancia ritual, tal como David había bailado delante del Arca de la Alianza y tal como los Salmos aconsejan celebrar a Dios: “… Alabadle con clangor de cuerno, / alabadle con arpa y con cítara, / alabadle con tamboril y danza…”9

En la misma tradición, los Hechos Apócrifos de San Juan, relatan que el rito mistérico de la Danza de Jesús fue instituido como un sacrificio espiritual y un himno de glorificación de la Cena de Cristo, diciendo que ordenó a sus discípulos formar un anillo a su alrededor con las manos enlazadas y cantar en honor del Padre y ellos danzaron y alabaron al Señor. Por ello Gregorio Nacianceno afirmaba. “Ejecutad la danza de David ante el arca de la alianza, porque creo que tal baile contiene el misterio de caminar ante los ojos de Dios.” Y san Basilio se preguntaba en el siglo IV “¿Podría existir mayor bienaventuranza que imitar en la tierra la danza circular de los ángeles y elevar nuestras voces al alba en oración y con himnos y cánticos glorificar al Creador ascendente?”

En las iglesias cristianas primitivas se llevaban a cabo danzas litúrgicas similares a las paganas sólo que con un cambio de nombre: en la danza del laberinto el Minotauro fue reemplazado por Satanás y Teso por Cristo. En la catedral de Auxerre se ejecutaba en Pascuas un juego o danza de la pelota: el deán y los canónigos formaban una larga cadena sobre un dibujo del laberinto, mientras danzaban con un ritmo de tres pasos la pelota iba pasando del dirigente al coro y de éste al dirigente a la vez que cada uno giraba alrededor de su propio eje. San Ambrosio, obispo de Milán, escribía en el siglo IV: “Y al igual que aquel que danza con su cuerpo, corriendo por entre los movimientos rotatorios de los miembros, adquiere el derecho de participar en la danza circular, el que baila la danza espiritual, moviéndose siempre en el éxtasis de la fe, adquiere el derecho a bailar en el anillo de toda creación.”

Lo que es bueno y lícito para las instituciones oficiales es malo e ilegal para los disidentes. Una de las acusaciones recurrentes contra las brujas medievales-renacentistas fue que llevaban a cabo danzas desenfrenadas y, entre todas, se temía especialmente la danza del anillo, considerada una “ceremonia siniestra”9

Boguet “compara la danza circular de las brujas con la de las hadas, a quienes estigmatiza como ‘diablos encarnados’.” Estas imputaciones contrastaban con el favor que gozaba entre el pueblo, los artistas, la aristocracia, un tema similar, el de las danzas macabras. En ellas, se representaban cadáveres del inframundo que efectuaban una ronda para ir tocando a todos, ricos y pobres, viejos y jóvenes, feos y hermosos, sanos y enfermos con el fin de llevárselos, ya que tocarlos era contaminarlos de muerte.

Poco a poco, sucesivos Concilios fueron prohibiendo la ejecución de las danzas, aduciendo que despertaban la sensualidad, sobre todo en las mujeres. Sin embargo, hasta entrado el siglo XIV todavía hay informes de que los propios sacerdotes encabezaban procesiones en las cuales se bailaba y cantaba incluso en el atrio de la iglesia.

Sacadas de su contexto, habiendo perdido su sentido original, las danzas de la Diosa se fueron vulgarizando en las fiestas del Primero de Mayo o Palo de Mayo10 en carnavaladas, en celebraciones profanas. Algunas, bailadas por varones y mujeres que se sostienen de la mano con pañuelos, la recuerdan en su nombre, como la “danza de las brujas” vasca o soka dantza. Y hay quienes las honran, bailándolas en luna llena, como las danzarinas balinesas de la colon arang,.dedicada a Colon Arang Rangda, la Reina de las Brujas y Diosa de la Muerte.

Los pies de las brujas golpean el suelo acompasadamente con un ritmo exterior que es similar al de su propio corazón. En este centro se cruzan los ejes de los puntos de orientación en el espacio formando una cruz que el cuerpo, al entrar en movimiento, convierte en una rueda móvil, dinámica, donde interactúan los opuestos. Poco a poco la música, pensamiento en acción, se va haciendo más compleja mientras las voces imitan el vagido de un infante, el susurro del viento entre las hojas o el grito penetrante del animal herido.

Las brujas se mueven en este diagrama sagrado en cuyo centro comienza el tiempo y el espacio, se ordena el caos. El eje vertical se convierte en un sendero por donde desciende el poder de la divinidad; el horizontal, en su manifestación terrena. Los brazos se alzan en actitud de reverencia a la creación y bajan como en el momento de la muerte. El cuerpo se mueve hacia atrás y hacia la izquierda, recordando el pasado; hacia adelante y a la derecha, visualizando el porvenir. Los pasos entretejen primero un círculo para incorporar, dar y recibir; luego una cadena como símbolo de transmisión del conocimiento entre las generaciones; por último trazan un laberinto como emblema del misterio que debe proteger el centro sagrado. La vida de cada bruja y la vida trascendente comienzan a fusionarse: nacen a la dimensión del espíritu donde todo es posible, son una con el universo, su cuerpo se ha vuelto sagrado. “En esta danza podemos encontrar la fuente de la vida, la fuente de la inteligencia, el principio de la existencia, la causa de la bondad y el origen del alma.”10

Giran como las estrellas y los planetas, abrazan el sol y la luna; se alzan hacia el infinito y descienden al submundo de las ánimas; erran por los tiempos y espacios y se concentran en un solo punto axial. Saltan y gritan, liberándose de lo que son, de sus emociones y su mente para dejar que su cuerpo exprese la máxima energía, la potencia máxima. La música armoniza las leyes de la naturaleza con las leyes espirituales de la conciencia. Cada gesto se torna significativo porque responde a los ritmos profundos del cosmos, de cada ser. Se han vuelto poderosas: los elementos le responden, pueden mirar frente a frente el existir y el vacío. Pueden destruir. Pueden crear.

Referencias:

1 MIRCEA ELIADE. Mefistófeles y el andrógino. Madrid, 1969. La presenta cita y las siguientes, salvo afirmación en contario, pertenecen a la misma obra.
2 MIRCEA ELIADE. Images et symbols. París, 1952.
3 MIRCEA ELIADE. Mefistófeles…, op. cit.
4 MIRCEA ELIADE. Images et…, op. cit.
5 Cf. J.E. CIRLOT. A Dictionary of Symbols. Nueva York, 1962.
6 Véase el anillo de oro de Isopata.
7 DIODORUS SICULUS. Historical Library. Londres, 1814.
8 LUCIANO DE SAMOSATA. Works. Oxford, 1905. Sobre la danza.
9 Biblia de…, op. cit. Salmo 150.
10 PLOTINO: Las Enéadas. México, 1951. En rigor de verdad, aunque el sentido es el mismo, Plotino no se refiere a las brujas sino  los oros griegos que cantaban y danzaban alrededor del altar.

(El presente trabajo forma parte del libro LEONOR CALVERA Diosas, brujas y damas de la noche, Buenos aires, 2005)

 

 


Ciervos, Deidades y Astas

En Ariège, Francia, se encuentra la cueva de los Tres Hermanos, así llamada por haber sido descubierta, en 1912, por los tres hijos del conde de Bégouën. La gruta  muestra una serie de representaciones datadas en el Paleolítico Superior, en la denominada Edad del Reno. Dos de las figuras fueron, y siguen siendo, objetos de profunda atención y estudio. Una de ellas representa a un hombre vestido con piel de ciervo, portando en la cabeza las astas de ese mismo animal. El otro grabado, parcialmente pintado de negro, representa a un ser antropomorfo, con piernas y genitales humanos, las extremidades anteriores de oso, la cola de caballo, barba de bisonte, ojos de búho y astas y orejas de ciervo. Muy a menudo se le ha dado el nombre de “el hechicero” por creerse que representaba a un brujo o chamán realizando un acto mágico. Lo cierto es que los cuernos lo relacionan directamente con las múltiples divinidades astadas de los comienzos de las culturas, tal como  Osiris, Pan o Fauno.

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El hombre hechicero de la cueva de los Tres hermanos

Por su densa cornamenta, similar a la espesura de los bosques, el ciervo  se halla íntimamente ligado a la figura de la Madre; “…en Irlanda, durante la Edad de Bronce, lo mismo que en Creta y Grecia, tanto el ciervo como el toro, estaban consagrados a la Gran Diosa.”[1]

En la mitología griega existen dos figuras íntimamente relacionadas con la Diosa y el ciervo. Una es la del hijo de Auge, nacido después de que Heracles la violara durante una borrachera. La madre fue obligada a abandonar al niño a quien la Diosa amamantó bajo la figura de una cierva.. Finalmente, unos pastores encontraron a la criatura que recibió el nombre de Télefo (del griego thelé, ubre y elephós, ciervo)

La otra figura, plena de significados, es la de Acteón, célebre cazador iniciado en ese arte por el centauro Quirón. En la versión clásica, se cuenta que Artemisa se hallaba, junto a sus ninfas, bañándose desnuda en medio del bosque cuando fue vista por Acteón que no pudo quitar su vista de semejante belleza. En castigo, Artemisa lo metamorfoseó en ciervo  e hizo que los propios perros de Acteón lo persiguieran hasta hacerlo pedazos y devorarlo, tras lo cual se lanzaron a la espesura sollozando. El sentido era que de este modo Artemisa cumplía su anodos, su renovación virginal de cada año. Todavía en la época de Pausanias continuaba celebrándose este episodio con un hombre disfrazado de ciervo, aunque el eje del episodio se había trasladado a ser un castigo a la trasgresión.

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El ciervo y la serpiente

“De Cerdeña proviene una figurita de la Edad de Bronce que representa a un hombre-ciervo  con cuernos que se parecen al follaje de un roble, un rabo corto, una flecha en una mano y en la otra un arco que se ha convertido en una serpiente enroscada. Su boca y sus ojos expresan un terror excusable ante la visión, pues la serpiente es la muerte.” Quizá esta es una de las representaciones más antiguas del héroe-dios sacrificial, en cuya larga nómina figuran desde Osiris hasta Cernunnos y Jesucristo.

La serpiente aparece a menudo asociada con la destrucción, la muerte, lo oscuro, el más allá2 por lo cual se la considera enemiga del ciervo. No obstante, cuando ambos se conjugan simbolizan la fertilidad, la renovación y el renacimiento. Por ello, algunas cosmogonías representan ese proceso en la imagen de una serpiente con cuernos. El ciervo será entonces quien muestre el lado brillante de la Diosa al emerger de los mundos ctónicos para anunciar un nuevo despertar, la luz y el brillo. Se convertirá así en el mediador entre el cielo y la tierra, el símbolo del sol del levante que marcha hacia su cenit. Por ello, las deidades con las que esté asociado, como el egipcio Sah y su consorte Sita, serán representados rodeados de estrellas.

De igual modo, en el panteón maya el venado se asoció al Sol y, por extensión, al ciclo del día. Su paso rápido lo convirtió en un perfecto mensajero, que transitaba del mundo celeste al terrestre, del cuerpo al espíritu. En una latitud increíblemente alejada de la oriental, la mesoamericana, también se reconoce la condición de guía espiritual de los cérvidos. Por ello, en los relatos budistas, se califica de ciervo de oro a los bodhisattvas, esto es, aquellos que renunciaron a su propia  salvación última en espera de que el ser humano como especie alcance una mayor estatura espiritual.

La alquimia, por su parte lo compara, junto con el unicornio, al mercurio filosofal, lo cual recuerda viejos cantos del ámbito cultural germánico, reunidos en la Edda Mayor. En ellos se habla del fresno Yggdrasil. Este gigantesco árbol cósmico, donde se reunían los dioses en consejo, tenía sus raíces pobladas de sierpes en tanto cuatro ciervos correteaban en las alturas equiparando su cornamenta con las ramas inmensas del árbol de la vida. No obstante, esa dualidad complementaria pronto va a ser quebrada de una manera inédita y transgresora.


Los grandes cambios

 El aspecto luminoso del ciervo, su elogiada velocidad, su rol de mensajero entre mundos opuestos, su aislamiento y aparente melancolía que lo asimilaron a un amante solitario, comenzaron a declinar a partir de la Alta Edad Media. Atrás fueron quedando sus aspectos mágicos, enfatizados por la épica folclórica francesa  tanto como por los ciclos célticos del rey Arturo. Un nuevo modelo iba tomando forma día a día.

El nuevo paradigma que se buscó imponer con el cristianismo como religión de Estado, no admitía desviaciones. Arrianos, apostolici, cátaros, joaquimitas, perturbaban a las jerarquías del poder con sus críticas  a la corrupción, la acumulación de riquezas, la coerción contra los pobres, por lo tanto había que combatirlos de manera eficaz. No tardó en agitarse como símbolo de todos los males al  demonio bajo una figura inédita.

En tiempos en que no se sabía que el planeta Venus en sus dos aspectos era el que aparecía en el cielo a la mañana y a la tarde. los romanos le dieron el nombre de Noctifer a la estrella nocturna y el “que porta la luz” esto es, Lucifer, a la que abre el día. Asimismo le reservaron a Diana el calificativo de Lucífera.

En la tradición cristiana, la primera vez que se cita el nombre de Lucifer es en un texto de Isaías (Is. 4. 12-14): «¡Cómo has caído de los cielos, Lucifer, hijo de la Aurora! Has sido abatido a tierra dominador de naciones!”  De este modo se establece un primer paralelo entre Lucifer y Satanás, el adversario. Poco a poco se le irán agregando luego otras significaciones al Portador de la Luz.

El ciervo, mensajero entre lo celeste y lo terrestre, le prestará su cornamenta, asociada a la luz y el destello del fuego. No obstante, lo más significativo es que el cristianismo hubo de quebrar la oposición ciervo-serpiente para aunarlos en una figura que encarnará por siempre la caída, el mal, la muerte. Implantada la nueva normativa, cualquier pensamiento crítico es mirado como disidente. Y quien lo sustente deberá saber que pone su vida en peligro al quedar al borde de la herejía.

La Baja Edad Media y el Renacimiento hubieron de elaborar diversas estrategias para sofocar a quienquiera que no aceptara ver en la nueva figura a Satanás, el demonio, la perdición y muerte de la criatura humana.

Una de las primeras persecuciones fue la que se desató contra los Templarios. Luego de dos siglos de utilizar sus servicios para despejar el camino a Jerusalén y, eventualmente, recuperar el Santo Sepulcro, cambiaron por completo los vientos favorables. La poderosa Orden, que llevaba en su manto la cruz roja ancorada que simbolizaba tanto la vida como el martirio de Cristo fue objeto de las intrigas entre Felipe IV de Francia, que temía su poder económico, y el Papado que culminaron en las drásticas medidas que tomó Clemente V. En un breve tiempo fueron apresados los líderes visibles de la Orden y llevados a juicio. Durante su transcurso, se los sometió a tortura para que confesaran que habían abjurado de la fe cristiana y que adoraban a un ídolo, Baphomet, que no era sino el mismo diablo. La hoguera fue el final de los Caballeros de la Fe, los Pobres Compañeros de Cristo. Nunca obtuvieron una efigie del Baphomet, pero se sospecha que incluía rasgos del ciervo y la serpiente.

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 El diablo medieval, Circa 1260

Satanás, el Adversario, el Maligno, fue la gran obsesión de quienes componían los Tribunales de la Inquisición. Lo buscaban en la piel de pobres mujeres que arrancaban de sus hogares en medio de la noche, lo veían en los fenómenos climáticos como las sequías y las inundaciones que consideraban producto de maleficios. Lo veían en las mujeres que se reunían en los bosques para intercambiar remedios para los males del cuerpo y del alma. Veían sus cuernos de ciervo como sinónimo de la lascivia de los aquelares.

Los inquisidores veían al Demonio continuamente y por doquier, Una fijación que los llevó a desatar una de las persecuciones más dolorosas y prolongadas de la historia: la caza de brujas. Enjuiciadas, torturadas, quemadas en las hogueras de a miles, el genocidio duró largo tiempo. Y, junto con las brujas, se quemaba a sus animales sus “familiares”, sobre todo gatos, que acabaron casi por desaparecer, dejando a Europa a merced de las pestes trasmitidas por las ratas.


Un nuevo giro

Los círculos ocultistas de Inglaterra y Francia desarrollaron, durante el siglo XIX, la idea de que las imágenes astadas de la prehistoria pertenecían a deidades que el cristiasmo había querido suprimir asociándolas con la imagen de Satán. Pashupati en la india, Pan en Grecia, Cernunnos en el área celta eran dioses relacionados con la naturaleza que de ningún modo representaban algo malo o nocivo. En apoyo de esta teoría, Eliphas Levi  publica, en 1854, Dogme et rituel de la haute magie, quizá su obra más destacada. Eliphas Lévi era un seudónimo que ocultaba a Alphonse Louis Constant, un prolífico autor de más de una veintena de obras dedicadas a reverdecer los viejos laureles del ocultismo en todas sus facetas. Desde su primer libro Rosier de Mai  se esforzó por desarrollar las antiguas enseñanzas esotéricas de Cornelio Agrippa y los gnósticos junto a los escritos piadosos de los místicos. Su formación había incluido obras como la Kabbala Denudata, realizada por el hebraísta Christian Knorr von Rosenroth, los escritos de Jacob Böhme, Swedenborg y Fabre dÓlivet, entre otros, sin olvidar la frecuentación de los teóricos humanistas. Iniciado en la masonería, encarcelado por diversos motivos varias veces, contribuyó grandemente a difundir las ideas esotéricas y espiritualistas. Aunque sus escritos fueron estudiados y comentados en gran medida, fue su representación del Baphomet, la inquietante figura de una deidad original, lo que le permitió una gran repercusión, sobre todo entre los neopaganos.

Neopaganismo

El resplandor de los cuernos del ciervo vuelve a brillar en el neopaganismo. Este movimiento “reconoce haber abrevado en antiguas mitologías y tradiciones religiosas, en especial las célticas y noruegas, aunque sin excluir las teorías orientales y distintas formas de cristianismo ya que sostienen que todas ellas contienen algo de verdad pero ninguna la verdad absoluta.”3 A su vez, este movimiento se fue dividiendo en numerosas sectas que recibieron el nombre de “tradiciones”.: la del Cercano oriente, los gentiles los druidas y, quizá la más notoria: la wicca. Todas ellas comparten, de un modo u otro, las teorías de Margaret Murray.

Antropóloga, experta en egiptología, la dra. Murray publicó en 1921 un libro fundamental sobre el tema de la brujería: The Witch Cult in Western Europe al que doce años después le seguiría The God of the Witches. En ambos se valió de documentos que, partiendo de su propia época, la fueron llevando primero a expedientes medievales y renacentistas para luego ir retrocediendo hasta llegar a tiempos arcaicos.

En coincidencia con el ocultismo del siglo XIX, Margaret Murray elabora la hipótesis de que las efigies cornudas no eran representaciones de Satanás sino imágenes relacionadas primitivamente con la fertilidad. Las brujas, por lo tanto, practicaban un culto, que de un modo u otro se había mantenido durante siglos, asociado con los cultos agrarios.

Los neopaganos adoptaron la tesis de la dra. Murray, sin dejar de señalar que se hizo coincidir a la mayoría de las festividades cristianas con las fechas celebradas, entre otros, por brujas y brujos.

El neopaganismo en sus varias vertientes se presenta como un retoño de la “antigua religión” que vela por la conservación de la naturaleza tanto vegetal como animal.

Los cuernos del ciervo vuelven a brillar con la plenitud de la unión materia-espíritu en el respeto a todo lo creado. En paralelo, en el mundo tecno-científico la caza del ciervo en todas sus variantes amenaza con extinguir la especie.

[1] ROBERT GRAVES. La Diosa Blanca, Buenos aires, 1970. Esta cita y las siguientes, salvo afirmación en contrario, pertenecen a la misma obra.
2 Ver el desarrollo de estos temas en: LEONOR CALVERA. Historia de la Gran Serpiente. Buenos Aires, 2000
3 LEONOR CALVERA, Diosas, brujas y damas de la noche. Buenos Aires, 2005,

 

 

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Budismo y liberación

Cuatro fueron los grandes concilios celebrados por los seguidores de Buda1 para compilar, luego de su muerte, las enseñanzas del Bienaventurado. De este modo se buscaba poner fin a las múltiples interpretaciones que tergiversaban las palabras originales, creando graves conflictos en el seno de la comunidad.

El primero de los concilios fue celebrado bajo los auspicios de Ajatasattu, rey de Magadha, poco después del fallecimiento de Buda; el segundo, un siglo más tarde, bajo la égida de Kalasoka; el tercero, durante el año 247 a.C, en momentos en que reinaba Asoka, y el cuarto, con el auspicio de Kaniska, rey de Kashmir, se verificó en el 143 a.C. Los escritos resultantes de esos debates y exposiciones que regularon la doctrina búdica, recibieron el nombre genérico de Canon Pali por haber sido el pali la lengua en que fueron redactados.

El punto de partida fue la revelación que había tenido Buda sobre la esencia de la vida y la muerte, esto es, las cuatro nobles verdades acerca del dolor, la causa del dolor, la cesación del dolor y el sendero que conduce al cese del dolor. Esta vía da lugar al Noble Óctuple Sendero, que constituye la vía práctica que produce la cesación del dolor y el logro de un estado, el nirvana, en que las pasiones, causa del sufrimiento, acaban por extinguirse como la llama de una vela que se apaga de un soplo.

Las cuatro verdades y el sendero óctuple se constituyeron en el fundamento teórico de las dos yana principales en que se dividió el budismo: el Hinayana o “Pequeño Vehículo” y el Mahayana o “Gran Vehículo.”

La primera escuela, el Hinayana, rigurosa y ascética, impone a sus devotos un tránsito sin desvíos por la “vía media” que propone. Nadie puede aligerar la carga que pesa sobre los hombros de quien aspira a llegar a la “otra orilla”, a la sabiduría iluminadora. Solo, a sus fuerzas librado, recorrerá el arduo camino de las prácticas que han de encender la luz únicamente para sí mismo.

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La sílaba Om (Aum)

Karuna, “compasión”, es la palabra clave de la escuela mahayánica, La ancha barca de esta doctrina transporta a sus adeptos con una mayor liberalidad conceptual, alejada de la rigidez del camino del arhantado hinayánico. El Mahayana, establecido oficialmente en la India en el año 120, admite los postulados básicos del Canon Pali, cuya autoridad reconoce. No obstante, a través de una copiosa literatura nunca sistematizada, de expresión sánscrita, fue desarrollando una metafísica y una ética propias que la alejaron enormemente de las concepciones primeras. Ricos y complejos rituales sustituyeron al despojamiento del Hinayana. Una elaborada metafísica donde se enseñorea la idea de vacío desplegó las alas de su lógica en el aire casi deshabitado de los libros doctrinarios iniciales. Sin embargo, fue sobre todo el concepto de intermediación el que daría un relieve muy particular a esta escuela.

El bodhisattva, el “ser de sabiduría”, “ser de luz”, es el que deja de lado la dicha y el reposo infinito del nirvana para volverse hacia la humanidad doliente que aún espera la salvación. Por compasión hacia los hombres, a fin de prestarle su ayuda, este ser de bondad renuncia a la felicidad eterna.

Figura magnífica, altamente moral, el bodhisattva conmueve a los seres que, inmersos en las tinieblas de la ignorancia y el mal, no pueden cruzar a salvo aquel río en cuya orilla opuesta los aguarda el conocimiento trascendental. Por ello, la piedad del bodhisattva es reconocida con el culto que le profesan quienes le agradecen su auxilio a los seres mortales.

Cada uno, afirma la escuela mahayánica, entiende las palabras del Buddha de acuerdo a su capacidad, grande, pequeña o mediana, aun cuando las palabras del Bienaventurado sean siempre las mismas. Cada uno, sostiene, ha de recorrer el sendero de la liberación hasta donde se lo permitan las limitaciones de sus facultades, que son perfectibles. La emocionante posposición que hace el bodhisattva de sus propios intereses en bien de los humanos sufrientes, se constituye en un ejemplo concreto, nada teórico, del camino que debe seguirse para el mejoramiento personal. Ética de piedad hacia los hombres, de compasión por cuanto existe bajo el ancho cielo, que se traduce en una actitud que no atenta contra ninguna forma viviente, que todo lo respeta. La “buena ley” es, ante todo, un mandato de amor.

La extensa literatura mahayánica se calcula que abarca alrededor de trescientos mil fragmentos. Una de esas obras es el Lalitavistara (Narración  -o exposiciónde los juegos), considerada entre las más antiguas, probablemente casi contemporánea del príncipe Siddharta Gautama. El texto reviste una importancia múltiple. Ante todo, nos informa de manera bastante completa sobre la cosmogonía y el panteón búdicos donde las huellas de las concepciones brahmánicas se dejan sentir por doquier. Así hace suyos desde los devas2 y dioses mayores hasta los kalpas o ciclos de activación universal, pasando por la idea de una rueda de nacimientos y muertes a la que el ser humano está sujeto hasta tanto se libere de esas cadenas para acceder a un estado perdurable de serena dicha.

La forma de presentación, no obstante, difiere de los sutras brahmánicos. Éstos, ateniéndose a su nombre -“hilo, hebra”- se expresan concisamente, sin redundancias ni tautologías, yendo directamente a su objetivo, lo cual les confiere a veces cierto carácter críptico. Los sutras búdicos, en cambio, son dilatados diálogos, arborescentes y reiterativos, en que el tema central va apareciendo poco a poco y con lentitud.

Una subdivisión de este tipo de texto son los valpulyas -“ampliados” que tratan las diversas clases de dharma y artha, esto es, de los diferentes modos de adquirir los bienes de este mundo y del mundo y los seres en desarrollo. La antigüedad real de estos sutra es dudosa, puesto que los valpulyas requieren un punto de elaboración teórica y estilística al que no es probable se hubiera llegado a poco de la muerte del Iluminado.

Prosa y verso alternan en estos escritos sin mayor regularidad, siendo el verso la abstracción de lo que propone la prosa. La apertura de los sutras recrea las circunstancias y el momento en que fueran pronunciadas las palabras del asunto a tratar –lo cual configura un rasgo de interés para conocer las condiciones de la época. Por lo tanto, el interés por estos escritos es múltiple: histórico, social, ético pero, sobre todo, espiritual por cuanto señala el sendero para el verdadero desarrollo del ser humano: alcanzar la buddhidad,

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El camino del boddhisattva

No obstante, los buddhas no aparecen en cualquier momento histórico, El cultivo brota cuando el terreno está fertilizado, esto es, cuando se reúnen las condiciones sociales apropiadas: tranquilidad y orden, cumplimiento de los deberes religiosos, sumisión a la ley moral. Sólo así puede volverse el hombre hacia su propio interior, desoyendo los cantos de sirena mundanales que lo apartan de la reflexión liberadora.

En la elección entre las múltiples posibilidades que se ofrecen se destaca, resplandeciente, el ideal búdico: las aspiraciones más altas que pueden abrigarse se encuentran las maceraciones ascéticas. El abandono del mundo como paso para el logro de la sabiduría trascendental es, definitivamente, superior a cuanto la sociedad de los hombres puede ofrecer, ya sea dinero, fama o poderío. ¿Por qué? Porque nada de ello es real, nada permanente ofrece. La ilusión de lo fenoménico recién alcanza a disiparse cuando atravesamos el río que nos separa del conocimiento verdadero, cuando disipamos la textura de maya que nos compone, tanto a nosotros como a cuanto nos rodea.

Universo engendrado por el deseo donde la codicia reina, los mundos tiemblan cuando aparece aquel que desdeña las solicitaciones de lo efímero por el amargo cáliz del renunciamiento que contiene el licor de la dicha inmortal. En un mundo de apetencia, los hombres se estremecen ante el extraño que derrama la “leche de la humana bondad” en su transitar hacia la liberación. Psique perturbada por los logros materiales, el espíritu se turba ante la resolución de acceder a la verdad.

¿Cómo describir aquello que no puede ser descrito con medios mortales sin que se lo traiciones?  La solución hallada por los fundadores de religiones ha sido poco más o menos siempre la misma: valerse de los órganos sensoriales en su más amplia extensión. Así, desdeñando el forjar nuevas expresiones que de todos modos le impondrían la distorsión de su prisma a lo que se trata de traducir, se sirven del aporte de los sentidos hasta que éstos, al colmarse, permiten acceder a una comprensión que excede su dominio. De esta amera, lo que empieza en clave sensible acaba extendiendo sus ecos a los hondones ónticos. Allí mismo donde reside el silencio de la poesía.

 

1 Hemos optado por seguir la grafía aceptada por la Real Academia Española en lugar de transcribir “Buddha” como sería más correcto-

2 En todos los casos et plural de las palabras extranjeras es falso, no se corresponden con el original sino que se trata de una adaptación española para hacer más claro el texto.

 

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HALLOWEEN O UN AÑO NUEVO

Ha terminado la lunación de octubre-noviembre y está por comenzar el tiempo en que todo se adormece. La Gran Madre de las culturas agrarias está pronta a entrar en la estación oscura no sin antes celebrar las cosechas del año. Es Samhain. “el fin del verano”,. Un nuevo año ha comenzado para los antiguos celtas, para las mujeres sabias que danzan alrededor de un árbol.

Las festividades duraban las tres noches de luna llena más cercanas entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno. Tres noches que finalizaban con la “fiesta de los espíritus”.

Los sacerdotes druidas eran los encargados de oficiar las ceremonias. Encendían fuegos en las colinas, quemaban ramas de roble -su árbol sagrado- y ofrendaban a los manes frutos, animales e incluso, seres humanos.

Se trataba de un momento muy solemne porque se abrían los portales que conducen al más allá. Los antepasados llegaban desde el otro mundo a visitar sus antiguos hogares. Los sabios druidas le prestaban su voz para verbalizar los consejos que les permitirían a los vivos llevar una vida más plena. Y también acceder, luego de su muerte, a un sitio, sin hambre ni dolor, donde conocerían la perfecta dicha. Al día siguiente, en las cenizas y restos de huesos, leerían el futuro de la comunidad para el año que comenzaba.

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La presencia inmaterial de los ancestros no solo era celebrada, una vez por año, en las culturas matrilineales sino también entre los antiguos romanos tanto como por la civilización china.

En coincidencia con esa maravillosa fiesta pagana, el cristianismo introdujo en el año 615, a través del papa Bonifacio IV, el “Día de todos los Santos”, inicialmente consagrado a recordar a “Todos los Mártires”. En los inicios, la efeméride se celebraba el 13 de noviembre, pero el papa Gregorio III la cambió en 741 al 1ro. de noviembre, día de la “Dedicación” de la Capilla de Todos los Santos.

Sin duda algo ocurre en ese lapso mágico ente este mundo y el reino del más allá que la Iglesia no podía ignorar. Por ello, tras el día de los santos, introdujo el 2 de noviembre como Conmemoración de los Fieles Difuntos, admitiendo así la importancia de recordar a los muertos, a cuya asistencia intangible remitían las conmemoraciones de Samahin,

En México, el Día de los Difuntos o Día de Muertos, cobra una especial significación porque continúa una tradición comenzada antes de la llegada de los españoles al continente americano. Entre los maya, los mexica, los totonaca y otras etnias precolombinas  ese día se dedicaba a recordarlos, a celebrarlos con diversas prácticas que incluían mostrar cráneos conservados como trofeos en rituales de nupcias con la muerte.

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Halloween

Se conjetura que la palabra Halloween fue empleada por primera vez en el siglo XVI como una forma abreviada en lengua escocesa de la expresión inglesa All hallow-even, nombre antiguo para la “víspera de todos los santos”.

En el siglo XVIII, cuando los inmigrantes irlandeses fueron llegando a Norteamérica, portaban consigo sus costumbres, sus tradiciones, su folclore. Y también su versión de la noche de Samahin.

Al igual que sus antepasados celebraban Halloween como el comienzo de un nuevo año y el momento en que la línea entre vivos y muertos se adelgazaba de manera extraordinaria. Por ende, se debía homenajear a los espíritus benévolos y tratar de alejar a los maléficos. A fin de lograr este último fin, se usaban trajes y máscaras  para protegerse de sus malas influencias.

Sin embargo, a la vigilia nocturna los inmigrantes le agregaron una extraña presencia: la de Jack o’lantern.

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La leyenda de Jack o’lantern -o Jack O’Lantern- asegura que una noche del 31 de octubre ocurrió un hecho inusitado: el campesino se tropezó con el Diablo. El irlandés astuto y pendenciero se hallaba en apuros porque era objeto de una enconada persecución por parte de unos aldeanos a los que les había robado sus pertenencias. En el momento de encontrarse con el Señor de los Infiernos, éste le aseguró que había llegado el momento de su muerte. En una especial versión del mitologema de la venta del alma al Demonio, el mañoso Jack, en lugar de asustarse, tentó al Diablo diciendo que debía castigar a los aldeanos que lo perseguían por ser extremadamente devotos de Dios. A tal fin le dijo que adoptara la forma de una moneda con la cual él le pagaría a los campesinos lo que costaban los objetos robados. En el momento de entregársela a los perjudicados, el Diablo podría desaparecer, o tomar otra forma, lo cual haría que los aldeanos se pelearan entre sí para discernir quién había hurtado la moneda.

El Demonio aceptó la propuesta, Una vez convertido en moneda de plata, el ingenioso Jack lo guardó en su bolso, donde había una cruz, también robada. Ante la cruz, el diablo perdió sus poderes. Una vez más Jack formula un trato a su prisionero: lo dejará ir si promete no llevarse su alma jamás. Cerrado el convenio, el Diablo recuperará su libertad en tanto Jack habrá de morir mucho después como cualquier mortal.

La oscura historia de Jack, su candil y su trato con el Demonio rápidamente caló hondo en el alma pueblerina. En Irlanda y Gran Bretaña comenzó a tallarse el farol de Jack en distintos vegetales, especialmente rabos y remolachas. Sin embargo, en Norteamérica esas plantas escaseaban en tanto las calabazas eran muy abundantes. La ecuación fue perfecta: pronto las calabazas cobraron incluso más importancia que los vegetales precedentes.

 Trick or treat es la consigna que se emplea en Halloween como forma de recordar el episodio de Jack. No obstante se asegura que la costumbre, cuyo registro data en Norteamérica de 1920, tiene un antiguo origen. El ¿truco o trato? o ¿dulce o truco? sería una derivación del soul cake “pan de almas” muy tradicional en Gran Bretaña durante la Edad Media. No por antiguo, el juego ha perdido su vigencia sino que, por el contrario, sigue siendo muy efectivo.

 

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LA MAGIA DEL UNICORNIO

La fantasía y la realidad alimentan por partes iguales el terreno en que se ubica el unicornio. Su historia es muy extensa. Ya en tiempos de los antiguos egipcios un papiro –al igual que algunos símbolos babilónicos- muestran la disputa de las estaciones como una contienda entre un león y una cabra donde los cuernos de la cabra aparecen diseñados de manera tal que se reducen a un solo cuerno saliendo de la frente. Una variante la constituyó el toro de la primavera en su rencilla contra el león del verano, donde el toro se muestra con sus dos cuernos fusionados en uno solo, muy potente.

El Lejano Oriente le ha dado un lugar significativo al unicornio. En la literatura védica aparece mencionado explícitamente atribuyéndose a su cuerno poderes curativos, siendo su fuerza invencible. En ocasiones agregan que al unicornio le gustan los lugares solitarios y que vaga sin ninguna compañía por los campos abiertos. Plinio agregó a estos comentarios la precisión de que nunca podía ser apresado vivo.

La cultura china le dedica un lugar especial. En el Li Ki se lo considera, junto con el ave fénix, la tortuga y el dragón, uno de los cuatro animales benéficos o espirituales. En tal carácter se le dedicaron numerosas odas, himnos y anales que, asimismo,  afirmaban que podía vivir más de mil años, que su voz tenía el sonido de las campanas y que se dejaba ver antes del nacimiento de un gran sabio o una personalidad destacada. Se dice que el ki lin, el unicornio chino, se presentó antes del nacimiento del Emperador Amarillo y que también hizo su aparición ante la madre de Confucio cuando ésta lo estaba gestando. En sentido opuesto, se consideró un presagio nefasto que un carretero hiriera a un unicornio antes de la muerte del Viejo Maestro.

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 Ki lin en Hanoi, Templo de la Montaña de Jade

Atributo de los oficiales de alto rango y emblemático de la rectitud. la equidad era asimismo una de las virtudes del unicornio. “Veintidós siglos antes de la era cristiana, uno de los jueces de Shun disponía de un ‘chivo ‘unicorne’, que no agredía a los injustamente acusados y que topaba a los culpables”1

Las primeras noticias que se tienen en la cultura occidental sobre el unicornio se deben a Ctesias de Cnido. Este médico e historiador griego de mediados del siglo V a.C. lo describe como un animal silvestre con la apariencia de un caballo pero con el cuerpo blanco, la cabeza púrpura y los ojos de color azul intenso. Su cuerno, afirma Ctesias, era negro, con la punta roja y la base blanca. Otras descripciones aseguran que su lomo era de cinco colores distintos y el vientre amarillo. Su apariencia general era de una corza y sus cascos de caballo no pisaban el césped al andar,

En el Talmud (Tratado de Shabat 28) se dice que se trataba de un animal que poseía un único cuerno en la frente y que su aspecto era multicolor. Asimismo se afirma que existen numerosas referencias en la Biblia a la existencia de este animal fabuloso y que Adán le sacrificó a Dios un unicornio (Chulin 60a). Otra de las varias referencias talmúdicas es que el unicornio no pudo entrar por su tamaño al arca de Noé pero que pudo sobrevivir al Dilucio aferrándose con su cuerno al arca. Y. al igual que la tradición china, se afirma que se presenta en grandes ocasiones, como cuando hizo su aparición ante Moisés en el desierto para ser usado en el Tabernáculo, tras lo cual se extinguió en la región (Shabbos 28b).

Lucio Flavio Filóstrato no duda ,de las virtudes curativas del unicornio. Sostiene que, tomando del cuerno del unicornio, desaparece todo malestar, incluyendo los dolores de una herida, agregando que esta bebida habilita a pasar a través del fuego y a tomar el veneno más potente sin recibir daño alguno. Sus propiedades medicinales, tales como sanar la epilepsia, llevaron a que, según Plinio, cazarlos fuera un objetivo importante en la India, sin tener en cuenta que herir o matar un unicornio era de muy mal agüero.

El afán de no padecer ningún mal o enfermedad llevó a los señores medievales a enviar cazadores a la India para regresar con el trofeo de cuernos de unicornio. La misión solía quedar trunca porque el unicornio es un ser solitario  muy esquivo y agresivo rara vez visto y, por lo tanto, difícil de cazar. Tal vez porque, como sostenía el Physiologus Graecus en el siglo IV, “es un animal de veloz carrera… que alimenta malos propósitos hacia los hombres.”

La versión medieval

La historia se va tejiendo con memorias y olvidos, con temas olvidados que retornan en nuevos contextos. Tal es lo que ocurrió con la figura del unicornio.

Las dos grandes epopeyas de la India, el Ramayana y el Mahabarata fueron redactadas entre los siglos XIII y XI a.C. En ellas se encuentra la leyenda de una doncella virgen relacionada con el unicornio. Santa, la hija del rey, debe casarse con un eremita llamado Rishyasnaga –Cuerno de gacela– hijo de Vibhandaka, el Unicornio. El asceta se ve obligado a dejar su soledad porque sólo mediante el casamiento con Santa puede conjugarse la terrible sequía que asolaba al país. Porque, tal como lo señala Granet2, en referencia a otra área cultural, el unicornio es el que lucha contra el sol, el que lo devora por ser responsable de las calamidades de la sequía

El mitologema se retomó veinticuatro siglos después, en el contexto medieval siendo reorganizado conforme a los cánones cristianos, Por ende, aparece resaltada la corporalidad sexualizada: el cuerno se identifica con la penetración en la criatura. En relación a lo divino, es el Espíritu Santo fecundando a la Virgen.

En lo profano, el Bestiario de Cambridge, del siglo XII, dirá que “ni uno solo ha ido a parar vivo a las manos del hombre, y aunque es posible matarlos no se les puede capturar.” Y agrega que es muy pequeño, como un cabrito, y excesivamente rápido.

No obstante, otros bestiarios dirán que la única manera de apresar vivo a un unicornio es ponerlo delante de una virgen a cuyo regazo pronto saltará, siendo domesticado por la virgen. Precisamente por ello, Leonardo afirmaba que la sensualidad es lo que le hace olvidar al unicornio su fiereza para recostarse en la falda de una doncella, quedando así a merced de los cazadores.

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Rafael tomó precisamente este tema en un cuadro que pintó entre 1504 y 1506. Allí aparece una dama, en una posición casi idéntica a la Gioconda, que sostiene en su regazo a un pequeño unicornio. El parecido con las miles de pinturas de la Virgen y el Niño no puede ser mayor.

Los siglos XV y XVI son ricos en pinturas y tapices que incluyen al unicornio junto con algunos símbolos de virginidad y castidad: el hortus conclusus,; el speculum sine macula y el árbol de granada. Asimismo, se populariza la representación de la Virgen María, especialmente en las Anunciaciones, con un unicornio, un jardín cerrado, una fuente, un espejo y árboles de granado.

Los tapices de La Dame à la Licorne  quizá sean el lugar donde más se concentra la pluralidad de interpretaciones sobre la figura del unicornio. De origen flamenco, tejidos en lana y seda, fue Próspero Merimée quien advirtió su riqueza  cuando en 1841 los vio en el castillo de Boussac. De estilo mille-fleurs pertenecen en realidad al siglo XV, aunque se convirtieron en leyenda recién al recibir su nombre y ser descriptos por Georga Sand poco tiempo después de ser descubiertos.

Se trata de seis tapices, cinco de los cuales se supone que representan los cinco sentidos. En el denomindo El Gusto, se ve a una dama, encuadrada por un león y un unicornio, cuya vista se vuelve a un pequeño perro que la contempla mientras su mano se dispone a tomar una golosina que le tiende su sirviente.

En La Vista el unicornio posa sus patas sobre la falda de la señora mientras se contempla en el espejo que le es presentado.

La Dama, retratada con maestría aparece en El Tacto sosteniendo con una mano un estandarte mientras con la otra toca con delicadeza el cuerno del Unicornio.

En el cuarto tapiz –El Olfato– la Dama teje una corona de flores. Tras ella un cantor, que da la clave de la alegoría, está a punto de respirar el perfume de una rosa que ha cortado de un panel.

En El Oído la Dama toca un órgano portátil que se halla sobre una mesa recubierta con un tapiz oriental. El león y el Unicornio aparecen sólo en función decorativa.

El sexto y último tapiz, aunque quizá sea el primero, se conoce por A mon seul désir 3, El lema aparece en lo alto de una tienda frente a la cual está situada la Dama, enmarcada por el león y el Unicornio. Estos sostienen unos banderines que lucen las arma de Jean Le Viste, un noble de gran poderío de la corte del rey Carlos VII. Una doncella, de pie sostiene un cofre abierto en el cual la Dama está colocando –o extrayendo- un collar que luce en los otros tapices. Un perro sobre un cojín completa la escena.

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El tapiz flamenco A mon seul desir

 Las interpretaciones en torno a los tapices de La Dama y el Unicornio van en el sentido de que reúnen, a la vez, las características de la sexualidad y su trascendencia. El cuerno se comprende como un falo dominado por la virginidad pero que también simboliza la flecha espiritual, la penetración de lo divino en la criatura humana. La Dama se convierte en el yo que, por propia elección, entra en la tienda de lo divino donde seguramente se operará la transformación del ego temporario, sujeto a las joyas miserables de las apariencias, en el Yo trascendente, más allá de los opuestos.

Y después…

La alquimia hubo de mantener numerosas conexiones con el unicornio. En numerosos tratados de esa ciencia-arte, como los de Mylius o Lambsprinck, figuran representaciones del unicornio, cuyo valor es diverso al cristiano.

El siglo XX recupera el interés por la figura del unicornio. Jung lo relaciona largamente tanto con la alquimia como con la psicología profunda, sosteniendo que su cuerno como señal de poder y fuerza tiene carácter masculino aunque la copa que de él se obtiene adopta un carácter femenino, por consiguiente, se trata de un “símbolo unificador” , una coniunctio oppositorum

La Iglesia, apunta Jung4, ignora el aspecto negativo del unicornio. En cambio la alquimia desarrolla el potencial de su ambivalencia, vale decir, por un lado se transmuta en paloma blanca en tanto su relación con los monstruos primordiales lo acercan a la representación de la fuerza viril pura y penetrante.

El arte sagrado cristiano identifica a menudo al Unicornio con Cristo y lo muestra dentro del jardín mágico cerrado –el regazo de la Virgen- simbolizando tanto la pureza física como la fecundidad. Jung, en cambio, sostiene que su condición de animal mítico originalmente monstruoso  lo torna especialmente apropiado para ser expresión del monstruum Hermaphroditum de la alquimia, esto es, Jung lo ubica trascendiendo la polaridad sexual, reuniéndola en un haz en la figura del hermafrodita.

El cuerno se torna entonces símbolo de la fecundidad espiritual, en el enigma del tercer ojo que capta el fluir de la energía universal en tanto la Dama se asimila a la piedra filosofal que une los contrarios. El Unicornio y la Dama se funden en el Andrógino universal, en el oro de la eternidad.

En un plano más cercano a lo cotidiano. Bertrand d´Astorg relacionó al Unicornio y la Dama con los sentimientos amorosos, especialmente con el amor cortés medieval. Describe al unicornio blanco, cuyo “cuerpo exhalaba una luz cenicienta mientras sus pezuñas emitían resplandores. Galopaba como para llevar bien en alto el cuerno terrible donde las nervaduras nacaradas se enroscaban con regularidad.”5  Sin embargo, aunque suscita y siente grandes amores, d´Ástorg señala que pertenece a la categoría de amantes que no están dispuestos a  realizar su amor. Su misterioso poder de descubrir lo impuro no podría soportar la menor mácula en la pureza del diamante de su amor. Esta clase de seres “renuncian al amor por fidelidad al amor y para salvarlo de una mengua inevitable.”

El unicornio ha sido a lo largo de los tiempos una figura hechizante, Se lo execró y se lo glorificó por partes iguales. Se buscó cazarlo para apoderarse de su cuerno, reputado como altamente afrodisíaco. Se reprodujo u imagen como talismán para el amor. Se lo vio como fuente de poder y fuerza. Pero, sobre todo, constituyó una fuente de inspiración para dejar volar la fantasía.

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El Unicornio  Litografía de la serie “Los caballos de Dalí

Se lo perpetuó bajo diversas apariencias en la heráldica, en los tapices, en pinturas y relatos. Desde la Biblia a Mujica Láinez, desde Rafael a Dalí, desde los tapices flamencos a las cálidas artesanías anónimas, el unicornio ha movilizado la imaginación. El cine no estuvo ausente de la atracción que ejerce el unicornio: desde A kid of two farthings,  Fantasía, hasta Nico, Blade Runner o El último  unicornio y su aventura de rescatar a todos los de su especie, estas criaturas pueblan la ficción que, en muchas ocasiones, se vuelven realidad.

1 JORGE LUIZ BORGES y MARGARITA GUERRERO. Manual de zoología fantástica. México. 1957
2 MARCEL GRANET. Danses et légendes de la Chine ancienne, París,1926
3 Se  ha traducido de diversas manera: “A mis solo deseo”, “mi (único) deseo. “sólo por mi deseo” “por mi deseo” y “sólo por seo mío,”
4 CARL JUNG. Psicología y alquimia. Buenos Aires, 1987
5 BERTRAND  D´ÁSTORG. Le Mythe de la dame à la licorne. Orís, 1963. Esta cita y la siguiente pertenecen a la misma obra.

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Los ojos del búho

En los albores mitológicos el búho estuvo asociado con la Triple Diosa: Lilith, Anath, Varahi –la matarah hindú-, Blodeuweld, Atenea. Como símbolo de la Diosa, como uno de sus atributos e, incluso, como su imagen reconocida, el búho soportó las mismas ambivalencias que acompañaron a la Gran Madre,

En su aspecto negativo, en la China Antigua se lo consideraba un animal terrible, capaz de devorar a su madre. Asimismo, en ciertos casos, se lo asimilaba al Dragón Llameante. En Babilonia, oír el clamor nocturno de un búho era señal de que el fantasma de una mujer muerta durante el parto estaba buscando a su hijo.

La conexión muerte-búho se repite en las culturas precolombinas. Entre los maya-quichés se decía  que cuando un búho canta, un ihombre muere.” Asimismo, el dios azteca de la muerte, Mictlantecuhtli, era representado en compañía de búhos. Entre los algonquinos, durante sus ceremonias rituales, un hombre-búho señalaba el camino hacia la Tierra del Sol Poniente, reino de los muertos porque se creía que el búho era tanto un ave de muerte  como el creador del viento norte y el invierno.

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 Atenea Partenos

 La contrapartida de su faz oscura era su lado positivo: compartió con Atenea los dones artísticos, de sabiduría y videncia Su posibilidad de mover la cabeza en un ángulo de hasta 270 grados, sus ojos insomnes  y su mirada aguda lo convirtieron en símbolo del asombro inquisitivo ante la pluralidad de la existencia. Más aún, Homero adjetiva a Atenea refiriéndose a sus ojos como glaucos, esto es, brillantes como los del mochuelo.

En otra área cultural, la hinduista, emerge con fuerza la diosa Lakhmi, cuyo culto se ha extendido por el mundo entero. Se la representa a horcajadas sobre un búho blanco y ambos son considerados símbolo de la buena fortuna, la abundancia y la prosperidad. Lakshmi deriva de la palabra sánscrita laksme  que significa “meta”, vale decir la diosa y el búho forman un conjunto que representa el objetivo de la vida que es tanto material como espiritual. En tal sentido, numerosos pueblos originarios utilizan las plumas de búho en función curativa o como talismanes.

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Búho pintado sobre una piedra por Akie Nakata

 Misteriosos, de costumbres nocturnas, los búhos suelen deambular entre los humanos sin que éstos los perciban. Al igual que sucede con aquello que se relaciona con lo femenino, soportan un doble parámetro que se va modificando a lo largo de los tiempos. Quizá el ejemplo más significativo sea el que se relaciona con Strix.

En sus inicios, Strix era un ave que consumía carne y sangre humana. Sin embargo, no habría de transcurrir demasiado tiempo antes que se denominara strix al búho y, por extensión, a la deidad de ojos de mohuelo. que tomara esa forma o que lo luciera como atributo. Por tanto. búho y mujer sabia pasaron a ser sinónimos.,

El proceso llevó varios siglos. Homero hablaba de Eileithya, la diosa de los partos y el nacimiento. El avance de los dioses solares y el oscurecimiento de lo femenino poco a poco fueron convirtiendo a la diosa y el oficio que protegía en una criatura fantasma que deambula por la noche aterrando con su presencia malévola a las personas que quedan paralizadas sintiendo que su peso espectral les aplasta el pecho. En el mismo sentido, espíritus femeninos con alas de búho se decía que sobrevolaban los sitios donde hubiera criaturas, prestas a llevarlos consigo a los lóbregos lugares donde residen las aves rapaces.

La transformación de la diosa del parto fue seguida, en épocas medievales, de constantes referencias al búho, asimilado a una de las “tres hermanas desobedientes” de Lilith, (la Triple Diosa) que osaron desafiar al dios judeo-cristiano. En consecuencia, los mochuelos fueron vistos como súcubos, espíritus del mal.

Sin embargo, el punto más alto en la atribución del mal lo constituyeron las comadronas. La antigua ave Strix, con los avatares del sucederse de las estaciones, le dio su nombre a la mujer sabia o empoderada que se convirtió así en strega, esto es, en bruja.

Todos los miedos masculinos, todas las malas pasiones se volcaron en el odio hacia esa mujer que ayudaba a otras mujeres a parir, que curaba a los enfermos, que consolaba a los pobres. Mujer y lechuza, mujer y búho –o gato, o perro- recibieron el estigma de encarnar las fuerzas negativas que producen las catástrofes, sean del orden personal, climático o incluso el social. Se desató entonces una de las campañas más cruentas, perversas y prolongadas de la historia que dejó en Europa un saldo de miles y miles de personas muertas: la caza de brujas.

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Al igual que las mareas cambian periódicamente el nivel del mar, las sociedades humanas van desplazando sus intereses hacia diversos centros. Del fanatismo contra las brujas y su persecución implacable el punto focal se trasladó al desarrollo del humanismo y la ciencia en sus diversas expresiones. El búho, entonces, se convirtió en uno de los objetos de estudio de la ornitología. De tal modo, striges se convirtió en la familia de Strigidae, del orden de las estrigiformes o aves rapaces nocturnas,

Tengan plumas alzadas que semejan orejas y ojos con una coloración amarilla o anaranjada en el iris como los búhos, o que no las tengan, como las lechuzas, estas aves –cuyas diferentes clases llegan a decenas- siempre se ha creído que ostentan poderes especiales. Lo cierto es que las creencias nunca acaban de morir, En muchos cultos se siguen empleando plumas como mensajeras de los dioses con la convicción de que protegen de numerosos males. Lechuzas y búhos son vistos como seres de sabiduría, de intensa vibración espiritual. Tampoco se ha perdido la convicción de que protegen y cuidan a los mortales porque sus ojos insomnes alcanzan a ver los reinos del más allá de los sentidos. En el Antiguo Egipto  se los conservaba embalsamados para que continuaran tejiendo lazo de protección hacia sus dueños. En la actualidad, su permanencia como custodio se observa en su presencia en la parte derecha de lo billetes de un dólar desde donde se asoma tímidamente para vigilar el orden económico.

 

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Las hormigas argentinas

Las hormigas argentinas se han convertido, desde hace un tiempo, en tema de estudio en universidades como la de Girona, Kansas, Hiroshima, California. Incluso la Royal Society de Londres ya ha publicado un libro al respecto.

Nacida en las orillas del río Paraná, la Linephitema Humile pronto se extendió a más de veinte países y cinco continentes en un aluvión que no tiene precedentes,

Lo cierto es que las hormigas argentinas han desarrollado un sistema de hermandad que no admite peleas internas, En cambio, son feroces con aquellas congéneres que no pertenecen a su colonia. Su poderoso sentido de la competencia y la ferocidad con que tratan a las rivales las han llevado a un lugar de preeminencia  allí donde donde se han afincado.

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Las claves de sus logros quizá se cifren, además, en su poder de adaptación tanto como por ser poligínicas, esto es, que cada hormiguero es habitado por varias reinas, que mantienen un alto nivel de población. No obstante el núcleo de su éxito ha de encontrarse en otro motivo: su inmenso sentido del cooperativismo. Un científico de la Universidad de Lausanne sostiene, con cierta admiración que los “hormigueros dejaron de lado las diferencias para crear la unidad cooperativa más grande jamás descubierta.” Han desarrollado supercolonias de billones de individuos y kilómetros de extensión. Sin embargo, por esas mismas razones son consideradas peligrosas,
La sociedad científica, que no ve con buenos ojos el sentido de pertenencia y unidad, las clasifica como “una peste”, por alterar los ecosistemas y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza las incluye en la lista de las “100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo” Por supuesto que en esa lista nunca estuvieron incluidos los humanos.
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El lenguaje de los ángeles y otras comunicaciones.

¿Qué sucederá en el futuro? ¿Cómo será el tiempo por venir? ¿Y qué ocurrirá en el hipotético mañana posterior a la desaparición física?

“Eran las veintitrés horas de un 31 de marzo, En casa de John Fox, pastor metodista, volvieron a oírse los ruidos por los que había abandonado la casa su dueño anterior, el señor Vekman. Ea noche, a diferencia de otras ocasiones, a las hermanas Fox se le ocurrió imitar con un castañeteo de dedo los sonidos que escuchaban y que tribuyeron  una entidad espiritual. Más tarde, le propusieron a la entidad cuyos ruidos repetían, que contara hasta cuatro, ocho, doce, etc. Ante su gran sorpresa, la propuesta fue aceptada. En esa noche de 1848 las hermanas Fox acababan de inaugurar el primer telégrafo con los espíritus, tal como en 1746 se había inaugurado el primer telégrafo entre los seres vivientes.”1 Va de suyo que no era el primer intento de comunicarse con los seres queridos que habían fallecido o con entidades de cuño diverso.

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Saber qué gobierna nuestros actos, qué va a suceder en el futuro de la existencia sobre la tierra y, más aún, inquirir qué acaecerá –si algo ocurre- una vez traspasados los umbrales de la vida  ha sido una inquietud constante del pensamiento. Y, para satisfacer esa necesidad, han valido los métodos más diversos. Entre las primeras mancias se encuentran seguir el vuelo de las aves, escudriñar las entrañas de los animales o sus huesos, tintinear campanillas, tirar los dados, interpretar la disposición de semillas o piedras.

Desentrañar el futuro se fue convirtiendo en tarea de especialistas; en el caso de la Grecia antigua, por ejemplo, quienes cumplían esa función eran las sacerdotisas de la Pitia o la Sibila. Asimismo, los métodos de inquisición del porvenir fueron tomando formas complejas tales como el desarrollo de la astrología o el Tarot.

Runas, líneas de las manos, cencerros, figuras dibujadas en la tierra, o cientos de otros artificios, sirvieron a los oráculos, chamanes y adivinos de toda laya para ponerse en contacto con planos fuera de la percepción corriente donde quedan abolidas las tres divisiones convencionales del tiempo. Asimismo, no son pocos lo casos donde la búsqueda hubo de orientarse a establecer contacto con entidades extraterrestres, sea la serpiente Pitón, los dioses del Olimpo o las almas de los muertos. En ese sentido, una de las comunicaciones más buscadas ha sido con los ángeles.

Los ángeles

Los ángeles son polivalentes1: originalmente no tienen sexo pero, en ocasiones, se masculinizan o toman la figura de una mujer e incluso llegan a tener género pero no sexo. Sin olvidar, claro está, que toman apariencias como las que describe san Juan en el Apocalipsis, con ojos por delante y por detrás o semejando animales.  Asimismo, son tan guardianes como destructivos y tan proféticos como protectores. Su conducta, por lo general, puede parecer errática a los humanos que, aunque desconocen sus motivaciones profundas, se sienten fuertemente atraídos a establecer un diálogo con ellos.

El mayor obstáculo para comunicarse con los ángeles es que, si no descienden a la tierra, no tienen un lenguaje como los humanos ya que la voz es un fenómeno físico cuyas reglas no cuentan en otros planos. Por consiguiente, cuando a una persona le llega un mensaje angélico tiene validez sólo para ese destinatario. Es el elegido para  decodificar lo que recibe de acuerdo a sus propias reglas semánticas, como lo demuestra el caso del ángel que se le presentó a Zacarías entre los arrayanes. Fuera de ese receptor, caduca todo diálogo; vale decir, cuando transitan el planeta hablan, o transmiten, un lenguaje que el oyente elegido traduce al idioma que entiende. Santo Tomás aclara este punto diciendo que los Ángeles hablan entre sí abriendo su mente mediante un acto de voluntad. El santo  agrega que esta forma de transmitir se denomina “iluminación” –lo que las nuevas ciencias dirían que es parapsicología.

En el Libro del Jubileo –uno de los evangelios apócrifos- se sostiene que no sólo los ángeles sino Dios mismo utilizaban una forma del hebreo para comunicarse con los seres humanos. Y lo mismo sostiene Pablo en el Apocalipsis, pero esa comunicación se desbarató cuando los hombres se propusieron erigir  una  torre en la planicie de Shinar para llegar hasta el cielo. Ese acto ofendió a Dios que sembró la confusión entre los constructores, creando una multiplicidad de lenguajes de modo que ya no pudieron entenderse para llevar adelante sus planes.

La Lingua Ignota

El 16 de setiembre de 1098 nació en Alemania Hildegarda von Bingen. En su larga vida fue abadesa del monasterio donde se educó, música, escritora, médica, compositora, siendo su palabra  muy escuchada por la jerarquía eclesiástica. Su personalidad polifacética incluía asimismo dos aspectos muy peculiares: el misticismo y la profecía. Sus visiones, altamente respetadas,  la llevaron a ser conocida como la Sibila del Rin o la Profetisa teutónica. Lo cierto es que Hildagarda se pensaba sólo como una transmisora de lo que le dictaban las entidades celestes.

En el Libro de los méritos de la vida -Liber Vitae Meritorum– relata así el comienzo de sus visiones: “Esto me pasó a mí, una simple mortal, el noveno año después que la aparición verdadera me manifestara revelaciones auténticas por las que padecí durante diez años. Me pasaba desde el primer año, desde que esa aparición se me manifestara para explicarme las cualidades de las diversas naturalezas de las cosas creadas, y respuestas y consejos para muchas personas tanto de rango distinguido como inferior, y la sinfonía armónica de las revelaciones celestes, y escritos e incluso una lengua desconocida con algunas otras explicaciones”

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 El alfabeto revelado o Ignota litterae

 “Una lengua desconocida”. Hildegarda le relataba así en tercera persona al papa Anastasio el don de haber recibido un lenguaje nuevo: “El que Es Sin defecto y Grande, ha tocado justo ahora una pequeña morada para que se vea un milagro y  pueda formar letras desconocidas, y pronunciar una lengua ignota y también que pueda tocar por sí misma multiformes y armoniosas melodías.”

El don otorgado a la abadesa para recibir los consejos llegados de otras esferas, consiste en un glosario de poco más de mil palabras que Hildegarda describió parcialmente en un trabajo cuyo título es Lingua Ignota per simplicem hominem Hildegardem prolata.

De la Lingua Ignota sólo queda un corto texto, preservado de las injurias del tiempo que dice así:

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El fragmento citado

O orzchis Ecclesia armis divinis praecinta, et hiacyncto ornata tu es caldemia stigmatum loifolum et urbs scienciarum. O, o tu es etiam crizanta in alto sono, et es chorzta gema

(“Oh Iglesia del mundo, armada de la mano divina, y embellecida por jacintos, tú eres el bálsamo de la gente y de la ciudad de las ciencias. Oh, oh tú eres también adornada en música sublime, y eres gema brillante”)

El idioma de las brujas y otros

Los siglos XV y XVI marcan un momento estelar en el desarrollo de las ciencias ocultas. Entre traducciones de antiguas obras del griego y el latín y los ricos aportes de judíos y árabes se fue gestando un movimiento cuyos frutos no cesan de estudiarse. Uno de los nombres destacados de ese período es el de  Heinrich Cornelius Agrippa von Nettesheim.

Agrippa nació en Colonia, Alemania, en 1486 y murió en Grenoble, Francia, en 1535. En su vida, más corta que larga, tuvo tiempo para ser médico, astrólogo, cabalista, filósofo. Como escritor se destacan sus libros sobre filosofía oculta, numerología, sus comentarios a la obra de Raimundo Lulio y una encendida obra dedicada a la defensa de las mujeres: De nobilitate et praeccellentia faemini sexus (De la nobleza y preexcelencia del sexo femenino)

En su obra De occulta philosophia Libri Tres, publicada en 1533, Agrippa recoge extensos conocimientos sobre alquimia, filosofía natural, magia y otras ramas esotéricas. Asimismo, hace extensas menciones a tres códigos o lenguas para comunicarse con seres que no se hallan en la dimensión temporal humana: el tebano, el Malachin, y el Transitus fluvii, siendo el Alfabeto Angelical la base de los restantes.

El Alfabeto Angelical, al igual que el hebreo, no tiene vocales sino que se las indica convencionalmente con determinadas puntuaciones debajo de las letras pertinentes. Una de sus características es que  las puntas de cada letra terminan en pequeños círculos que, supuestamente, se utilizan para contener la energía angelical que impregna las letras.

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Aleph y resh, primera y última letra del Alfabeto Angelical

El Alfabeto Tebano es mencionado por primera vez por Johannes Trithemius en su obra Polygraphiat de 1518. Atribuye su autoría a Honorio de Tebas, un conocido mago medieval pero esa creación es desmentida por Agrippa quien dice que su artífice es Pîetro d;Abano, un  médico y astrólogo que vivió entre los siglos XIII y XIV. Lo cierto es que este lenguaje suele denominarse también alfabeto honoriano o runas de Honorio, aunque consiste en letras, no en runas. Durante siglos ha sido muy empleado para amuletos y ceremonias rituales.

La etimología de la palabra hebrea Malachim significa “enviado, mensajero”, y le da su nombre a la escritura regia o angelical. Se trata de una mezcla de los alfabetos hebreo, griego y árabe y se lo ha empleado constantemente desde el siglo XVI. Suele afirmarse que es el que emplean los francmasones de alto grado.

El tercero de los alfabetos mencionados por Agrippa es el Transitus Fluvii. Como los anteriores, deriva del hebreo y está compuesto de veintidós caracteres. Su nombre Pasajes del río remite al cruce del río Éufrates por el pueblo judío cuando regresaba a Babilonia a reconstruir el Templo. Se atribuye su creación al rabino Abraham de Balmis, un médico experto en gramática que falleció en 1522 y, al igual que los anteriores alfabetos de carácter mágico, se basa en fundamentos de la lengua hebrea.

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El Transitus Fluvii

 Lo que distingue al Transitus Fluvii de cualquier otro lenguaje es que se lo consideró la lengua franca de las brujas. No obstante, el manejo pleno de este código ritual y oculto  le estaba reservado a las brujas de grados superiores. Las de menor rango debían conformarse con un conocimiento elemental que les permitía entender los asuntos derivados de su organización social, Adentrarse en su sentido profundo facilitaba el acceso, según cuenta la leyenda, a interpretar todos los lenguajes secretos de la naturaleza, desde la lengua muda de las piedras al lenguaje de los pájaros. Y, con seguridad, también podían entablar algún diálogo con los ángeles no canónicos.

El ángel entre el silencio y el habla

De acuerdo con los grimorios medievales, que retoma Abra Merlin, existen entidades que controlan el cosmos. El ser humano ocupa una posición intermedia entre lo angélico y lo demoníaco y, por lo tanto, se le ha asignado un demonio tentador y un ángel custodio. El objeto de la magia, afirma Merlin, es “obtener el conocimiento y la conversación de este ángel guardián; una vez que lo consigue el mago puede controlar a los demonios que manejan el universo, resucitar a los muertos, curar a los enfermos, encontrar tesoros ocultos e incluso volar.”

En su obra La magia sagrada, Merlin puntualiza que quien pretenda llevar a cabo estas operaciones debe pasar por un largo periodo de purificaciones. Luego, acompañado por un niño –canal apropiado entre la tierra y el cielo- debe arrodillare ante un altar, donde habrá colocado una bandeja de plata, El ángel se manifestará al niño, que lo verá escribir sobre la bandeja un mensaje sólo descifrable por el mago.

En el extremo opuesto de este hermetismo se encuentra el lenguaje enochiano de John Dee, un singular personaje de fines del siglo XVI. Matemático, astrólogo, consejero de la reina Isabel I de Inglaterra, vio tempranamente las posibilidades comerciales del Imperio Británico -cuyo nombre acuñó- y avizoró la importancia del dominio de los mares para lo cual instó a la Reina a renovar la flota que luego le permitió derrotar a los españoles.

En paralelo, Dee era también un lector ávido de los escritos de Cornelius Agrippa porque, sostenía “ninguna ciencia puede probar la divinidad de Cristo mejor que la magia y la Cábala.” En respuesta a sus prácticas de hechicería pronto se lo acusó de actos tenebrosos tales como dejar niños ciegos o muertos mediante artilugios mágicos. Dee presentó una carta exculpatoria ante el obispo de Whitgift  y pudo continuar sin problemas su vida mundana.

Alrededor de su medio siglo de vida comenzó a colaborar con Edward Kelley, un extraño vidente y ocultista. Dee, atraído por el conocimiento espiritual, se había familiarizado con el Libro de Enoc que se reputaba como un instrumento para descifrar el lenguaje de los ángeles.

El Dr. John Dee y Edward Kelley dijeron haber recibido gran cantidad de tablas  y textos revelados por los ángeles a lo largo de cientos de sesiones espirituales Entre esas revelaciones, se hallaban técnicas para adivinar el futuro mediante objetos tales como un espejo de obsidiana negro, una bola de cristal, o una superficie reflectante donde, mirando fijamente, se podían discernir  mensajes del futuro. Pero, fundamentalmente, los ángeles y arcángeles le transmitieron un lenguaje propio, que Dee denominó alternativamente, “lenguaje de Adán”, “habla celestial” o “idioma angélico”. Sin embargo, el público en general lo conocería como “lenguaje enoquiano”

El enoquiano es un  verdadero idioma con gramática y sintaxis propias y un alfabeto de veintidós letras. Asimismo, recibió de los ángeles, entre otros instrumentos, más de cien cuadrados de letras, compuestos hasta por dos mil cuatrocientos un caracteres más las instrucciones para su uso.

Dee se preocupó de ser muy exacto respecto a lo que recibía de los ángeles porque estaba persuadido de que los practicantes del idioma enoquiano cambiarían la estructura política mundial a través de los poderes extraordinarios que recibirían del más allá.

Las psicofonías

Christian de Rosenkreuz, el espiritismo, Eliphas Lévi, Montague Summers, entre otros, se constituyeron, en distintos siglos, en nuevos brotes en el viejo tronco del diálogo con seres del más allá. Las nuevas técnicas electrónicas contribuyeron también a forjar nuevos caminos en el diálogo con lo intangible.

Kostantine Raudive, un discípulo de Jung, escritor y filósofo, dio un nuevo impulso a este tipo de comunicaciones al retomar los aportes de Friedrich Jürgenson. Según las hipótesis aceptadas, este documentalista procedente de Estonia se propusso grabar el canto de un jilguero. Así lo hizo pero, al reproducirlo, encontró que se oían, además, una extrañas voces susurradas. Una y otra vez volvió a grabar al jilguero y una y otra vez surgían esas voces hasta que en cierta ocasión se oyó nítidamente la voz de su madre fallecida que lo llamaba: “Friedel… mi pequeño Friedel… ¿Puedes oírme?

Raudive, que le hbía dedicado muchos afanes a la parapsicología, de inmediato comenzó a desarrollar esa línea de trabajo, el de las voces electrónicas. Recibieron el nombre de psicofonías  -de psico, pique y fonos, por el tono grabado, aunque otros prefirieron llamarlas parafonías, Se especuló si se trataba de productos de la mente inconsciente, pero Raudive sostuvo la tesis trascendentalista, esto es, que se hallaban ante verdaderas comunicaciones con seres no visibles.

Esas entidades –voice-entities– se expresan con rapidez en una mezcla de idiomas que, a veces, ascienden a cinco en una misma frase. Asimismo, puntualiza Raudive, tienen un ritmo propio -tal vez para adaptarse a la comunicación con los seres de este mundo- que suena como una especie de telégrafo. Quizá por esas mismas razones. no respetan las reglas gramaticales y emplean muchos neologismos.

El fenómeno de las psicofonías se divulgó por el mundo entero y aún se sigue estudiando.

La ouija

Muy alejado de las técnicas complejas, disponible para cualquier consultante, se encuentra la ouija. Se trata de un tablero sobre el que se han dibujado las letras y los números del cero al nueve y, en ocasiones, se le agrega “sí”, “no” y “adiós” Los consultantes se concentran en una pregunta y colocan un dedo sobre un puntero que se moverá conforme lo impulsen entidades desconocidas. Su antecedente directo es la antigua zairagia árabe pero en versión implificada. La árabe consiste en dibujar las letras del alfabeto dentro de círculos que representan las esferas celestes. Las divisiones de los círculos se extienden hasta el centro en forma de rayos con una letra inscrita que tiene un valor numérico. La consulta se realiza partiendo de las letras de la pregunta tanto como de la situación astronómica de ese momento para luego trasponer esos datos en factores numéricos que, a su vez, se traducirán en las letras que darán la respuesta.

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Muchísimo menos compleja pero quizá más peligrosa, la ouija se pudo de moda en los círculos espiritistas. No obstante, este juego, llamado también “tablas de las brujas” se utilizaban de modo corriente en muchas casas particulares.

A finales del siglo XIX el norteamericano Elijah Jefferson Bond se declaró su inventor en tanto Eilliam Maupin y Charles Kennard figuraban como titulares de la patente.

Kennard creó una empresa para comercializar estas tablas, afirmando que tenían su origen en el antiguo Egipto y que la palabra ouija significaba “mala suerte”. Es probable que haya algo de cierto en esa afirmación porque se cuentan en gran número las personas cuya afición a consultar la tablita desembocó en trastornos mentales y aun en el suicidio.

En la sociedad donde todo es inmediato, expreso y asequible, ya casi no existen las ceremonias para prepararse a estar en contacto con seres de otras dimensiones. Todo se ha vuelto fácil, sin misterio pero con una gran parafernalia comercial. Abundan los “llamadores de ángeles”, los lectores de la borra de café, de cartas, de velas… Inluso hay quienes aseguran que se puede contactar con los ángeles con sólo decir tres veces su nombre.

Pero el futuro permanecerá por siempre cerrado a quien pretenda asaltar su fortaleza con fines utilitarios personales.

 

1 LEONOR CALVERA. El paso de la muerte. Buenos aires, 2010

1 obre los ángeles y sus variaciones y comportamientos ver: LEONOR CALVERA. Memorias y olvidos. Buenos Aires,  2017

 

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Andróginos y Hermafroditas

El curso de las ideas suele ser cíclico; y las de Platón no constituyen una excepción a la regla. Luego de su muerte, pasaron varios siglos antes que la Escuela de Alejandría retomara con fuerza las teorías del filósofo ateniense. Sin embargo, después de una larga época en que se estudiaron sus obras con intensidad, volvió a sumergirse en el olvido. Más de diez siglos después su figura hubo de volverse central en los objetivos de la institución fundada en 1459 por Cosme de Medicis la Academia Platónica Florentina.

Hacia fines de la Edad Media tiene origen un movimiento cuyo objetivo es producir el resurgimiento de la Antigüedad clásica  estudiando sus textos a la luz de un humanismo de cuño reciente. Artistas, teóricos, gente de letras, filósofos animaron esta corriente que le daría nombre a una época: el Renacimiento. Entre los pensadores, pronto aparecieron dos tendencias marcadas; los que buscaban  dar nueva vida a la figura de Aristóteles -que había prevalecido durante la vigencia del escolasticismo- y los que centraban su interés en Platón. Los primeros centraban su interés en la naturaleza de las cosas, en tanto los platónicos tenían por foco principal al ser humano, su procedencia y su destino. Como ya había sucedido en el pasado, las aguas volvieron a dividirse.

La Academia Platónica Florentina contaba entre sus representantes a figuras como Pico Della Mirandola o Marsiiio Ficino. Precisamente fue Ficino el principal traductor de las obras completas de Platón, labor que fue apartándolo de San Agustín para acercar su filosofía a la doctrina platónica de la ley divina cuyo origen ha de encontrarse en el zoroastrismo.

Entre las muchas influencias que recibió Ficino se encuentra la idea del andrógino. Conforme lo relata Platón, “nuestra antigua naturaleza no era la misma de ahora, sino diferente. En primer lugar, tres eran los sexos de las personas, no dos, como ahora, masculino y femenino, sino que había además un tercero que participaba de estos dos, cuyo nombre sobrevive todavía, aunque él mismo ha desaparecido. El andrógino, en efecto, era una cosa sola en cuanto forma y nombre, que participaba de uno y otro, de lo masculino y lo femenino, pero que ahora no es sino un nombre.”1

 

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Representación convencional del andrógino de Platón

La idea de la unidad primera, que los griegos popularizaron con el nombre de andrógino –andros, varón, ginos, mujer- aparece en las más antiguas y variadas culturas de oriente y occidente. Todas coinciden en afirmar que el ser originario carecía de diferenciación sexual –o reunía ambas características, No obstante, el simbolismo es, casi siempre, una pareja sexuada, como la Shiva-Shakti hindú, la Izanagi-Izanami japonesa o el persa Zurvan, que personificaba además el tiempo infinito y el tiempo circunstancial

Las tradiciones culturales herméticas tanto como los saberes esotéricos, que resurgieron en el siglo XV a la par del neoplatonismo, también sostienen la idea de un primer andrógino que no sería sino un aspecto del huevo original, unidad que, aplicada al ser humano, toma un aspecto sexual.  Desprenderse de la dualidad y recuperar al ser original se convertirá, por ende, en el objetivo de sistemas mistéricos o iniciáticos a través de vías como la mística, la magia o la alquimia.

Los maestros tántricos empleaban la música, entre otros métodos, para que la serpiente Kundalini, que yace en la base de la columna vertebral, fuera ascendiendo por lo distintos centros de energía hasta llegar a la cúpide de la cabeza y así alcanzar la liberación. En el budismo y el hinduismo se llega a ese mismo estado a través de diversas técnicas de meditación.

La alquimia, de hondas raíces orientales, cobró en el Renacimiento un nuevo auge como camino de transformación personal. No poco contribuyeron a ese resurgimiento la traducción de las obras de Hermes Trismegisto  con sus esclarecedores siete principios. El primero de ellos afirma que “todo es mente” y precisamente esa mente universal, sin condicionamientos espacio-temporales, era el objetivo de la Gran Obra alquímica.

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El andrógino alquímico

El proceso que el alquimista ha de cumplir estrictamente se desencadena tanto en el exterior como en el alma del operador, Según los tratados alquímicos se han de recorrer tres etapas para llegar a la Opus magnum. La primera fase es el nigredo, el ennegrecimiento o melanosis en que el iniciado . Es una etapa muy dura en la cual el operador debe aprender a separase de sí mismo en cuanto apariencia para sumergirse en la esencia cósmica femenina.  Si sortera todas las dificultades, pasa a la segunda etapa: el albedo, el emblanquecimiento o leucosis. El alquimista despliega aquí las fuerzas que acaba de capturar, elevando las potencialidades de la materia. Entre la segunda y la tercera fase existe una sub-etapa, la citrinitas, amarillamiento o xantosis Es la  “aparición del oro” que marca la entrada en la tercera etapa, el rubedo, enrojecimiento o iosis. Se produce entonces el contacto con la vida cósmica, son las bodas alquímicas donde se transmuta la pluralidad en lo Uno, donde los opuestos quedan abolidos.

El Renacimiento fue quizá el momento más notorio del tratamiento del tema de la androginia que encontró su magnífico reflejo en obras de artistas como Leonardo da Vinci o el flamenco Jan Mabuse. Sin embargo, fue durante ese período que hizo su irrupción más desdichada la figura de Lucifer.

El ángel caído, el Satanás del aquelarre, el Demonio con el que se establecen pactos espurios en los conventículos de brujas se convierte en una obsesión para los inquisidores que creerán ver sus huellas por doquier. Los inquisidores y sus acólitos y seguidores infundirán terror en las poblaciones torturando y matando en busca de señales del diablo. Encierros, humillaciones, cuerpos torturados y quemados serán la secuela del frenesí inquisitorial.

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El Baphomet

Entre los muchos acusados, además de mujeres de toda edad, desde doncellas hasta ancianas, se encontraban los templarios, que tantos servicios habían prestado a reyes y papas. La peor de las imputaciones cayó sobre ellos: la de adorar al Diablo bajo la figura del Baphomet, el gran andrógino. Mucho tiempo después Eliphas Lévi dibujará su forma aceptada: cabeza de macho cabrío, senos femeninos y rasgos andróginos. Está sentado sobre un cubo,, sosteniendo una vara de Hermes  en forma de falo entre sus brazos, uno femenino y el otro masculino. La composición se completa con signos diversos tales como un pentagrama y una antorcha.

Transcurrido el Renacimiento, el andrógino padeció una suerte de eclipse. Sin embargo, nunca dejó de tratarse en pequeños círculos de corrientes esotéricas tanto como entre artistas y literatos. Sus huellas pueden rastrearse en las disquisiciones de Jacob Boehme en torno a la androginia adánica en tanto las vertientes femenina y  masculina de la divinidad, traducidas en alma y espíritu en la criatura humana, fueron retomadas por William Blake en algunos de sus poemas. Asimismo es notable la proliferación de andróginos y travestis en la obra de Cervantes y las diversas alusiones en la obra de Shakespeare. Sin embargo, habría que esperar algunos siglos para que cobrara nueva vida, sobre todo bajo su aspecto hermafrodita.

Del romanticismo en adelante

Cuenta el mito griego que Hermes se relacionó con Afrodita -de quien aprendió sus dones mágicos-, convirtiéndose en su esposo Serpiente. De la unión de ambos nació un niño que recibió como nombre la síntesis del que llevaban sus padres: Hermafrodito. El niño fue criado por la ninfas del monte Ida, llegando a ser un joven en extremo atractivo. Cierto día salió el joven a pasear sin rumbo hasta que, abrumado por el calor, decidió nadar desnudo en un lago. La náyade Salmácide -espíritu del lugar- al notar la presencia del joven se sintió de inmediato atraída por su bella apostura. No dudó ni un instante en acercare para tratar de conquistarlo. Pero el intento fue infructuoso: el bello mozo resistió el asedio. La ninfa no cedió en sus intentos; se acercó a la fuente donde se hallaba Hermafrodito y lo abrazó con fuerza.. Mientras pugnaba por arrastrarlo al fondo del lago, Salmácide le suplicó a los dioses que no separarran sus cuerpos diciendo “¡Dioses! Haced que nada pueda separlo jamás de mí ni separarme de él.”  Los dioses atendieron su pedido y ambos se fusionaron para siempre en un solo cuerpo de doble sexo.

La literatura del romanticismo primero y los creadores del siglo XX después darán cabida en sus obras a una especie de restauración andrógina-hermafrodita.

 Por ti, por ti, clamaba cuando surgiste,
 infernal arquetipo, del hondo Erebo,
 con tus neutros encantos, tu faz de efebo,
 tus senos pectorales, y a mí viniste.

 Sombra y luz, yema y polen a un tiempo fuiste,
 despertando en las almas el crimen nuevo,
 ya con virilidades de dios mancebo,
ya con mustios halagos de mujer triste.

 Yo te amé porque, a trueque de ingenuas gracias,
 tenías las supremas aristocracias:
 sangre azul, alma huraña, vientre infecundo;

 porque sabías mucho y amabas poco
, y eras síntesis rara de un siglo loco
 y floración malsana de un viejo mundo.

El soneto de Amado Nervo no hacía sino replicar, desde tierras americanas, viejos contenidos remozados. En Europa, ya lo habían hecho, entre otros Gautier con su Mademoiiselle de Maupin, Matthew Gtregory Lewis con The Monk. Jean Cazotte con Le double amoreux y el extraordinario Jan Potocki con Manuscrito encontrado en Zaragoza. No obstante, el tema cobró su mayor relieve con Honoré de Balzac y La fille des deux d´or e incluso más taxativamente, en Seraphita. En esta historia el personaje principal ha nacido de padres que seguían la doctrina de Swedenbog cuyo objetivo es superar la condición humana. Melancólico, solitario, dotado de una mente excepcional, Séraphitus es amado tanto por un varón como por una mujer, cuyos sentimientos corresponde Empero, el andrógino Séraphitus-Sérphita anhela un amor totalizador, un amor que no es de este mundo. Por ende, el extraño amante solo encuentra una alternativa: transformarse en serafín y volar a los cielos.

En consonancia con la línea del andrógino sexuado, o nómade, los surrealistas abordaron el tema exaltando, en primer lugar, la figura de la amada. A partir de la inspiración en fuentes alquímicas y psicoanalíticas, elaboran un lenguaje deudor de los poetas del amor cortés en el cual integran el antiguo mito del andrógino.  Aragon, Eluard, Breton sustentan un discurso erótico donde el deseo hacia la mujer busca una complementariedad que, al trascender los opuestos, advenga a la unidad original, engendradora del cosmos.

Los pintores se unieron también a la secularización de la androginia. Marc Chagall, por ejemplo,  hace expresa alusión en sus obras al rebis alquímico: en Guerrero de diamante, en Mujer embarazada y, sobre todo, en Homenaje a Apollinaire donde son muy notorias las referencias al dualismo universal y la nostalgia de unificación. Por su parte, Marcel Duchamp interviene la imagen de la Gioconda de Leonardo agregándole unos bigotes que la prestan una apariencia hermafrodita.

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Marc Chagall: Homenaje a Apollinaire

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Marcel Duchamp: La Gioconda

Desde comienzos del siglo XX en adelante las imágenes fueron cobrando dimensiones sin precedente.  En consonancia con esta difusión, artistas de todas las disciplinas, personajes públicos, modelos, comienzan a cultivar un estilo seudo-andrógino  Desde el Orlando de Virginia Woolf, pasando por numerosos protagonistas de novelas de ciencia ficción hasta los aportes del psicoanálisis y los cambios socio-culturales, todo contribuyó a plasmar un estilo de androginia más ligado al morbo sexual que a cualquier orientación trascendente.

Sin embargo, en paralelo, comenzaron a discutirse los roles en función del sexo y las limitaciones de encerrar a la especie humana en moldes de conducta ligados a ideas de dominación. Entre idas y vueltas, errores y aciertos, oscilando entre la libertad y el prejuicio, la idea-aspiración de la androginia capital reaparece triunfante.

Principio y fin

Relacionaré mi cerebro con la hembra de mi espíritu, Y mi  espíritu al varón de mi cerebro. Y ambos juntos engendrarán una generación de pensamientos, también engendradores. Y estos mismos pensamientos poblarán este pequeño mundo como las gentes,  a las que tanto se parecen,  pueblan el mundo  exterior,

William  Shakespeare.  Ricardo II    

 “El Universo es mente. Todo es mental“, afirma el primer principio hermético. Esto es, el universo fenoménico, las manifestaciones materiales no son sino apariencias que velan la realidad última, Empero, al ser esa realidad sólo mente, tal como sus manifestaciones, el individuo queda habilitado a indagar y conocer  las leyes que rigen el desfile de apariencias y energías, siempre mutantes, que componen el mundo cotidiano.   

Una de las claves para adentrare en ese conocimiento es descifrar los signos y símbolos, uno de los cuales es la androginia que aparece en casi todas las culturas como fórmula de totalidad divina, antes que los sexos estuvieran separados. El Gayomart zoroastriano o el Ymir nórdico son dos ejemplos del espíritu perfecto antes que el principio binario de los opuestos diera comienzo al universo manifestado y, con ello, a la división sexual.

La palabra “sexo” deriva del latín sexus que, a su vez remite a secare, cortar, dividir, esto es, el sexo es la fragmentación de la divinidad. Dice Mircea Eliade: “En efecto, devenir varón y mujer  o no ser ni varón ni mujer constituyen expresiones plásticas mediante las cuales el lenguaje se esfuerza en describir la metanoia, la conversión, la reversión total de los valores. Es tan paradojal devenir varón y mujer como volverse niño, nacer de nuevo, pasar por la puerta estrecha.“

Reintegrarse a la unidad fundamental, superar lo binario ha sido, a lo largo de las eras, el horizonte último previsto para la condición humana. Así lo proclamaron las escuelas de misterios de Egipto, Grecia y Roma, así lo entendieron San Pablo y San Juan -que subrayan la androginia como característica de la perfección espiritual. Y también la alquimia, en la figura del rebis y los místicos de todos los tiempos,  y así lo siguen enseñando las darsana de la India cuyo fin es advenir a la unión primera. Porque la androginia, diamante que combina los dos triángulos sexuales, dio comienzo a la creación múltiple y espera a los humanos en su final.

1 PLATÓN  El Banquete en Diálogos, Barcelona, 2007

 

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Selección de frases sobre: El dinero, la pobreza y los ricos
Uno hace lo que hacen los otros pues hace lo que quiere el dinero.

PAUL VALERY

No hay arte que un gobierno aprenda más pronto que otro que el arte de extraer el dinero de los bolsillos de la gente.

ADAM SMITH

El dinero no da la felicidad, pero procura una sensación tan parecida, que necesita un especialista muy avanzado para verificar la diferencia.

WOODY ALLEN

No estimes el dinero en más ni en menos de lo que vale, porque es un buen siervo y un mal amo.

ALEJANDRO DUMAS

Al perro que tiene dinero se le llama señor perro.

PROVERBIO ÁRABE

Si nos sentimos tentados de asegurar que el dinero es el tónico del sistema económico, debemos recordar que el vino se puede caer entre la copa y la boca.

JOHN MAYNARD KEYNES

El dinero habla. Cuanto más dinero, habla más alto.

ARNOLD POTHSTEIN

En el dinero, el valor de las cosas está separado de la sustancia.

KARL MARX

La actuación económica es siempre una transacción con este mundo y un signo de la voluntad de poder.

OSWALD SPENGLER

Si alguna vez ve saltar por la ventana a un banquero suizo, salte detrás. Seguro que hay algo que ganar.

VOLTAIRE

Por cierto que el dinero atrae, pero mucho dinero, repele.

CYNTHIA OZYCK

 

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Sol de oro de la cultura tolita

La religión es lo que impide que los pobres asesinen a los ricos.

NAPOLEÓN

El oro moneda es un símbolo de la perversión y exaltación de lo deseos.

PAUL DIEL

El oro es el estiércol del infierno.

ADAGIO BABILÓNICO

Quiero ser rica. Pero no quiero hacer lo que hay que hacer para ser rica.

GERTRUDE STEIN

El dinero debe ser la herramienta de la transformación social.

DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO

Puedes ser tan romántico como quieras respecto al amor, pero no debes ser romántico respecto al dinero.

GEORGE BERNARD SHAW

No se puede ser virtuoso si se carece de lo elemental para vivir.

JORGE LUIS BORGES

Las posesiones, el éxito exterior, la publicidad, el lujo… para mí esas cosas siempre han sido despreciables. Creo que un estilo de vida simple y poco ostentoso es mejor para todo el mundo.

ALBERT EINSTEIN

La benevolencia de un rico es siempre dudosa para aquel que e objeto de ella.

SIGMUND FREUD

Un estudiante le preguntó al maestro chino Sozan: “ ¿Cuál es la cosa de más valor en el mundo?”
El maestro respondió: “La cabeza de un gato muerto”.
“¿Por qué la cabeza de un gato muerto es la cosa de más valor en el mundo?” inquirió el estudiante.
Sozan replicó: “Porque nadie puede decir su precio.”

ANÉCDOTA ZEN

Lo que está en juego hoy en nuestras decisiones económicas no es una guerra de ideologías contrarias que arrasarán al país con pasión sino la administración práctica de una economía moderna.

JOHN FITGERALD KENNEDY

En general, el arte de gobernar consiste en quitarle la mayor cantidad posible de dinero a un grupo de ciudadanos para dárselo a otro.

VOLTAIRE

Yo vine a América a juntar oro, no a hacer de peón.

HERNÁN CORTÉS

La riqueza es como el agua salada: cuanto más se bebe, más sed da.

ARTHUR SCHOPENHAUER.

Cuando mis hijos sean mayores os suplico los hostiguéis, si veis que prefieren las riquezas a la virtud.

PLATÓN

Cuando me veo a mí misma viviendo día tras día, me doy cuenta que tengo la cabeza llena de centavos.

CHRISTINE COLLANGE

Tengo suficiente dinero como para que me alcance el resto de mi vida, salvo que compre algo.

JACKIE MASON

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Cualquier cosa en el mundo puede tolerarse, excepto la prosperidad constante.

WOLFGANG GOETHE

Su mujer y sus hijos serán los testigos mudos de es transmutación de hombre en ser metálico. Se hizo rico por proceso individual.

JULIO MAFUD

De todos los pequeños zorros que destruyen las viñas domésticas… el peor es el que la esposa necesite pedirle al marido dinero para proveer las repetidas necesidades diarias de la familia y de sí misma.

LUCY STONE

El hombre superior ama su alma.
El hombre inferior ama su riqueza.

LIN YUTANG

Llegará un tiempo en que la razón humana sea lo suficientemente fuerte como para dominar la riqueza.

LEWIS MORGAN

La propiedad privada no ha podido mantenerse sino por la violación de los derechos de la propiedad humana.

FRIEDRICH ENGELS

La riqueza es poder.

THOMAS HOBBES

Sin haber conocido la miseria, es imposible valorar el lujo.

CHARLIE CHAPLIN

Fui pobre y fui rica. Ser rica es mejor.

SOPHIE TUCKER

El ideal de lo ricos e irse a vivir a sitios agradables donde gastar su dinero sin ver los sitio de donde proviene el dinero, ni conocer a la gente que lo gana por ellos.

D.H. LAWRENCE

Suponer, como todos suponen, que podríamos ser ricos y no comportarnos como se comportan los ricos, es como suponer que podríamos beber todo el día y mantenernos sobrios.

LOGAN PEARSALL SMITH

La riqueza corrompe el alma humana: la riqueza la destruye.

ROSA CHACEL

El dinero, jovencito, es bueno para los nervios.

J.P. MORGAN

No quiero tener dinero, sólo quiero ser maravillosa.

MARILYN MONROE

Todo obedece al dinero

PROVERBIO MEDIEVAL

La pobreza es tu tesoro. No la cambies nunca por una vida fácil.

CONSEJO ZEN

Cuando se es rico, se puede amar a los pobres.

LEON BLOY

No tengo dinero, ni recursos, ni ilusiones. Soy el hombre más feliz de la Tierra.

HENRY MILLER

El valor del dinero es que podemos decirle a cualquiera que se vaya al demonio. Es el sexto sentido que nos permite disfrutar de los otro cinco.

WILLIAM SOMERSET MAUGHAN

El hombre codicioso nunca tiene dinero; el hombre pródigo nunca lo tendrá.

BEN JOHNSON

¿Quién, siendo divertido, necesita dinero?

RANDY NEWMAN

Así que crees que el dinero es el origen de todos los males. ¿Alguna vez te preguntaste cuál es el origen del dinero?

AYN RAND

Haz dinero y todo el mundo conspirará para decir que eres un caballero.

MARK TWAIN

Me gustaría tener dinero y ser una buena escritora. Esas dos cosas pueden venir juntas, y espero que así sea, pero si es pedir demasiado, prefiero el dinero.

DOROTHY PARKER

He tenido problemas toda mi vida; he hecho las porquerías más indecibles, todo a causa del dinero. No porque los necesitara…simplemente la seducción de lo ceros era demasiado grande.

RICHARD BURTON

El dinero no cambia a los hombres sino que los desenmascara. Si un hombre es naturalmente egoísta o arrogante o codicioso, el dinero lo pone de manifiesto, nada más.

HENRY FORD

Aquí reposa un hombre que hizo fortuna por haber tenido inteligencia  para servirse de hombres más inteligentes que él.

Epitafio de CARNEGIE

 

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En ruta hacia la felicidad

En los cumpleaños, en las fiestas, en los brindis por algún hecho más o menos relevante es costumbre desear felicidades. En principio, esto significa que se augura que esa persona disfrute de un estado de ánimo en que se sienta “plenamente satisfecho por gozar de lo que desea o por disfrutar de algo bueno”1  Esto es, la felicidad es una condición subjetiva de satisfacción y/o alegría que se produce cuando se cree haber alcanzado una meta u objeto deseado. Sin embargo, para llegar a esa definición hubo de recorrerse un largo camino.

Entre los griegos la etimología de eudemonia –eu, bien, daimon, genio, espíritu- acerca al significado más llano: tener buen ánimo o espíritu. Aristóteles elabora una teoría según la cual bienes externos  como la riqueza o los honores, que no deben ser fines en sí mismos, son perseguidos como medios para alcanzar la felicidad, que es autónoma y perfecta. Sin embargo, estos medios, ligados al placer,  no son garantía para alcanzar la endemonia.

En Platón, la felicidad coincide con el bien moral; el bien se torna deseable no sólo por sí mismo sino como camino para ser felices.  Vale decir, mediante la virtud, entendida como excelencia, se alcanza el estado de felicidad que es, según el filósofo heleno, el fin último del hombre.

Escuelas filosóficas como el epicureísmo hacían radicar la eudemonia en la autosuficiencia de un placer moderado en tanto los estoicos, fieles a sus postulados, la cifraban en la fortaleza para  aceptar las condiciones de vida.

Cada cultura atribuye a la felicidad sus propios medios y fines. Conforme a lo que sugiere la raíz latina de felicidad -de felix, “fecundo”- los romanos la veían como un proceso de fructificación. En Plinio felicitas es fecundidad, fertilidad en tanto en Cicerón es también alegría, placer, fortuna. Esa simbiosis entre dicha y suerte se repetirá en la mayor parte de las lenguas indoeuropeas, esto es, la felicidad pareciera depender nada menos que del azar. Desde el siglo VIII a.C. en delante, la felicidad, muy ligada a la tragedia, dependía de los dioses y nada se podía hacer para obtenerla.

La Edad Media fue un periodo en extremo agitado donde la única esperanza de ser feliz se ubicaba en el más allá. En espera de la dicha celeste se soportaban todo tipo de sufrimientos e injusticias: vale decir, cada criatura tenía el derecho humano a no ser feliz en este mundo.

En parte debido a ciertos avances tecnológicos, en parte porque el mundo comenzaba a desacralizarse, el Renacimiento da un vuelco en el concepto de felicidad, que se torna una aspiración terrena. A la par que comenzaba a gestarse la idea de individuo, desprendido del cuerpo comunitario anónimo -idea que se irá perfeccionando hasta la actualidad- comienza a ligarse lo placentero con la felicidad. Pensadores como Locke insistirán en que la felicidad es el mayor bien a que se puede aspirar, convirtiendo en meta social la búsqueda del bienestar y el placer.

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De la serie Los girasoles de Vincent van Gogh

Los ideales de la Ilustración incluirán la felicidad entre las metas a alcanzar y, en la voz de pensadores como Voltaire, sostendrán que ser feliz no es un premio por la buena conducta ni un don divino sino un propósito válido de alcanzar en esta vida.

Un paso más adelante quedará plasmado en dos textos fundamentales que sostienen que el Estado debe colaborar en la búsqueda de la felicidad: la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos de 1176 y la Declaración de los Derechos del Hombre promulgada en Francia en 1789. Ambas establecen que ser felices es un derecho de todos y cada uno de los ciudadanos.

Ser feliz

 El concepto (de felicidad) es tan indeterminado que,
 aunque todo el mundo desee conseguirla,
nadie puede decir de forma definitiva y firme
 qué desea y persigue realmente.
Immanuel Kant.

La definición de felicidad es variable para cada época. El rango va desde tener las necesidades básicas satisfechas a lograr una sabiduría contemplativa, esto es, se trata de una posición ante la vida donde cada circunstancia plantea la posibilidad de llegar a un equilibrio entre los factores existentes.

El concepto se fue transmutando a la vez que se modificaba el estatus de las poblaciones. Mejoradas las condiciones sanitarias y de salud, la clave se fue trasladando a lograr ascensos en la escala social, brindar una educación terciaria a los hijos, asegurarse una vejez digna. Luego se agregó el objetivo de la realización personal, la práctica de deportes, los viajes turísticos. Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo XX la felicidad quedó radicada en el consumo. «Hay una aparición de las nuevas necesidades que tiene que ver con el confort, que son bienes materiales. Y es como si esos bienes se personalizaran de tal manera que nos individualizan, como el ordenador, el iPod o el móvil.”[1]

El consumo se vuelve imperativo, convirtiendo al mercado en una fuerza reguladora. Hay que consumir, hay que estar al día con lo que se usa, con lo que se hace, con los lugares que se deben visitar: sólo así se puede llegar a la felicidad. Tener es ser. La salud, el ejercicio y las dietas se vuelven obsesivos. En consonancia, el cuerpo debe estar vestido a la moda, no aceptar este imperativo es imperdonable. Surgen los métodos sobre cómo vivir, cómo hacer el amor, cómo ser buen padre o buen hijo, No hay espacio para el dolor y la muerte. No hay tolerancia para el fracaso.  Ser feliz es obligatorio.

La felicidad se ha convertido en un derecho natural. Placeres y costumbres se suceden como sus piedras de toque, pero, a cada nueva forma de sentirse feliz le siguen, paradójicamente, nuevas formas de dolor y frustración. Stendhal decía que cada mañana salía a cazar la felicidad. Porque la felicidad, por definición, es breve, se alimenta a sí misma con una impermanencia que conlleva su propio desengaño, ansias, una sed nunca saciada.

En la misma corriente que Leibniz que afirmaba que la felicidad es la adecuación del interés a lo real, el voluntarismo vigente afirma, con los pensadores del New Thought,  que la felicidad es una decisión personal  que no depende de las circunstancias, lo cual queda demostrado porque hay personas felices y desdichadas en las más diversas condiciones, sean éstas de posición socio-económico, edad, geografía, religión o cualesquiera otras variables. Los pensadores de esta corriente aseguran que un individuo alcanza la felicidad cuando acepta las circunstancias que le tocó vivir y se hace cargo de su pasado y su presente, como en el viejo relato de la  búsqueda de la camisa del hombre feliz que, cuando lo encontraron, no tenía camisa.

Otra felicidad

Efímera, volátil, engañosa; la felicidad permanente sin duda hay que buscarla en otros planos que no sean los materiales ya que el cambio y la inestabilidad  rige lo que pertenece a lo sensible.

En las tragedias griegas aparece claramente la eudemonia como un don de los dioses. Y, muy lejos de los griegos, la sabiduría china componía la palabra felicidad con caracteres que configuraban una bendición divina.

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Siddharta Gautama, el Buddha histórico, planteaba una posición diametralmente opuesta. En su doctrina, la vida es un compuesto binario cuya trama es el dolor, engendrado por el deseo, Llegar a  trascender ese tejido, producto de la ignorancia, implica recorrer  el sendero de las ocho nobles verdades que propone el Venerable Maestro. Ese camino de conocimiento consta de severas disciplinas mentales, de diferentes prácticas y técnicas espirituales que culminan en el Despertar que anula los opuestos. Trascendido el fuego de las cualidades, a mente, liberada, alcanza un nuevo nacimiento, un estado  donde las dualidades se revelan como estados mentales, donde “todo es así”, sin pasado ni futuro, donde el instante es eterno.

De este modo la felicidad en el budismo, como en el taoísmo chino, les un estado de iluminación interna perdurable cuyo acceso sólo le está permitido a quienes cultiven el desapego, a quienes se desprendan de los agregados de la personalidad hasta llegar a una comprensión cósmica.

Un proceso similar de contemplación ocurre en la mística cristiana. Paz, serenidad, gozo espiritual, alegría: los adjetivos que definen la beatitud están estrechamente emparentados con la felicidad. Llegar a la beatitud es el estado más alto al que se arriba en la vida contemplativa: . «Los seres beatos son inmóviles en sí mismos y les basta ser lo que son: no se arriesgan a ocuparse de cosa alguna, porque ello los haría salir de su estado, pero tanta es su felicidad que, sin elegir, realizan grandes cosas y hacen mucho al quedar inmóviles en sí mismos.”2 Y, por su parte, Santo Tomás  afirma que la beatitud es «la última perfección del hombre» porque «en la vida contemplativa el hombre se comunica con las realidades superiores, es decir, con Dios y con los ángeles, a los cuales se asimila también en la beatitud.»

Iluminación, despertar, vida contemplativa, desapego. Los objetivos de la felicidad y la beatitud perdurables día a día se alejan más del carácter mundano, despreocupado y materialista de la felicidad actual.

[1] .PASCAL BRUCKNER, La euforia perpetua: sobre el deber de ser feliz. Madrid. 2001

2 plotino. Enéadas. Madrid, 2011

 

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El sexto sentido

Sexto sentido, intuición, pálpito, corazonada: el habla cotidiana tiene numerosas formas para denominar a la intuición, ese modo de conocimiento que no sigue un camino racional y, por lo tanto, no puede explicarse, El que tiene una corazonada no sabe cómo ha  llegado a una determinada conclusión o sensación porque intuir es comprender sintéticamente, es el primer indicio de una profunda unificación subjetiva.

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En la tradición occidental la intuición ha sido definida y evaluada de muy diversos modos, En la Antigua Grecia, Platón sostenía que «la esencia (que tiene existencia real), que no tiene color ni forma, que es impalpable, no puede contemplarse sino por la guía del alma –nous– inteligencia que es la fuente del conocimiento verdadero”1 Esto es, en la división entre mundo sensible e inteligible que efectúa Platón, el primero, en tanto que material, engañoso, mutable, se relaciona con el criterio de la doxa, la opinión, en tanto al segundo, el mundo de las ideas, le corresponde la episteme cuyo instrumento es la noiesis, la intuición o penetración intelectiva. Esto es, la intuición proporciona un conocimiento directo e inmediato para llegar al cual no interviene la deducción ni el razonamiento. Los sentidos sólo aportan la apariencia de las cosas pero esta realidad le permite al alma, cautiva en el cuerpo, recordar las verdades eternas y contemplar así el mundo de las Ideas o esencias, el conocimiento trascendente.2

La etimología de intuición es intuitio que significa imagen, mirada hacia adentro y equivale a la percepción directa de un objeto, sin intermediaciones tales como el razonar o el conocer discursivo. En la historia de la filosofía se pueden encontrar varias categorizaciones de la intuición:  sensible, inteligible, espiritual e ideal, Sin embargo,  “se pueden observar algunos caracteres comunes en todas las clases de intuición, por ejemplo, ser directas, inmediatas, completas y adecuadas.”2

Al igual que los antiguos, los filósofos medievales, como las escuelas franciscanas, se centraron fundamentalmente en la intuición sensible, a la que consideraban como un medio autónomo de conocimiento propio de la divinidad, esto es, la intuición era vista como un camino místico.

La presencia de un objeto universal, incluso la propia realidad psíquica, fue aceptada como una forma de intuición por los idealistas alemanes, sobre todo Schelling, así como para la escuela francesa de Descartes, que le atribuyó, como una propiedad esencial, la de ser “inefable”.

Desde el empirismo, David Hume sostuvo que la intuición es una forma de la fe, como en San Agustín o el Uno de Platón. Dos siglos después Bergson sostuvo “que la intuición es el modo de conocimiento que capta la realidad verdadera, la interioridad, la duración, la continuidad, lo que se mueve y hace y lo que se dirige hacia el devenir, en tanto que el pensamiento fragmenta y analiza; y la realidad se abre a la intuición cuando se desarticulan las categorías del pensamiento.”

El arrollador avance de las ciencias trasladó el centro de las especulaciones sobre la intuición del campo filosófico al de las investigaciones psicológicas e incluso neurológicas. Por ejemplo Piaget, en la línea de los empiristas, la define como una interiorización de las percepciones y los movimientos bajo la forma de imágenes representativas, considerándola una de las etapas del desarrollo mental en la primera infancia “3

Carl Gustav Jung va mucho más lejos; sostiene que  la intuición es una función psicológica que transmite percepciones por vía inconsciente. Todo puede ser objeto de esa forma de percepción, tanto objetos externos como internos, que se presentan como un todo acabado, aunque no podamos definir cómo ha llegado a constituirse. El símbolo cumple una función importante en el desarrollo de la intuición, ya que es mediante los símbolos que puede alcanzarse y expresarse lo inconsciente. Howard Gardner denomina “inteligencia intrapersonal” a la habilidad para plasmar dichos códigos o símbolos mágicamente efectivos para advenir al inconsciente. En sentido contrario, la manera más útil de desarrollar la intuición es mediante la interpretación de los símbolos. ​

En el ámbito de las neurociencias, el tema suscita un gran interés. Investigaciones realizadas en prestigiosas universidades estadounidenses, aseguran que han podido detectar el área del cerebro donde se ubica la intuición: la corteza cingulada anterior del cerebro, región situada entre los dos hemisferios. Más allá de la exactitud de esta localización, afirman que la intuición se conecta con la mente inconsciente para advertirnos sobre la inminencia de ciertos peligros.

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En el habla popular la palabra intuición se liga constantemente con el adjetivo “femenina”  Estudios recientes subrayan este acierto. Después de describir cómo el lado izquierdo del cerebro se ocupa del pensamiento racional –lógica, deducción, lenguaje, análisis- y el derecho de la creatividad, el pensamiento emocional, la información visual, la percepción de los sentidos y la imaginación, los estudios actuales sostienen “que el primero está más desarrollado en los hombres mientras que ambos hemisferios son idénticos en las mujeres”4  Adicionalmente, las mujeres pueden utilizar ambos hemisferios simultáneamente, lo cual no ocurre con los varones.

Existen varias teorías que tratan de explicar esta conducta. Una de ellas afirma que los varones reciben más testosterona en el vientre materno, lo cual los predispone a ser más arriesgados que las mujeres, en tanto éstas, por la misma razón, son infinitamente más empáticas con el entorno.

Otra teoría pone el acento en la educación; mientras que a los varones se los prepara para la acción y la toma de decisiones, a las niñas se las insta a ser sensitivas y dejarle amplio espacio a los sentimientos. Sin duda las mujeres se detienen a escuchar sus voces y, cuando no se traicionan, pueden emprender acciones que muchas veces rozan lo heroico, como ha sucedido históricamente con figuras como Juana de Arco o Santa Teresa de Jesús.

 

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El  enfoque oriental

La mente intuitiva es un regalo sagrado
y la mente racional es un fiel sirviente.
Hemos creado una sociedad
que rinde honores al sirviente
 y ha olvidado el regalo.
                                       Albert Einstein

No cabe duda de que Occidente ha desarrollado un pensamiento largamente deudor de lo racional, sucesivo, analítico, discursivo. Oriente, en cambio, sin  descuidar los aspectos lógico-racionales, ha cultivado, paralelamente, escuelas dedicadas al estudio de la trascendencia en sus más amplias expresiones.

Una de las ramas del conocimiento es la adquisición de Iddhi, palabra pali que, en principio, puede traducirse como “poder”, aunque sus significados son mucho más vastos, incluyendo el de “logro”: logro para traspasar la etapa que nos mantiene sujetos  a un pensamiento binario que, a pesar de su riqueza, es limitado. La meta última es el Despertar: la conciencia se libera de sus ataduras y se torna una con el universo; atrás queda el deseo y lo ilusorio que nos mantienen esclavizados en un cuerpo.

El camino hacia el despertar, hacia la Iluminación, debe transitarse mediante dos estados fundamentales: concentrarse y meditar. En ese recorrido se van adquiriendo distintos Iddhi que ubican a la mente y el cuerpo más allá del espacio-tiempo convencional. En los  estadios avanzados se puede caminar sobre las aguas, volar, traspasar los objetos, tornarse invisible, hallarse en varios lugares a la vez.   o multiplicar el propio cuerpo para luego volver a ser uno,  En los estadios iniciales se recuerdan vidas pasadas y se desarrolla la intuición de modo que se puede leer la mente ajena, y prever sucesos futuros.

En la práctica, por ende, la intuición, aunque reconocida como un poder a desarrollar, es sólo un paso menor hacia la Iluminación. Entre la maraña de definiciones y dudas occidentales y la precisión y solidez de los logros físico-psíquicos de las enseñanzas budistas median más de veinticinco siglos dedicados a las disciplinas espirituales antes que a la obtención del dominio material.

Referencias:

1 PLATÓN. Fedro, Barcelona, 1975
2 JOSÉ FERRATER MORA. Diccionario de filosofía abreviado. Madrid, 1979 Eta cita y las siguientes, salvo afirmación en contrario, pertenecen a esta obra.
3 JEAN PIAGET Seis estudioss de psicologís. Barcelona. 1976
4 ELLEN WILLER. Ni de Marte ni de Venus. España, 2002

 

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Ayer y hoy. Prostitución

El comienzo del comercio sexual casi se pierde en la noche de los tiempos. Es dable conjeturar que el varón patriarcal, incapaz de resolver sus propios miedos y angustias ante el cuerpo femenino y sus funciones y capacidades –menstruación y maternidad entre otras- optó por expropiar ese territorio inquietante, Y, de inmediato, le puso precio. Un precio que, inicialmente, quedaba en el ámbito del culto.

Próximos todavía los ritos agrarios, en la antigua Mesopotamia se practicaban en los templos una suerte de hierogamia, esto es, pretendía ser un reflejo de la unión de todas las formas creadas. Glifos y relieves del período dinástico atestiguan la realización de actos eminentemente simples. El Código de Hammurabi, del siglo XVIII a.C, le dedicó unos apartados a los derechos de estas mujeres del Templo.

En el siglo V a.C, Herodoto dejó constancia de la existencia en Babilonia de la obligación que tenían todas las mujeres de mantener relaciones sexuales con un desconocido, al menos una vez en su vida. Para ello debía ser elegida por un extranjero y llevada al santuario de Militta donde practicaba sexo como muestra de hospitalidad, a cambio de un pago simbólico. El mismo Herodoto, Tucídides, Luciano, Estrabón y otros historiadores dan cuenta de costumbres similares en templos no sólo de la Mesopotamia sino de toda Europa.

El comercio sexual hubo de traspasar con cierta premura el umbral de los templos. Las esclavas sagradas o hieródulas fueron perdiendo relevancia frente al avance de las mujeres y varones dedicados a esos menesteres. De más en más, el cuerpo se iba convirtiendo en objeto de intercambio, de cosa a adquirir: se ponía precio a sus formas y se cotizaban sus funciones.

 

Grecia

Corinto, Alejandría, Esparta: las antiguas ciudades griegas se colmaron de jóvenes volcados a un negocio que se iba haciendo de más en más lucrativo. Ejercido por varones púberes y mujeres de todas las edades, la clientela era mayoritariamente masculina. En paralelo, en tanto se respetaba el cuerpo masculino, se requería que el femenino dejara de lado sus especificidades para plegarse a los requerimientos de aquel que pagara lo pactado.

Atenas no era una excepción: el comercio sexual se había convertido allí en “una profesión de gran éxito, con diversas categorías o epecialidades”[1], todas ellas sujetas, además, a pagar impuesto por su oficio, “La categoría inferior estaba formada por las pornai que vivían, principalmente en el Pireo, en vulgares burdeles que ostentaban en su exterior, para distinguirse, el símbolo fálico de Príapo. La admisión a estos lugares costaba un óbolo y en ellos las muchachas se exhibían tan ligeras de ropa que se las llamaba gymnai (las desnudas), permitiéndose a los clientes examinarlas a su gusto, como canes en la perrera” Aunque algunas vagaban libremente por las calles de la ciudad, la mayoría de las pornai eran propiedad de un  pornoboskós o proxeneta, el «pastor».

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El rango inmediatamente superior lo ocupaban las auletridas o tañedoras de flauta. A estas cortesanas, que sabían música y bailes tanto como los conocimientos para mantener dialogo interesante con sus clientes, se la veía en fiestas de hombres solos y otro lugares públicos. Entrenadas por viejas cortesanas, se pasaban de generación en generación lo secretos del vestido, el maquillaje y el arte amatorio.

La clase superior la constituían las heteras o hetairas, las “compañeras”, “A diferencia de las pornai, en su mayoría orientales, las heteras eran, de ordinario, mujeres de la clse de los ciudadanos que habían decaído de su respetabilidad o que se negaban a aceptar la obligada reclusión de las jóvenes matronas. Vivían con independencia y entretenían en su propia morada a los amantes que lograban atraer.” Asimismo, cultivaban diversas artes y tenían un buen nivel de instrucción, lo cual contribuyó a que muchas de ellas adquirieran cierto renombre, incluso en literatura ya que perdura una colección de epigramas compuestos por heteras. Si bien no tenían derechos civiles y no podían concurrir a los templos, excepto a los de su propia diosa, Afrodita Pandemos, gozaban en general de gran prestigio en la sociedad masculina y su opinión era escuchada con respeto, Tampoco faltaron casos como el de Clepsidra, que regulaba con un reloj las entrevistas con sus amantes. O el de Targelia, que oficiaba de espía de los persas, por lo cual buscaba relacionarse con los varones públicos O el de Apasia de Mileto, la amante de Pericles, que deslumbró por su ingenio al mismo Sócrates. Lo cierto es que nombres como Friné, Lais, Danae, han pasado a la historia sobre todo en mérito a su brillantez intelectual.

Roma

Prostitución, el vocablo que identifica toda clase de comercio sexual, viene del latín prosto, sobresalir, estar sobresaliente y, sin duda, describe con bastante exactitud la actitud de la mujer que ofrece sus servicios sexuales a cambio de un pago.

“En la Roma primitiva no eran numerosas las prostitutas. Se les prohibía llevar el vestido de las matronas, signo de la mujer decente, y estaban confinadas en los rincones más oscuros de Roma y de la sociedad romana. No había aún cortesanas cultivadas, como las heteras de Atenas, ni mundanas exquisitas como las que posaron para loa versos de Ovidio.” Como las griegas, las prostitutas romanas estaban autorizadas a resaltar su belleza con toda clase de afeites y a lucir joyas de oro, lo cual estaba prohibido a las casadas por considerare un signo de impudor y lascivia. A lo largo de los tiempos, la hitoria de lo afeites irá estrechamente unida a la idea de prostitución.

Luego de las Guerras Púnicas, la sociedad romana atravesó una profunda transformación. Había más riquezas, menos rigidez moral, má apertura hacia otra culturas. En este contexto, abundó la importación de prostitutas de Grecia y Siria.

Las leyes no castigaban a las “personas que abiertamente obtienen dinero con su cuerpo”, según la definición del Derecho Romano. Sin embargo, no podían recibir herencias ni testar ni casarse con ciudadanos libres. Además. sobre ellas pesaba el edicto pretorio referido a la infamia, esto es, la degradación que consiste en la pérdida de reputación o descrédito.

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Fresco de Herculano

En épocas del Imperio, los ediles debían llevar un registro de prostitutas, lo cual abría la posibilidad de un castigo para aquellas que no estuvieran registradas. Más adelante, Calígula instituyó un impuesto al comercio sexual, equivalente al precio de una relación –no se aclara si se debía pagar por día, mes o año-: lo que sí queda claro que ese impuesto lo recaudaban los soldados, El sistema acabó por generar violencia contra las meretrices y una corrupción generalizada.

En su diatriba a favor de la virtud y contra el placer físico, Séneca enumera algunos de los sitios en que puede hallarse: “El placer (está) casi siempre escondiéndose y buscando la oscuridad alrededor de los baños, las salas de vapor y los lugares que temen al edil.”2 La enumeración de lugares de Séneca es más que insuficiente. La periferia de las ciudades estaba repleta de lugares donde se ejercía la prostitución, desde las viviendas privadas hasta los lupanares.

El lupanar, suma del negocio profesional, debe su origen a las Lupercales, fiestas en honor del dios Lupercio durante las cuales las mujeres -las lupae, la lobas- se entregaban al comercio sexual. En la urbs, como en otras partes, “las autoridades romanas, velando por la juventud deportista, habían establecido que los prostíbulos debían permanecer cerrados hasta la hora novena, en tanto las tabernas ofrecían sus lascivas atracciones a cualquier parroquiano, desde la mañana hasta la noche.”3

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Un fresco de Pompeya

 Baños públicos -como el de Pompeya-, casas de citas especiales, pequeños departamentos de un ambiente llamados cellae, cuartos en viviendas particulares: sólo la imaginación era el límite para elegir un lugar donde ejercer la prostitución. “Los burdeles, y las tabernas que a menudo los albergaban, gozaban de tanto favor que algunos políticos organizaban su campaña electoral por medio del collegium lupanariorum, o gremio de propietarios de lupanares.33

Vestidas con una banda pectoral –strophon– de color rojo o verde, luciendo grande pelucas o con el cabello teñido de rubio, luciendo un abundante maquillaje en su rostro donde se destacaban los ojos agrandados con carboncillo, con pezones recubiertos de purpurina dorada, masticando pastillas de mirto o lentisco contra el mal aliento, las prostitutas se lanzaban a ejercer su oficio.

Un oficio tan ampliamente practicado por todo el espectro social   mereció un vocabulario no menos extenso; términos que echan luz sobre usos, detalles y especialidades de la vida prostibularia. Así, las meretrices -“las que merecen el dinero”-, poseedoras de habilidades artísticas recibían el nombre de cymbalistrae, ambubiae o citharistriae, conforme su especialidad. Las provenientes de buena familia o de gran belleza eran las famosae, entre otros calificativos. Las que no pertenecía ni a uno ni otro de estos grupos eran las baratas, llamadas quadrantariae -que cobran un quadrans- y diobolares -cuya tarifa era de dos óbolos- y las blitidae -por el nombre de una de la bebidas más baratas que se servían en las tabernas. Conforme a su radio de acción se las clasificaba como prosedae, que esperaban clientes sentadas en una silla, la que los buscaban merodeando por las calles, la circulatrix; las putae, que trabajaban junto a cuarteles, escuelas de gladiadores o arsenales, las lupae, las lobas que se situaban de noche en plazas y jardines, las que aguardaban en la puerta de los cementerios o junto a los monumentos y algunas otras que pertenecían a los escalones más bajos de la pirámide. Por lo general eran esclavas o libertas, muchas de ellas abandonadas de niñas y recogidas por alguien con vistas s su empleo prostibulario en el futuro

En sentido contrario estaban las delicatae, damas refinadas y elegantes que se ocultaban tras nombres exóticos y que desplegaban una amplia gama de conocimientos y habilidades artísticas. Estaban disponibles por noche, día o temporada y, en la mayoría de lo casos, trabajaban por su cuenta. Esto las diferenciaba de las demás que eran malamente explotadas por los proxenetas o lenos, a quienes Plauto describe así: “La casta de los lenos no vale más que las mocas, mosquitos, piojos y pulgas, son odiosos malhechores, dañinos e inútiles.”

El modelo romano persistió a lo largo de los tiempos y las culturas. Perseguida o tolerada, la prostitución sobrevivió a feudalismos, monarquías, dictaduras, repúblicas, hasta llegar triunfante a nuestros días. Y, como en tiempos remotos, la indigencia o la riqueza marcan los distintos niveles de prostitución.

La pauta prostituyente es tan poderosa que mujeres de todas las edades -y ahora también varones, sobre todo jóvenes- no sólo no sienten el menor rechazo a vender su cuerpo por dinero -o lo que fuere- sino que estiman que es un paso necesario para un ascenso de cualquier tipo en la escala social.

Sin embargo, la naturalización del comercio sexual tiene una faz tenebrosa: niñas, niños, adolescentes y jóvenes son atrapados en las mallas de hierro de la prostitución organizada que devora vidas y esperanzas. Convertida en uno de los tres o cuatro grandes negocios mundiales, la trata de personas elude controles y compra conciencias. El dinero, eje de la globalización, poderoso como nunca, acalla voces, objeciones morales y conciencias para modelar una cultura inescrupulosa, hedonista, explotadora, sin horizontes espirituales.

[1] WILL DURANT. La vida de Grecia. Bueno ire”s, 1952. Esta cita y ls siguientes, salvo afirmación en contrario, pertenecen a la misma obra.
2 LUCIO ANNEO SÉNECA. De vita beata. Italia, 1943
3 JÉRÒME CARCOPINO. La vida cotidiana en Roma. Buenos aires, 1942
3 WILL DURANT, op. cit

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La noche del vampiro

Un prisma de múltiples caras: tal es el retrato del vampiro.
No hay cultura que no haya conocido la figura del vampiro. Una y otra vez aparece en distintos tiempos con diversa fortuna. Sin embargo, será el escenario gótico el que le de su dimensión más importante.
En esa época habían quedado atrás los pactos religiosos con los muertos, pactos que los mantenían en su lugar de sombras. Pero los que han partido no se resignan y vuelven a invadir el mundo cotidiano.
De tal modo, el tema de los aparecidos comienza a ser un tópico recurrente en los escritores de entonces. La mayoría coincide en que los muertos sobrepasan largamente a los vivos en conocimientos, sabiduría e incluso capacidad de trabajo- Asimismo, están de acuerdo en atribuirles los crujidos nocturnos, las puertas que se abren o cierran sin motivo aparente, el cambio de lugar de los objeto y otros eventos similares los objetos.

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El antecedente inmediato de la epidemia occidental de vampiros son los Schmätzen Tode o cadáveres gruñones que se comían su propia mortaja. Y, pero aún, se los encontraba con los ojos abiertos y las carnes frescas cuando se abría su tumba.

Lo mismo sostenía la iglesia medieval respecto a los santos, esto es, que no se corrompían en su sepulcro. En este caso la razón de estar libres de esa lozanía era porque tenían impreso en su alma el sello de la bienaventuranza.

Los vampiros no se corrompían, pero exhalaban un olor nauseabundo, lo cual demostraba su calidad de ángeles caídos. Esta es una de las facetas del retrato vampírico: su parentesco con Lucifer, cuyas alas aparecerán bajo la forma de la capa que tanta veces lo hubo de acompañar en sus representaciones.

Estas figuras crepusculares, al abandonar su morada, andan y hablan, pero ostentan un cuerpo ficticio por cuanto no proyecta sombra ni se refleja en los espejos, Se presentan ante los hombres pero no comen su pan ni beben su agua. Sólo se alimentan de sangre. Y aquí nos encontramos con otra de las grandes facetas del retrato vampírico: la sangre.

Los castillos góticos, fríos e infinitos, con sus lugares oscuros, sus criptas y capillas es el escenario ideal para que emerjan de sus ataúdes los vampiros. Por eso Bram Stoker ubicó allí al conde Drácula, quizá el perfil de vampiro más acabado. Stoker se inspiró en el  cruel voivoda Vlad Tepes, el príncipe rumano que derrotó a los turcos y que no dudó en cambiar su nombre por el de Draculk, “hijo de Dragón”, “el que absorbe la sangre”. La sangre de la batalla o la sangre del amor.

El amor: otro de los rostros del vampiro: el gran seductor, un romántico que busca amar pero no puede evitar sorber con deleite el líquido vital que le permita rejuvenecerse. Así, el fantástico erotismo de estas criaturas está signado por la muerte. Amor y muerte se unen en una fórmula que la literatura y el cine  van a explotar en todas sus dimensiones, incluso la de renunciar al amor permitir que la amante continúe viva.

No menos significativa es la relación vampiro-sangre como metáfora. El siglo XVIII, el momento del auge del vampirismo, es también el momento de la transformación que produjo la Revolución Industrial. El capitalismo privilegiará la posesión del dinero por sobre toda otra cosa. Y el capitalista se transformará en el chupa-sangre, el que chupa el trabajo, el sudor, el esfuerzo, la vida, la sangre de lo demás para enriquecerse.

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Una nueva faceta de la figura del vampiro es haber dado origen a personajes fantásticos como Superman, Batman o el Hombre Araña. Pero, revolee su capa como el conde Drácula o se vista con ropas a la moda o trajes imaginarios, sucumba a los excesos del deseo o despliegue venganzas o reivindicaciones, ansíe la inmortalidad o renuncie a ella por amor, cada una de los ángulos del retrato proyecta nuestras íntimas apetencias., sea volar, permanecer infinitamente o apoderarse de los demás.

El vampiro es múltiple y es uno. Y ese uno está en el interior de cada uno ser humano. Es la Sombra de que hablaba Jung. Porque en la sociedad occidental, tan desacralizada, la criatura mortal queda a solas con su razón, librada a sí misma que oculta como puede la vigencia de un oscuro ser dispuesto a lo que sea para cumplir sus objetivos de fama, riqueza, amor y poder. Por eso los vampiros seguirán gozando de buena salud en tanto el alma humana sea un nido de envidas, resentimientos y malas pasiones. Pero también, como el vampiro, fuente de rebeldía, de imaginación, de sueños y fantasías.

 

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Palabra, juego y poesía

Como los juegos, las lenguas se constituyen en un espacio de relación con reglas aceptadas. Esas reglas suponen la ejecución de ciertas acciones, pero no obligan a su continuación, esto es, son cambiables en tanto los sujetos lo efectivicen, por lo cual las palabras y sus nexos tienen un movimiento propio y van cambiando a lo largo de los días. Asimismo, no tienen un significado intrínseco sino que lo adquieren por reiteración. Compartir diariamente una experiencia a través del lenguaje otorga, precisamente, sentido de realidad a lo que se dice; en consecuencia, no hay una esencia sino que cada uso es, a la vez, una construcción de aquello que se comparte.

Aristóteles afirma que la reproducción imitativa constituye los primeros pasos en la senda del aprendizaje y que su objeto propio es la contemplación o semejanza cuyo principal vehículo es la lengua. De este modo se va operando la lematización, que constituye el dominio de lo visible y manipulable.

La palabra vencedora

“Entonces los arengó Toantes, hijo de Andremón, el mejor con mucho de los etolios, diestro con la jabalina, valeroso en la lucha a pie firme y en la asamblea pocos aqueos lo superan cuando los jóvenes debaten sus pareceres.”1 De este modo Homero deja establecida la importancia de la palabra al contar entre las grandes virtudes de Toantes el manejo del lenguaje.

En las asambleas deliberantes griegas, el uso de la palabra tomaba la forma de un debate entre dos, esto es, una querella o disputa para saber quién había violado el derecho del otro. Se trata de una de las formas más arcaicas de reglamentación judicial donde la decisión colectiva se tomaba en base a quien tenía “la palabra vencedora”; vale decir, era un agon, una competencia. La palabra dejaba así de tener valor sagrado para transformarse en un juego laico donde cuenta el valor mercantilista del triunfador y el vencido.

 

Las lenguas

El lenguaje es el reloj del tiempo que se va nutriendo con los conocimientos, las pautas y condiciones sociales, las distintas formas de actuación, la complejidad de las diversas experiencias, por lo tanto, es móvil y cambiante como la vida misma. Allí se van formando estratos geológicos que denuncian cómo era la existencia de los seres humanos en distintas edades y latitudes. Cada idioma es una lengua de intercambio que se mueve mayormente en la esfera de la lógica y la razón.

Rara vez se perfora esa trama sensible Porque la razón es engañosa: se muestra separando, ocultando, interrumpiendo todo aquello que la podría superar para imponer un saber calculador, que sólo tiene miradas para lo técnico, lo provechoso, lo útil y comercializable.

Los equívocos de lenguaje, los retruécanos, los malabarismos verbales, los koan y mondo zen, que exigen una mente aguda, alcanzan a rasgar un tanto la superficie segura del habla cotidiana. Es como si alzaran uno de los velos que recubren el sentido profundo del habla. Pero se necesita un espectro mucho mayor para alcanzar otra dimensión del lenguaje.

 

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                                 Calíope, la musa de la poesía épica y la elocuencia

 

Un salto cualitativo

Mediante las palabras se arman frases, conceptos, teorías de más en más complejas: se construye así lo que Witgenstein llama “juegos de palabras”. Cada sujeto tiene su propio juego y, en un proceso inter-reflejante, se establece la comunicación con otros en tanto se pueda discernir el juego de palabras ajeno. Todo ello va modelando un laberinto de círculos más o menos auto-suficientes, cuya salida se vuelve casi inhallable, Sin embargo, el conjunto gesta sus propios instrumentos de exploración y fuga.

El comienzo de ese escape podría situarse cuando el pensamiento racional pasa de establecer una comparación: “esto es como aquello”: al afirmar “esto es aquello”: en ese preciso instante se eclipsa como tal, dando lugar, mediante la introducción de la metáfora, al pensar poético.

“El lenguaje poético se distingue del lenguaje corriente -advierte Huizinga- porque se expresa deliberadamente en determinadas imágenes que no todo el mundo entiende. Todo hablar es un epresarse en imágenes. El abismo entre la existencia objetiva y el comprender no puede zanjarse sino con la chispa de lo figurado. El concepto encapsulado en palabras tiene que ser siempre inadecuado a la fluencia de la corriente vital. La palabra figurada cubre las cosas con la expresión y la transparenta con los rayos del concepto.”2

Si bien la palabra poética descansa en el discurso, alcanza su verdadera dimensión cuando atraviesa el límite de lo decible, esto es, cuando traspasa el núcleo de lo fenoménico, de lo convencional, para crear su propio acontecer, libre del sentido y la validez del discurso corriente, liberada de la realidad dialógica. Kant aseguraba que la cosa en sí es incognoscible, La palabra poética desnuda esa base de intangibilidad que sustenta a la palabra de intercambio y luego, dando un salto cualitativo, da existencia a lo que per se no la tiene. En consecuencia, el decir poético se instala en los márgenes, en los bordes o fronteras de los lugares comunes llegando después, mediante una sutil alquimia, al núcleo de lo trascendente, del ser mismo de las cosas.

Llevar a las palabras a una máxima tensión, abandonar el refugio de la dialéctica técnica y enfrentarse al pensamiento científico mostrando sus limitaciones es la empresa ardua, compleja, insomne de recuperar lo ontológico, la esencia. Es jugar el juego de las palabras como poder religante del universo.

 

El poeta y lo sagrado

Poesía es la unión de dos palabras
que uno nunca supuso que pudieran juntarse,
y que forman algo así como un misterio.
Federico García Lorca

Un poeta es un mundo
encerrado en un hombre
Víctor Hugo

La neurociencia informa que la poiesis se origina en la misma área del cerebro que el juego, que se trata de un mundo propio en el cual las cosas no tienen el mismo aspecto o fisonomía que lucen en el mundo de lo cotidiano y que esos nexos difieren profundamente de la lógica y la causalidad. Por ello, en tanto en el conocimiento científico la realidad llega cernida por normas y mandatos que se han ido incorporando, en el conocimiento poético se produce un contacto directo con la realidad. Cada cosa, cada ser, cada acontecimiento se vuelve entonces una epifanía.

Al desapegarse del saber calculador, que interrumpe y separa, el habla se introduce en el territorio de lo sagrado en el cual las lenguas originales tenían la facultad de penetrar fácilmente. Los antiguos, como el niño, el poeta, el vate hubieron de transitar ese derrotero donde se unen el ensueño, la risa, la embriaguez, para descubrir el juego último, lila, el juego de la creación. Comprenden así que el mundo “es una mera creación espontánea de Brahman. Es un lila, un juego de lo Brahman. Se crea de la dicha, por la dicha y para la dicha. Lila indica una actividad lúdica espontánea de lo Brahman, a diferencia del esfuerzo volitivo consciente. El concepto de lila implica libertad y no necesidad.”3 Mantras, oraciones, cánticos se convierten entonces en el modo de unirse a lo creado´

La poesía, en su significado inicial, es crear, componer y también engendrar.. Va de suyo, entonces, que la poesía hubo de formar parte decisiva en los rituales sagrados, tanto en su expresión colectiva como en la individual.

El poeta tiene entonces la ardua tarea de elevarse por sobre la indigencia del pensar racional, científico y doctrinario, del pensar que ignora o se sirve del silencio que rodea a la palabra. El poeta debe sumergirse en la energía oscura, en el misterio, para regresar con la revelación del ser, fundando una nueva verdad histórica. No una verdad sujeta a la lengua de mercado sino que revele la indecibilidad misma, lo que está más allá de los opuestos y del discurso normalizador de la sucesión espacio-temporal.

¿Cómo disponerse a jugar el juego magno de la creación? ¿Cómo hacer para eludir los escollos del nombre cotidiano de las cosas? ¿Cómo dar vida a lo que no es mímesis de ideas y emociones ordinarias? ¿Cómo engendrar las palabras del silencio? ¿Cómo bucear en los hondones del alma a través de los valles de sombra? El poeta, como todos los buscadores espirituales, debe producir en su interior ese vacío que le permitirá abrir las puertas de su percepción.

El temor, la duda, la falta de arrojo lo dejarán inevitablemente del lado conocido, de lo diario y trillado: por el contrario, el replegarse sobre sí mismo, el escuchar sin miedo las voces interiores dan cierto margen de seguridad en ese salto a lo desconocido. Rilke necesitó seis años de total aislamiento en Duino para escribir sus Elegías, Dante se alimentó de odio, desprecio y exilio para llevar cabo esa obra magna que es la Commedia, el ajenjo y otros licores acompañaron a los poetas franceses del siglo XIX en tanto la locura, la desesperación, la pobreza extrema y la soledad fueron devotas compañeras de la mayoría de los grandes poetas. Aquellos que, sea cual fuere el modo empleado, pudieron franquear las puertas de la percepción usual, avizorar los mecanismos de la transmutación de las apariencias y jugar con la magia sagrada fueron los que hicieron de su poesía la casa del ser, señalando así caminos para mayor grandeza del hacer humano.

1 HOMERO. Ilíada. Madrid, 2006
2 JOHAN HUIZINGA. Homo ludens Buenos Aires, 1957.
3 El concepto pertenece al profesor Ram Shamker Misra

 

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Las dualidades del número 13

A Diana Isabel Palópoli

En el imaginario popular el número 13 tiene connotaciones muy adversas, especialmente si se asocia con un día martes o viernes. Las razones que se aducen pertenecen a la esfera de la cultura occidental y tienen un punto de partida más o menos preciso, esto es, cuando las deidades materno-lunares estaban en franco retroceso.

El aspecto maléfico

Los Doce Dioses mostraron tempranamente su ira por introducir un número mal considerado cuando Filipo de Macedonia agregó su estatua junto a las deidades, por lo cual poco después murió asesinado.

Según cuenta la historia de Israel: el día trece del mes doce del año doce del reinado de rey Jerjes (486-464 a.C.) estando los judíos condenados a muerte, sólo la intervención de una dama, Ester, impidió el genocidio. En cambio, nadie pudo impedir la perdurable confusión de lenguas que se produjo un martes 13 en la Torre de Babel.

En la tradición cristiana, el número 13, combinado con días como el martes o el viernes proviene del episodio de la Sagrada Cena. Jesús reunió por última vez en un comida a sus discípulos. Donde uno de los doce apóstoles lo traicionaría. Jesús, que lo sabe, moj un bocado en el plato y e lo pasa a Judas diciendo “Lo que has de hacer, hazlo pronto” (Jn. 13: 21-30). La profecía se cumplió y Jesús fue crucificado un día viernes. De este modo, acorde a ciertos teólogos, el hecho nefasto permitió cumplir el plan de salvar y redimir a la humanidad mediante el sacrificio de Jesús.

Otra profecía, todavía incumplida, aparece en el capítulo 13 del Libro de las Revelaciones donde se une el Apocalipsis con la llegada del Anticristo.

Un desarrollo similar al de la figura de Jesús se encuentra en la literatura nórdica. Doce dioses fueron invitados a un banquete en el Valhalla. Loki, el espíritu de la adversidad y la pelea, logró filtrarse entre los comensales, ascendiendo entonces a trece el número total. En el intento de expulsar a Loki se produjo una pelea. Al igual que sucediera con Cristo, Balder, el favorito de las deidades, acabó muerto por intermediación.

En el fuerte predominio patriarcal del Medioevo, se tenía al 12 como número cósmico. Esta medida del tiempo solar, si era sobrepasada, significaba ir contra el orden universal y su estabilidad reconocida. El 13, en cambio, implicaba alterar ese sistema duodecimal de doce meses, doce signos del zodíaco, doce horas, etc. Por ende, lo que sobrepasase ese canon, por ejemplo el número 13, se consideraba diabolos, esto es, lo que separa y, por extensión, lo que indispone, lo que acusa, lo que separa. Lo que era symbolon –unión- queda transformado en su contrario, diabolon. Por ello la Cabala, como las leyendas nórdica, hablarán de los 13 espíritus del mal.

La Edad Media es rica en asociaciones del número 13 con acontecimientos desgraciados. Durante la Cuarta Cruzada, por ejemplo, se produjo el sitio de Constantinopla que finalmente cayó el 13 de abril de1204.

Tras un largo período de intrigas, falsas acusaciones y acuerdo secretos para apoderarse de sus bienes, el rey Felipe IV de Francia decreta la detención de los templarios. El mandato se lleva a cabo el 13 de octubre de 1307, siendo detenidos más de cien caballeros, lo cual marcó el principio del fin de la Orden del Temple.

En paralelo a los acontecimientos sociales, se iban gestando formas de juego y adivinación. Una síntesis de ambas vertientes fue el tarot. Si bien sus raíces pueden rastrearse hasta la más remota antigüedad egipcia, sus desarrollos se concretaron alrededor del siglo XV, Entre sus Arcanos Mayores se encuentra el número 13.

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Arcano XIII

El 13 se denomina “la Muerte” y es representada como un esqueleto que lleva en su mano siniestra una guadaña con la que corta cabezas y hierbas. Sesga una cabeza de niño y una de rey, para demostrar que la muerte e igualitaria. Un pie se hunde en la tierra y su cabeza tiene forma de luna. La hierba que corta se supone que es mala, lo cual permite florecer lo positivo, Vale decir, aquí el número trece se convierte en una encrucijada entre lo bueno y lo malo. Si bien significa muerte, ésta puede referirse a dejar atrás lo que pesa para abrirse a una transformación, a una evolución necesaria dentro de la esencia inmutable.

El día martes, regido por el dios de la guerra y por el planeta rojo, fue conocido en la Edad Media como “el maléfico”, sobre todo si se asociaba con el día 13, considerado un elemento excéntrico, marginal, errático, apartado de lo ritmos normales del universo.

Asimismo. se tenía por cierto que los efectos nocivo del martes o el viernes 13 se acentuaban si coincidían con el plenilunio.

En el siglo XVIII, el pragmatismo anglosajón decidió acabar con las supersticiones relacionadas con el viernes 13. A ese fin, la marina británica ordenó rebsutizar un buque con el nombre de HMS Friday. Asimismo, se designó aun capitán cuyo nombre era Jim Friday y. no satisfecho con que el buque y el capitán ostentaran el nombre del temido día viernes, se reclutó a la tripulación precisamente en ee día. No pararon allí lo desafíos: fue un viernes que se armó la quilla del varco para finalmente botar la nave un viernes 13. Una vez que se lanzó a las aguas, nunca más se volvió a saber del barco o de su tripulación.

El aspecto benéfico

La Decimatercia vuelve
y sigue siendo la primera
Y es siempre la única
en el momento único.
Eres tú, Reina, ¡oh tú!
la primera y la última.
Gerard de Nerval

Tal como ocurre con numerosas prácticas, ideas, costumbres, deidades, el significado del número 13 ha sufrido profundas metamorfosis a lo largo de los tiempos. Las culturas que se regían por el calendario lunar le concedían un lugar excepcional.

Los antiguos mexicanos lo tenían en alto valor, ocupando un lugar decisivo tanto en su teología como en la astrología. El Popol Vuh habla del dios trece que es también el primero. Entre los aztecas, el 13 representaba la cifra del tiempo, con una semana de trece días, siendo esta cifra el cumplimiento de una serie temporal.

Las culturas orientales tenían al 13 por número divino; en China, por ejemplo, el trece es sinónimo de “vivir eternamente”. Algo parecido ocurría en las épocas en que todavía estaban cercanos los cultos materno-lunares, cuando Zeus, según Platón, se situaba en la corte de los dioses como el decimotercero se lo recibía alegremente. O Ulises, que pudo escapar del Cíclope y su apetito exterminador por ser el número trece del grupo.

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Las valkirias

En la mitología nórdica, los Edda enumeran positivamente la existencia de trece valkirias, Freya, Hécate, Diana fueron algunas de las formas que tomó la Gran Diosa Madre en el resurgimiento medieval de su culto. Curanderas, sanadoras, mujeres sabias que ayudaban en los partos, que conocían las hierbas que sanan, que restauraban heridas y consolaban a los pobres, se reunían de tanto en vez a la luz de la luna. En recuerdo de la simbología lunar de la Diosa, se agrupaban en número de trece en lo que llamaban conventículos, unque a veces multiplicaban el número en grandes asambleas. El bosque las cobijaba de miradas indiscretas mientras se dolían de la miseria en que los poderosos sumergían al pueblo e intercambiaban conocimientos que les permitirían ayudar mejor a los sufrientes del cuerpo y el alma.

El resurgimiento, la independencia y la labor eficaz de esas mujeres a las que se llamó brujas acabó por molestar a los patriarcas que tanto se habían esforzado por borrar todas las huellas de las deidades anteriores a los dioses solares. Se las evaluó como figuras del mal, adoradora de una figura astada. Fueron entonces objeto de calumnias, de persecución, encierro y tortura, de muerte por el fuego. Su número clave, el trece, pasó a ser nuevamente una cifra ominosa: se convirtió entonces en des Teufels Dutzend –“la docena del diablo”.

A pesar de todo los intento de borrar el embolismo positivo del número 13, éste siguió conviviendo con el negativo. Un ejemplo claro de esta supervivencia puede encontrarse en los Estados Unidos de Norteamérica. En la vida cotidiana se ha procurado erradicar el trece, quitándolo de la numeración de los pisos, de las habitaciones de hotel, de los asiento en los transportes. Sin embargo, no ocurre lo mismo con sus símbolos más conocidos: el escudo y el dólar.

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El Gran Sello ostenta un águila calva con las alas abiertas: en su garra izquierda sostiene un grupo de trece flechas –que representan los trece Estados originales de la Nación. En la derecha sostiene una rama de olivo con trece hojas y trece frutos. Sobre su cabeza aparece una gloria con trece estrellas arregladas en filas de 1-4-3-4-1, formando una estrella de seis puntas.

El reverso del Escudo aparece en el lado derecho del reverso de los billetes de un dólar. Asimismo muestra una pirámide truncada en forma de un conjunto de trece capas: en la base figurt en números romanos el año de la independencia de Estado Unidos y sobre ella, inscripto en un triángulo, el ojo de Horus.

En el reverso se muestra una pirámide trunca. Sobre ella hay un ojo dentro de un triángulo, rodeado de una gloria. La pirámide se muestra convencionalmente como un conjunto de 13 capas para referirse a los 13 Estados originales. Se inscribe en la base de la pirámide el número romano MDCCLXXVI (en relación a 1776, año de la Declaración de Independencia de Estados Unidos).

No cabe duda de que estos poderosos símbolos, junto con los lemma que allí figuran: Annuit Cœptis  -«Aprobar las cosas que se han iniciado»- y  Novus Ordo Seclorum -“Nuevo Orden de los Siglos”- comunican un fuerte mensaje codificado en el cual el número 13 y sus connotaciones materno-lunares no es el menos significativo.

Comunica un mensaje codificado en simbolismos, dentro del cual el número trece es la clave más importante.
Representa la subid eterna de Síifo o el tonel de las Danaides..

El defensor del escudo es un águila calva con las alas abiertas (o «muestra», en términos heráldicos). Desde la perspectiva del águila, que sostiene un grupo de 13 flechas en su garra izquierda, (en referencia a los 13 Estados originales) y una rama de olivo en su garra derecha, simbolizando que Estados Unidos tiene «un fuerte deseo por la paz, pero siempre estará listo para la guerra». Aunque no se especifica en la ley, la rama de olivo se representa generalmente con 13 hojas y 13 aceitunas, representando otra vez los 13 Estados originales. El águila tiene su cabeza vuelta hacia la rama de olivo, en su lado derecho, simbolizando una preferencia por la paz. En su pico, el águila lleva un pergamino con el lema «E pluribus unum» («De muchos, uno»). Sobre su cabeza aparece una gloria con 13 estrellas en un campo azul. Las 13 estrellas sobre el águila se arreglan en filas de 1-4-3-4-1, formando una estrella de 6 puntas.

Reverso del billete de un dólar estadounidense.

En el reverso se muestra una pirámide trunca. Sobre la pirámide se encuentra un ojo en un triángulo, rodeado de una gloria.

La pirámide se muestra convencionalmente como un conjunto de 13 capas para referirse a los 13 Estados originales. Se inscribe en la base de la piramide el número romano MDCCLXXVI (en relación a 1776, año de la Declaración de Independencia de Estados Unidos).

Dos lemas aparecen: «Annuit Cœptis» («Aprobar las cosas que se han iniciado») y «Novus Ordo Seclorum» (Nuevo Orden de los Siglos). Rara es la vez en que se representa el reverso del Gran Sello. No obstante, aparece en el lado derecho del reverso de los billetes de un dólar.

En el escudo de los Estados Unidos aparecen trece estrellas que parece que representan los trece estados que formaban la nueva nación americana. Para los cabalistas modernos, la constelación de trece estrellas que se encuentra sobre el águila en el anverso del Gran Escudo de los Estados Unidos, comunica un mensaje codificado en simbolismos, dentro del cual el número trece es la clave más importante.

«Los francmasones que fundaron Estados Unidos obtenían su inspiración de muchas escuelas y filosofías antiguas, tales como las Escrituras hebreas y cristianas, las doctrinas de Pitágoras, la Escuela de Alejandría, Platón, los cabalistas y los Rosacruz. La influencia cabalística parece ser la mas importante dentro de la francmasoneria y se revela ostentosamente en el Gran Escudo de los Estados Unidos.» [El escudo de los Estados Unidos y las pirámides]

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El gato: De la sacralidad al anarquismo

La reputación del gato ha sido muy variable a lo largo de la historia. Temido y reverenciado, objeto de amor y de odio, sacro y sacrílego, le fueron adjudicados los calificativos más extremos y los más variados tratos.

En la Antigüedad

La relación gatos-humanos se pierde en el tiempo, ya que en el siglo VIII a.C, ya se los enterraba juntos. Pero habría que esperar a la IV dinastía egipcia para la consagración del gato.
Bastet, la gran diosa del panteón egipcio, representaba la fecundidad, la luz, la belleza tanto como la abundancia y el placer. Pero también simbolizaba el misterio, la noche y la luna. Era la Dama del Este con cabeza de gato que se transformaba en cabeza de leona cuando se encolerizaba y adquiría la forma de Sejmet, la Dama del Oeste, “la más poderosa”, “la terrible”,
En su aspecto diurno no era menos beligerante ya que combatía al dragón Apofis para que no interrumpiera la ruta del sol. Por ello, a menudo se la ve en su forma felina sosteniendo entre sus garras a una serpiente. Este mitologema, gato-serpiente, va a aparecer una y otra vez en distintas culturas.
Feroz y amable, Bastet era impredecible y extraña. Como deidad lunar, velaba por el alma de los muertos y protegía de los malos espíritus a la par que velaba por las embarazadas y los nacimientos, pero también, en su aspecto oscuro, era vengativa y guerrera, impiadosa y brutal.

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La diosa Bastet

La suma de sus cualidades, positivas y negativas, la convirtieron en una de las deidades cuyo culto suscitaba más fervor. Era tan extrema la adoración que se le profesaba a la diosa felina, que el faraón impuso severas medidas -que llegaban a la pena capital- para quien osara matar un gato.
En sentido contrario, si fallecía un gato de familia, se llevaban a cabo banquetes mortuorios a la vez que los varones de la familia se afeitaban las cejas en señal de duelo. El cadáver del animal era embalsamado para ser sepultado en la tumba familiar o en un cementerio de animales.
Durante el bajo Egipto la ciudad de Bubastis estuvo enteramente dedicada a la adoración del gato. Se lo llamaba por la onomatopeya de su voz miw o mau y era ante todo un símbolo de libertad, En el templo principal de la urbe se llevaban a cabo las festividades que le estaban dedicadas, Allá acudían miles de peregrinos durante el mes de mayo para honrarlo e implorar sus favores. Cuando moría un gato sagrado, se procedía a embalsamarlo para ser enterrado en un cementerio. En estos casos era obligatorio vestir de luto.
El tiempo todo lo cambia y Egipto y su culto al gato fueron declinando, no sin antes transmitir su influencia a los países europeos.

Imponente, enigmática, en el ámbito celta hay una deidad equivalente a la egipcia Bastet cuyo nombre es Freya, En los Eddas se la describe como la diosa del amor, la fertilidad y la belleza. En tal caracter se la invoca para tener buenas cosechas y felices partos.
Sin embargo, Freya tenía su faz oscura que la asociaba a la magia, las profecías, la muerte y, curiosamente, a la riqueza como forma de exterminio. En este aspecto, era una diosa bélica que comandaba a las Valkirias. Estas mujeres guerreras sobrevolaban los campos de batalla montadas en sus caballos alados para llevar los cuerpos de la mitad de los guerreros muertos al Valhalla, donde eran recibidos por Freya. La otra mitad le era entregada a Odin.
Los gnomos le habían regalado un brisingamen, un collar labrado en oro y piedras, del cual nunca se desprendía, ni siquiera cuando cruzaba los cielos a gran velocidad en su carruaje divino. Un carruaje tirado por dos gatos: Bygul “Abeja de oro” y Trjegul “Ärbol de ámbar dorado”
A pesar de tener una diosa protectora, los gatos no eran vistos con demasiada simpatía por creerlos con gran capacidad de traición Así lo atestigua el sobrenombre de Cenn Chaitt, “Cabeza de gato” con que se conoció a Cairpre, el usurpador del trono que causó la ruina de Irlanda.

La ambivalencia respecto al gato se repite en la India donde existen numerosas estatuas de gatos ascetas que representan la beatitud. No obstante, los budistas le reprochan que, junto con la serpiente, fueron los dos únicos animales que no se emocionaron con la muerte de Buda, aun cuando Mukalinda, una serpiente, lo haya cobijado al Gran Maestro durante el tiempo que se mantuvo meditando hasta llegar a la Iluminación.
El mismo nexo gato-serpiente, inaugurado por Bastet y retomado por el budismo, lo replica la Càbala, que le adjudica ser símbolo dé lujuria, de abusar de los bienes de este mundo.
En el mundo musulmán, en cambio, se considera que el gato es de buen augurio. En una nueva versión que equipara el gato al león, cuenta una leyenda que las ratas incomodaban a los pasajeros del Arca de Noé. En procura de aliviar la situación. Noé pasó su mano por la frente del león: la reacción fue un estornudo mediante el cual expulsó la primera pareja de gatos.

En la era cristiana

Los primeros tiempos de la era cristiana mantuvieron en cierto grado el culto al gato. En Irlanda, por ejemplo, había “una gata negra delgada, que se recostaba en una silla de plata vieja” que “tenía una cueva-santuario-oracular en Connaught, en Clogh-magh-rightcat, ahora Clough, antes de la llegada de San Patricio. Esta gata daba respuestas muy vituperadoras a los inquisidores que trataban de engañarla y era, al parecer, la equivalente de la diosa Gata egipcia Bast.”1
No obstante, en los campos la suerte del gato había variado. Se lo consideraba el “espíritu del grano” y, cuando terminaba la recolección de las mieses se decía que iban a “matar al gato•, lo cual efectivamente llevaban a cabo, El proceso variaba; a veces se mataba un gato en el corral de la casa y, en otra ocasiones, ponían un gato vivo debajo del último haz de mies y. al trillarlo, mataban al gato a golpes de mayal. No era infrecuente que luego se sirviera el gato como exquisita comida.

El tiempo siguió su curso. El alimento era escaso en una Europa sometida a guerras constantes, a pujas por el poder, al desdén de los poderosos por los pobres y necesitados. Afecciones diversas, enfermedades convertidas en epidemias, se unían a los estragos de inundaciones y sequías para convertir en un tormento el diario vivir. La voz de la religión recordaba que todo mal proviene de los pecados del hombre, que la existencia es un tránsito doloroso, un medio para purificarse y alcanzar la beatitud eterna.
La ecuación no representaba un consuelo ni una vía para enfrentar el padecimiento cotidiano. En busca de una alternativa, las mujeres comenzaron a reunirse, a intercambiar ideas, a socorrerse mutuamente, a intercambiar plantas con que elaborar remedios efectivos, a asistir a las parturientas, a curar las heridas que producían las duras faenas.
Poco a poco fueron resurgiendo los viejos ritos de sentarse junto a un árbol a la luz de la luna, de cantar y bailar para aliviar el corazón de tanta pena. de implorar la merced de una madre divina. El culto a la Gran Diosa, esta vez bajo el nombre romano de Diana, se puso en marcha.
Las autoridades de toda índole no podían tolerar estas desviaciones si querían mantenerse en el poder. Se desató una oleada de persecuciones contra las mujeres que se atrevían a congregarse y pensar juntas los problemas de la vida. Se las llamó brujas. Se las tomó prisioneras, se las encerró de por vida, se las quemó en las santas hogueras como ejemplo de comportamiento delictivo. Y. junto con ellas, se estigmatizó a sus animales.
Protectoras de todo lo viviente, amantes de los animales, las mal llamadas brujas solían tener junto a ellas perros y gatos. Ambos “familiares” fueron vistos como personificaciones del mal. Se suponía que el demonio tomaba la apariencia de un gato en sus visitas a la tierra o que las brujas tomaban la forma de un felino. No quedaba otra solución que acabar con ellos.
Un edicto de 1484 del papa Inocencio VII autorizó el sacrificio de gatos en las fiestas populares. Miles de personas celebraban las festividades colocando a los gatos en una bolsa para arrojarlos luego desde las torres de las iglesias. Pronto acompañarían a sus amas hasta las hogueras levantadas en las plazas públicas donde unos y otras eran quemados vivos.

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Lo mismo ocurría con los herejes, a los que también se culpaba de adorar gatos. La acusación iba sobre todo contra los Caballeros Templarios y los cátaros, de quienes se sostenía habían derivado su nombre del culto al gato.
En Inglaterra se dio el caso, curioso pero previsible, de quemar gatos como señal de la herejía protestante durante el reinado de María Tudor. Y de quemar gatos como señal de la herejía católica bajo el reinado de Isabel I.
El exterminio de gatos permitió la proliferación de roedores. Irónicamente, la venganza felina se fue consumando poco a poco, durante siglos, a través, precisamente, de sus enemigas. Sin contención natural, las ratas devoraban sin piedad las cosechas y transmitían enfermedades como la peste negra que azotó Europa en el siglo XIV. Hambre y enfermedades para los seres humanos fue el corolario de una decisión nefasta.

De la sonrisa

Hubo que esperar hasta el siglo XVII para que comenzara a restablecerse el equilibrio natural al prohibirse la quema de gatos por considerase una práctica cruel. El primer mandato formal llegó de manos de Luis IV, que era un gran amante de los felinos y consideraba que echarlos a la hoguera era un símbolo de barbarie
Sin embargo, fueron los ideales de fraternidad y libertad de la Revolución Francesa los que alcanzaron a envolver a los animales en un abrazo de compasión igualitaria Así se desterró por consenso unánime la práctica de erigir hogueras para arrojar en ellas animales o personas vivas.
Nuevos tiempos, nuevo estatus, nueva imagen. En la Inglaterra del siglo XVIII se acuña para un gato ficticio, el Gato Sonriente de la cultura popular, una feliz expresión: grinning like a Cheshire cat En 1788, en A classical dictionary of the vulgar tongue, de Francis Gose, una de sus entradas dice: “Gato de Cheshire. Sonríe como gato de Cheshire. Dícese de cualquiera que enseña sus dientes y encías cuando ríe.” Poco después, en 1792 en un texto de John Wolcot se lee: “Nuestra corte sonreirá como gato de Cheshire.” El gato y su indescifrable sonrisa habían logrado abrirse paso en las letras. Sin embargo, no adquirirá su real dimensión hasta que Lewis Carroll le concediera un lugar privilegiado en su texto de Alicia en el país de las maravillas.
En el relato de Carroll, el Gato aparece y desaparece; puede mostrarse por completo o fragmentariamente o desvanecerse de súbito cuando así le parece. Su mera presencia permite que no haya ninguna rata en el País de las Maravillas. Trepado en la rama de un árbol, contra el cielo, cuando se va disipando deja en pos de sí una dentadura en “creciente”, esto es, una sonrisa que perdura. La semejanza con las fases lunares no podía ser más obvia.

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Carroll, gran matemático y estudioso de los simbolismos y los juegos de palabras, le devuelve al felino la majestad de que había gozado en tiempos pretéritos. El Gato de Cheshire entretiene a Alicia mediante conversaciones plenas de paradojas y aparentes sinsentidos, absurdos y disparates. No obstante, a lo largo de estos coloquios se va perfilando una profunda crítica al pensamiento patriarcal y los distintos modos en que ha sido implementado en la vida cotidiana, desde hace centurias, por las fuentes de poder oficiales.
Símbolo de la cosmovisión materno-lunar, el Gato de Cheshire está presente con su solidaridad toda vez que Alicia lo necesita. Quizá la conjunción más feliz de actitud cuestionadora y sostén amistoso sea la del momento en que Alicia es condenada a muerte y el Gato hace desaparecer su cuerpo, dejando sólo la cabeza visible a la par que provoca una engorrosa discusión entre el Rey, la Reina y el verdugo sobre la posibilidad de decapitar a un ser que no tiene cuerpo.
Enigmático, crítico de la realidad a la que cuestiona con sus propios instrumentos racionales, él mismo un problema ontológico, el Gato de Cheshire se retira gradualmente hasta que no queda otra cosa más que su sonrisa mientras le hace notar a Alicia que muchas veces habrá visto a un gato sin sonrisa pero nunca, nunca, una sonrisa sin gato´

Los ojos felinos

Magnéticos, atragantes, visionarios, se reputaba que los ojos del gato podían ver de noche, lo cual los convertía en buenos custodios, Por ello, en antiguos cementerios de Beni Hasan se encontraron pequeñas imágenes de gatos, de ojos prominentes, sentados en actitud de vigilancia.
El felino recibió los apodos de “vigilante de la noche” y “destructor de los enemigos de Osiris” tanto por su aptitud para la guardia como por su extrema sensibilidad a las influencias astrales.
Según Plutarco, que repetía conceptos de Cornelio Agrippa, los ojos del gato se agrandan o achican de acuerdo a las fases de la luna, lo cual lo convierte asimismo en un excelente visionario, capaz de entrever aquello que se mueve en dimensiones que no son las binarias. O, tal vez, pasar él mismo de una a otra dimensión. Quizá se deba a esta facultad de esfumarse súbitamente a la vista humana que si un gato se aparece en sueños suele ser interpretado, desde el psicoanálisis, como la parte femenina asociada al pensamiento intuitivo, no recional.
Asimismo, distintas culturas han sostenido que los ojos del gato coadyuvan en rechazar un conjunto de fenómenos desfavorables y, por el contrario, en favorecer los positivos. Tanto es su fuerza que a una piedra de cuarzo se la denomina, precisamente, “ojo de gato” Los árabes creían que este crisoberilo de variados colores podía causar la invisibilidad de quien lo usara correctamente. De modo más modesto, en otras culturas, incluso en la moderna occidental, al ojo de gato se le atribuyen propiedades como erradicar las malas influencias, fortalecer la salud y prevenir enfermedades. También atrae el éxito y la fortuna y es eficaz contra los contratiempos. En otra faceta, se asocia el crisoberilo a la disciplina interior y el autocontrol.

El gato anarquista

Los colores del gato han sido con frecuencia objeto de interpretaciones contrapuestas. En Irlanda y Escocia se creía que los gatos de tres colores atraían la buena suerte y agudizaban las percepciones de sus dueños. El gato negro, por el contrario, a menudo ha sido objeto de rechaza, incluso hasta nuestros días, en que, si alguien se cruza con un gato negro, cree que el porvenir inmediato le será desfavorable.
Sin embargo, en la Antigüedad, el gato negro era considerado, por ejemplo en Egipto, como un signo de libertad y autonomía. Los avatares históricos lo estigmatizaron, creándose a su alrededor una pesada atmósfera de recelo, que llevó a la creencia de que era la encarnación misma del Diablo. No obstante, también en el color negro cambió el sino del gato.

La Revolución Industrial, antes que beneficios para la población, produjo un gran giro en la distribución de riquezas, acumulándola en pocas manos. La literatura ha recogido innumerables ejemplos de las clases pauperizadas que, hambreadas y enfermas, luchaban por tener un lugar mínimamente digno baso el sol. No eran infrecuentes las reuniones de obreros y empleados de bajos puestos donde se decidiera enfrentar esa situación ignominiosa en que estaban sumergidos con alguna clase de acción contestataria. Paros y huelgas se encontraban entre esas protestas.

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Una de las tantas medidas de fuerza contra el capital explotador se encontraba en su peor momento. La represión de los poderes constituidos se había cobrado varias víctimas, entre heridos y encarcelados. Cundía el desánimo en el acampe de los trabajadores. De pronto, un gato negro, famélico y enfermo, se paseó entre los obreros. Éstos, en un gesto compasivo, en lugar de echarlo lo alimentaron con su magro sustento, tomándolo como mascota. Indomable y resistente, el gato lentamente se fue recuperando hasta que alcanzó una espléndida lozanía. En ese momento la huelga dio un vuelco positivo, alcanzando los huelguistas los objetivos que se habían propuesto.
¿Cómo no querer a ese gato? ¿Cómo no identificarse con su resistencia y bravura? La anécdota corrió como un río en los movimientos anarquistas: el wildcat, el gato negro salvaje, el gato montés fue adoptado como emblema del anarquismo y, en especial, del anarco-sindicalismo. Ralph Chaplin, un nombre destacado en el sindicato Industrial Workers of the World, de Estados Unidos de Norteamérica, fue el encargado de diseñarlo tal como se conoce ahora: la espalda arqueada en posición de pelea, mostrando las uñas y los dientes.
La silueta del Gato Negro, usada posteriormente por numerosas agrupaciones sindicales, constituye la revitalización del sentido de libertad que tuvo en sus orígenes. Morir antes que claudicar. La libertad sagrada de los dioses y la libertad anarquista de los desposeídos quedaron hermanadas en la figura trascendente del Gato Negro.

1 ROBERT GRAVES. La diosa blanca. Buenos Aires, 1970

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La prosapia del perro

Fidelidad, protección, cuidado, vigilancia, compañía son algunas de las muchas palabras que acuden a la mente cuando se piensa en lo que un can simboliza. Aun cuando estas cualidades sean encomiables, no reflejan acabadamente la prosapia del perro, reconocida desde las culturas más arcaicas hasta la actualidad.

Originalmente, los perros eran los compañeros de la Gran Diosa Madre, En Babilonia constituían el símbolo de la Diosa del Destino; en Grecia acompañaban a Hécate y en Persia a su equivalente del reino de la muerte.

Los avances del patriarcado operaron grandes transformaciones; así Sirio, la Estrella del Perro, fue identificada por los griegos como el gran dios Pan, Sin embargo, Píndaro hubo todavía de reconocerle su origen al denominarlo “el perro de forma cambiada de la Gran Diosa.”

En otra de las mutaciones, Anubis es hijo de la diosa -Neftis o la vaca primordial Hesat, Es uno de los dioses más antiguos de Egipto e inicialmente se lo representó como un can negro tendido sobre su estómago, aunque luego se le prestó un cuerpo de varón y sólo quedó la cabeza de perro.

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El dios Anubis

El reino de Anubis era el inframundo, el Duat, la zona tenebrosa de lo invisible porque la función primigenia del perro fue la de psicopompo, esto es, guiar a los muertos en el más allá. En tal carácter, le prestó su perfil a las grandes deidades del imperio ctónico; Tíen kuan, Cerbero, Xólotl, Thot, Hécate, Hermes.

Su fino olfato lo capacitaba para decidir qué clase de persona era la que había llegado a las puertas de la muerte y, en consecuencia, conducirlo al lugar adecuado. Por ello, los egipcios ponían un énfasis especial en aromar los cadáveres con especias para ser rápidamente aceptados.

Señor de los reinos de la muerte, cuyas puertas custodiaba, el perro se encontraba en un lugar inmejorable para tender puentes entre ambos universos: el visible y el otro. Esto le permitía no sólo ver fantasmas sino que podía convertirse en un medio propiciatorio para sucesos venideros. Por consiguiente. en algunas comunidades originarias se sacrificaba un perro blanco cuando comenzaba un nuevo año para que llevara los deseos generales al más allá. Este sacrificio configuraba el centro de la fiesta. El perro era, en efecto, “un mensajero que se enviaba al cielo a llevar los ruegos de los hombres.”[1]

Dentro de sus aspectos de intercesor, en los banquetes fúnebres originarios se le daba al perro un trozo del cadáver de su amo muerto junto con estas palabras: “Cuando vivías, tú eras el que comia: ahora que has muerto, es tu alma la que come” De esta manera se propiciaba su entrada en el otro mundo.

Los muertos no están sujetos a la tiranía del tiempo, por ello solían ser interrogados a través de un perro para que anunciara a los seres vivientes los acontecimientos que iban a producirse. Previsiones y augurios no están lejos de la hechicería, por ello si un perro se aparecía en sueños era signo indubitable de que el soñador estaba bajo el influjo de una bujería: así lo creyeron largamente los pueblos de la antigüedad.

En su aspecto positivo, la función de psicopompo del perro, como la de Hermes, lo ubicaba como factor decisivo en la curación de enfermedades. En Babilonia, el perro era el símbolo de la Diosa del Destino, conocida como Gula “la Gran Doctora”, que podía sanar o causar las enfermedades que quisiera.. Asimismo el perro figura entre los atributos de Asclepios, el dios de la medicina de los griegos.

El perro de fuego

Bachofen admite el carácter ctónico-lunar del perro y, en tanto relacionado con la tierra, ostenta asimismo un aspecto materno, el de la materia receptiva, de fructificación. Si bien esto podría alejarlo de la realidad luminosa, lo cierto es que a menudo aparece como héroe asociado al fuego.

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Según relata Frazer2, en el Alto Nilo se creía que el perro había robado el fuego a la serpiente o. alternativamente, al arco iris o a las divinidades celestes. Lo cierto es que, corriendo con las chispas robadas, se quemó la cola pero, incluso aullando de dolor, siguió corriendo hasta donde los hombres pudieran apoderarse del fuego.

En una latitud tan distante como Mesoamérica, existe asimismo una fuerte ligazón entre los aspectos ctonianos y uranianos del perro. Según los mayas, el perro guía al sol en su curso subterráneo, esto es, representa al sol negro.

En lengua náhuatl, Xólotl significa, a la vez, perro y gemelo”. Es el mellizo de Quetzalcoatl. el dios del relámpago, del juego de pelota y el inframundo, la estrella de la tarde que despierta a la Luz, Por ello. el Padre Sahagún afirma que: el Can es el símbolo del fuegopara los aztecas, la síntesis simbólica del Sol.

La asociación del perro con el fuego estuvo llamada a perdurar largamente, al punto que reaparece en la esfera cristiana como el enviado de Dante: infin che´l veltro verra y el Precursor de la segunda venida de Jesús en Durero. Asimismo, un can que escupe fuego es el emblema de san Dominico, cuyos monjes, los Domini canes, -los perros del Señor– se constituyeron en los heraldos o guardianes de la palabra cristiana.

Más tarde, el avance del autoritarismo patriarcal produjo un giro netamente desfavorable en la visión que se tenía del perro. Asociado al culto de las mujeres a la Gran Diosa, se lo vio como un representante del ígneo Satanás y su corte de diablos. No tardó en caer el más horrible anatema sobre las mujeres que mantenían un buen trato con los perros. Fueron vistos como la encarnación del mal, desatándose contra unos y otras una persecución abyecta. Hay pocos registros históricos similares al ensañamiento, la crueldad y la persistencia con que se llevó a cabo la llamada “caza de brujas.” La tortura y la muerte en la hoguera de cientos de miles de mujeres y animales fue el corolario que usaron los poderes constituidos para tranquilizar las conciencias misóginas.

Cualidades diversas

En el ámbito celta el perro era objeto de todos los elogios y, por su valor, se lo asimilaba a los guerreros. Tanto era así que su héroe vernáculo tomó el nombre de Cuchulainn. “el perro de Culainn”, después de un confuso episodio en el que dio muerte a la perra de Culann. En su homenaje, juró perpetuar con su conducta las funciones del can difunto.

Lo cierto es que los celtas iban siempre al combate acompañados de sus perros y el valor de éstos era tal que, cuando se quería honrar a un guerrero, se lo elogiaba diciendo que era un perro. Y también, como homenaje, se comía ceremonialmente la carne perruna. Precisamente esto fue lo que mató a Cuchulainn que, mediante un geis o juramento había prometido no comer nunca esa clase de carne. Mediante un artilugio, se lo forzó a ingerirla, lo cual lo debilitó de modo extremo, perdiendo prontamente la vida en combate.

Según el islamismo, el perro posee cincuenta y dos características, de las cuales la mitad son santas y la otra mitad maléficas. Una de las virtudes que se le reconocen es la fidelidad: “Si un hombre no tiene hermanos, los perros serán sus hermanos. El corazón de un perro es similar al corazón de su amo.” En sentido opuesto, una tradición que llega desde el Profeta dice que un recipiente en el que haya bebido un perro debe ser lavado siete veces, debiendo ser hecho con tierra el primer lavado.

En general, el Profeta estaba en contra de matar perros, excepto que fueran negros con dos manchas blancas encima de los ojos; en cuyo caso debía ser ultimado porque se trataba de un diablo.

Sarama, la perra del dios Indra, los cinocéfalos egipcios, Cerbero el de tres cabezas y tantos otros son los canes que, con su propia apariencia, o mestizados con la figura humana, vigilan y custodian. La función de guardián del perro ha sido ampliamente reconocida por todas las culturas, sea que velen la entrada del más allá, la entrada de los templos o las puertas de la casa donde habitan sus amos.

La fiel guarda y la inquebrantable compañía de los perros crea en numerosas ocasiones lazos entrañables entre el can y quien lo posee, lazos que comprometen lo más profundo de los sentimientos. Una de las grandes epopeyas de la humanidad, el Mahabharata, relata un episodio muy emotivo que tiene como protagonistas a los Pandava y un perro. Relata la saga que cuando los cinco hermanos comienzan su peregrinaje comienza a seguirlos su perro. Primero hacia el este, luego hacia el sur, más tarde hacia el oeste, a la ciudad de Krishna que se encuentra hundida en el océano, El perro, fiel, los sigue de cerca. Por último deciden cruzar la cordillera del Himalaya por el norte, siempre con el can cercano a ellos. Los Pandava van muriendo, atrapados por el frío eterno de las alturas mientras el perro, incansable, continúa al lado de los sobrevivientes.

Finalmente sólo queda un hermano vivo, Yudisthira; en ese instante se presente Indra montado en un carro refulgente y le ofrece subir al cielo. Yudisthira esboza el gesto de llamar a su fiel acompañante, pero el dios el recuerda que los perros no tienen cabida en el cielo.

Yudisthira, en un gesto que le aseguró un lugar entre las deidades, renuncia al cielo porque no quiere abandonar a su amigo en la soledad y el frío, sellando así un pacto de lealtad más firme que la muerte.

Solidario, comunicativo, noble, el simbolismo plural del perro, tanto en su comportamiento como en sus funciones de intermediación, ha formado parte de diversos métodos de adivinación. Uno de eloos, siempre vigente, es el Tarot. En estas barajas, tres cartas llevan su imagen: el loco, la luna y el diez de oros. En todos los casos, apuntan a las buenas cualidades caninas en distintos grados. En consecuencia, se interpretan en el sentido de la comunicación, de mejorar el entendimiento con el entorno, de no desviarse de las decisiones tomadas y seguir la ruta tomada como el perro sigue al amo.

De leones, zodíacos y perros de paja    

Desde la dinastía Han (206 a.C. 220 d.C) templos, tumbas. palacios y edificios gubernamentales, entre otros sitios, son custodiados por los perros Fu. Estos fuertes canes, originados en la tradición budista, no se reconocen sólo como poderosos guardianes, plenos de valor y energía, sino que son un claro símbolo de la felicidad. Los Fu, que se representan de a pares sexuados, se muestran bajo otra forma: la de leones. Los sabios y legendarios leones de Buda

La estrella binaria Tïen kuan es conocida en China como el Perro Celeste. Es tormenta y meteoro; es el estampido del trueno y el resplandor del rayo. Asimismo, conforme a ciertas tradiciones, los chinos representan el caos bajo la forma de un gran perro, de larga pelambre, que tiene ojos pero no ve, tiene orejas pero no oye y no tiene órganos pero vive.

En sentido inverso, el perro es considerado de buen augurio porque, cuando se presentó el Gran Venerable en el monte T´ai che lo hizo acompañado de un can amarillo. Al igual que en la magia y la alquimia, los distintos colores del perro lo señalan como elemento que se transforma y permite transformarse a los hombres, a los que les presta alas de inmortalidad.

El Perro Celeste, que en realidad es rojo y tiene por enemigo al búho demoníaco, ocupa uno de los doce espacios en que se divide el zodíaco chino.

Los nativos de ese signo son representativos de algunos de los comportamientos del perro: son leales, atados a sus costumbres y comodidades, tanto como a las personas con las que convive. Prefieren no estar solos porque su necesidad de afecto es enorme.

En la China antigua, se fabricaban unos muñecos que imitaban la forma de perros a los que se rellenaba con paja. Estas figuras, utilizadas durante las ceremonias rituales, constituían una ofrenda a los dioses por lo cual se los trataba con sumo respeto.

Cargados de simbolismos, se los reverencia como un elemento efímero, filtros de maleficios que. según Wieger, es imperativo destruir luego de haber completado su uso ritual.

“Los perros de paja existían antes que la ofrenda, guardados en cofres envueltos en bellas telas. Luego de la ofrenda al muerto, son quemados porque, si se los utilizara una vez más, cada miembro de la familia del difunto sería atormentado por pesadillas.” La afirmación de Tchuang-tse remite a la consideración de que los perros de paja pertenecen al dominio del chamanismo y la magia.

En el libro fundamental del taoísmo, el Tao Te Ching, se lee:

Cielo y Tierra no reconocen benevolencia
a las cosas tratan cual perros de paja,
El sabio no reconoce benevolencia
al pueblo trata cual perro de paja.

En una de sus acepciones, “perro de paja” designa a una persona interpuesta, un intermediario. ¿Qué quiere decir entonces Lao tse cuando habla de que las cosas tanto como el pueblo no son sino perros de paja?

“En la concepción de esa otra vertiente mística que es el hinduismo, el universo de lo manifestado carece de densidad propia. En verdad el mundo no es sino maya, perro de paja destinado al sacrificio. Nuestros sentidos no aciertan a traspasar ese tejido de ilusión y, por ende, permanecemos alejados de la realidad última, sumidos en la pesadez de nuestra ignorancia. Creemos firmemente en el mundo porque desconocemos que ciertamente es un “fuelle de herrero” que nada verdadero contiene, un espacio virtual que, vacío, está completo en sí mismo.

Como las rosas del poeta, la existencia nace a la mañana para fenecer al ocaso: hombres, sucesos, cosas no son sino pompa vana. El que ha comprendido realmente que todo carece de sustancia no puede sino tratar con serena indiferencia aquello con lo que acierte a tropezar: ¿cómo aferrarse a una burbuja? ¿cómo alentar lo perecedero?”3

[1] WALTER KRICKRICKEBERG,. Religiosn amérindiennes.– París, 1963

2 JAMES FRAZER, La rama dorada, iMéxco, 1931

3 LAO-TSE. Tao Te Ching. Traducción y comentarios de LEONOR CLVERA. Buenos Aires, 1985.

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JOHN DEE: Entre Isabel I de Inglaterra y los ángeles

El Renacimiento se caracterizó, entre otras cosas, por la aparición de personajes notables. Uno de ellos fue John Dee, cuyas actividades abarcaron desde las matemáticas a la magia, desde la cartografía a la navegación, además de su interés por el teatro, la conservación de libros y los mundos no visibles.

Nació Dee en 1527 en el seno de una familia galesa, que había llegado a Londres para la coronación de quien se hizo llamar Enrique VII, esto es Henry Tudor, fundador de la dinastía que llevaría su nombre.

Entre 1535 y 1546 John asistió al Chelmsford Catholic School primero y al St. John’s College de Cambridge después. Muy pronto se destacó por sus cualidades intelectuales, al punto que fue nombrado miembro fundador del Trinity College y, poco después. Invitado por la Universidad de París a disertar sobre álgebra avanzada.

En el Trinity College, de Cambridge, comenzó también su fama de llevar a cabo prácticas ocultas. Poco después de poner en escena una escenificación de La paz de Aristófanes, comenzó a rodearlo una atmósfera enrarecida, tal vez debido a sus estudios sobre Cornelio Agripa y su Filosofía oculta con quien coincidía que ninguna ciencia puede probar la existencia de la divinidad mejor que la magia o la Cábala.

El clima contrario a sus ocupaciones desembocó en 1555 en una acusación combinada; la primera parte era calcular horóscopos para la reina María, la segunda, empeoraba la imputación con los cargos de asesinar niños o dejarlos ciegos mediante operaciones mágicas. Fue tomado prisionero y llevado al Consejo Privado de la Reina donde el cargo se amplió a traición a María. El juicio se llevó a cabo en la Cámara Estrellada donde Dee se representó a sí mismo, logrando su exoneración. Sin embargo, fue puesto al cuidado del obispo católico Edward Bonner para ser sometido a un examen religioso. Cambios de opiniones entre ambos, conversaciones nunca explicitadas fueron tejiendo un fuerte lazo que devino en una mutua y fructífera colaboración que logró ser perdurable.

Sin embargo, ka envidia y la maledicencia lo convirtieron una y otra vez en objeto de ataques y difamaciones. En 1583 una multitud enfurecida saqueó su casa y en 1594 reaparecieron ls viejas acusaciones de practicar magia con fines no santos.

Admirador de los grandes pensadores de todos los tiempos, Dee se presentó ante la reina María I con un detallado plan para preservar los libros antiguos así como manuscritos y archivos. El ambicioso plan se coronaba con la creación de una biblioteca nacional donde se guardarían los tesoros del saber. Infortunadamente, la propuesta no fue aceptada. No obstante, Dee no desistió de su idea y procuró crear en su casa de Mortlake aquello que le había ofrecido al bien público. Con el correr de los años, la biblioteca de Dee, que no cesaba de aumentar, se convirtió en la más grande de Inglaterra así como en un centro de enseñanza que atrajo a estudiosos de diversos países.

I El Imperio Británico

En 1558 sube Isabel I al trono de Inglaterra. John Dee, que le había señalado el día más propicio para su coronación, se convierte en su asesor y consejero en temas astrológicos y científicos. En la década siguiente actúa como consultor respecto a los viajes de descubrimiento de Inglaterra, brindando sus conocimientos técnicos sobre navegación y sus ideas respecto al rol de Inglaterra en la conquista de nuevos territorios. En este sentido, desde 1570 en adelanto publicó diversas obras en las que desarrollaba sus ideas respecto al fortalecimiento económico y politico de Inglaterra, así como su expansión tanto en el Viejo como en el Nuevo Mundo. En uno de sus tratados sintetizó sus ideas con la creación del término Imperio Británico, que debía expandirse tanto en la conquista de territorios como en el afianzamiento político y comercial

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Retrato de John Dee

Su asistencia a la reina Isabel en distintas esferas se puso a prueba en los avatares de lo que se dio en llamar la Armada Invencible. El monarca español Felipe II planeaba enviar desde Portugal y lo que actualmente son los Países Bajos, una flta de barcos para invadir las Islas Británicas. El fin no era anexar las islas sino destituir a Isabel I, a quien se enmarcaba en una larga lista de cargos políticos, e incluso familiares, contra la corona de España.

Isabel, por consejo de Dee, había continuado la renovación de los antiguos buques, dotándolos de un diseño que los hacía más rápidos y con cubiertas de cañones más largas. Este reacondicionamiento los hacía muy efectivos para enfrentar los pesados barcos de transporte españoles. Sin embargo, en una primera acometida la flota de Felipe pareció sacer una enorme ventajas.

John Dee aconsejó esperar ya que, de acuerdo a sus cálculos astrológicos, pronto se iba a desatar un gran temporal. Tal como el sabio lo previó, las turbulencias marítimas hicieron naufragar muchas naves españoles en tanto las ligeras embarcaciones inglesas pudieron maniobrar con prontitud y así ponerse a salvo. De los 122 barcos que habían alcanzado el Canal de la Mancha, se perdió más de un tercio, lo cual determinó que el duque de Medina-Sidonia, que los comandaba, determinara el regreso del resto de la flota a España sin coronar su misión de derrotar a las fuerzas inglesas.

II El mago

En paralelo a sus trabajos de asesoramiento a la Corona inglesa, Dee continuó sus estudios de la naturaleza tanto como las inquisiciones sobre los mundos espirituales. En una simbiosis propia, muy a tono con las búsquedas de esos tiempos, buscó fabricar criaturas articuladas con el vago anhelo de recrear las condiciones de la vida, sujetas a parámetros geométrico. Matemáticos.

A su entender, las matemáticas ejercían asimismo una enorme influencia en las artes y ls ciencias tanto exotéricas como esotéricas y así lo expresó en su Prefacio a Los elementos de Euclides, obra que tuvo una enorme repercusión fuera de los ámbitos académicos.

No menor repercusión había tenido otra obra escrita por Dee en 1564 cuyo título era Monas Hieroglyphica -La mónada jeroglífica- en la cual se detenía largamente en la interpretación de un glifo de su propio diseño. Las explicaciones, atravesadas por el pensamiento cabalístico, iban en el sentido de expresar la unidad mística de toda la creación.[1]

A pesar de toda su tarea mundana y espiritual, Dee no estaba satisfecho con sus progresos en el desciframiento de los secretos de la naturaleza. En 1582 conoció a Edward Kelly2 quien lo impresionó profundamente por sus talentos, siendo la adivinación el más destacado. Dee tomó a Kelly a su servicio, poniendo odos sus afanes en el contacto con lo sobrenatural. Previamente había empleado métodos como la bola de cristal, sin resultados apreciables.

Bajo la dirección de Dee ambos se sometían a ayunos, purificaciones y un estricto régimen de oraciones antes de celebrar las conferencias espirituales en las que Kelly actuaba como intérprete entre el mundo visible y el mundo de los ángeles.

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En esas comunicaciones, los ángeles le fueron transmitiendo ideas muy sorprendentes para los cánones del siglo XVI; por ejemplo, el abandono de la moral tradicional por un hedonismo sin barreras. Pero la enseñanza más notable que le transmitieron fue la de un sistema de magia especial: el lenguaje enoquiano.

III Los elementos enoquianos   

Enoc3 es un personaje sumamente controvertido. En el Antiguo Testamento se enumera hasta tres Enoc distintos, en tanto que los griegos lo asimilaron a Hermes Trismegisto. Al igual que Hermes, Enoc fue «el primero entre los hombres que nacen en la Tierra que aprendió la escritura, el conocimiento y la sabiduría», según señala el apócrifo Libro de los Jubileos.

De los diversos textos se desprende que la tarea de Enoc fue la de observar la conducta de la especie humana e informar sobre sus progresos. El eje principal era que los ángeles ya no se unieran a las hijas de los hombres, tal como había ocurrido. Enoc y quienes lo acompañaban -los Vigilantes- tenían asimismo orden expresa de la divinidad de no interferir en la evolución humana. Sin embargo, optaron por desafiar las directrices recibidas y entregar a la raza human toda la riqueza de su conocimiento. Así les revelaron el arte de construir ciudades, los signos del cielo para que pudieran conocer las estaciones y discernir su futuro así como los libros y la escritura. El intertestamentario Libro de Enoc sostiene, sin embargo, una visión apocalítica del porvenir, anunciando la derrota futura “de los opresores y reyes de la tierra”

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El alfabeto enoquiano

En las comunicaciones -llamadas también “acciones”- de John Dee con entidades no visibles, Enoc ocupó un lugar descollante. Fue este ángel quien lo introdujo en algunos de los arcanos de acá, de allá y del más allá, A ese fin le facilitó un sistema de magia, en extremo complicado, compuesto de cinco elementos básicos:

a) un alfabeto enoquiano de veintiuna letras.
b) diecinueve “llaves” o “llamadas” esto es, invocaciones en lenguaje enoquiano.
c) traducciones de las invocaciones
d) diversos conocimientos ocultos.
e) más de cien cuadrados de letras, compuestos hasta por dos mil cuatrocientos un caracteres, con instrucciones precisas para su uso.

El lenguaje enoquiano no constituía una jerga disparatada sino que era un verdadero idioma con gramática y sintaxis propia. Hubo quienes opinaron que se trataba de una versión del lenguaje de la desaparecida Atlántida.

Munido del valioso instrumento enoquiano, Dee y Kelly partieron para el Continente donde, durante seis años, dieron conferencias espirituales, rigurosamente registradas por Dee. Tras una confusa orden de los ángeles, transmitida por Kelly, de que ambos debían compartir sus esposas, la relación entre ambos llegó a su fin y Dee volvió a Inglaterra.

En Mortlake encontró que su su valiosa biblioteca había sido saqueada y que se hallaba casi en ruinas. Luego de un período como director del Christ`s Collage de Manchester, acabó sus días en su lar natal a finales de 1608 o comienzos de 1609.

Sus comunicaciones espirituales, y el método que empleó, permanecieron largo tiempo en el olvido. Siglos después sirvió de inspiración a rosacruces y alquimistas tanto como a magos y literatos.

[1] Hay quienes sostienen que el código 007, usado para referirse a James Bond, es una derivación del glifo de Dee.
2 En ese entonces respondía al nombre de Edward Tallvot.
3 La palabra admite distintas grafías: Enoc, Enoch o Henoch

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EL ZEN Y LA CEREMONIA DEL TE

Las expresiones artísticas quizá sean el mejor testimonio del alma de un pueblo. Allí aparecen reflejados los usos y prácticas de las gentes tanto como los senderos subjetivos. Gozos y pesares, ambiciones y derrotas, conquistas y pérdidas, glorias y fracasos presentes y pasados van dejando su huella a la par que los sucesos cotidianos, el devenir de la vida pública o las aspiraciones a futuro. Y, junto con ese macizo, o mediante sus partes, se va manifstando una visión particular del mundo. La estructura de ideas y creencias en que necesita apoyarse todo grupo humano.

La cultura japonesa no constituye la excepción a la regla de desnudar su espíritu en el arte. Antes bien, el sentido estético que la alienta se entrelaza de tal modo con su concepción del cosmos que resultan, en cierto modo, indivisibles. Por ende, el horizonte tradicional de las bellas artes –pintura, poesía, música, escultura- se vio enriquecido con el agregado de nuevos campos: la jardinería, la esgrima, la caligrafía, el tiro al blanco con arco y flecha. De ese conjunto expresivo tal vez la manifestación más conocida por los occidentales sea la ceremonia del té.

La ceremonia del té se halla estrechamente emparentada con el budismo Zen. Por consiguiente, para capturar en lo posible lo que verdaderamente acontece durante el transcurso de este ritual, no puede sino hacerse referencia, aunque sea someramente, a los fundamentos del budismo Zen.

Llegado de la India, en China el budismo, a la luz del taoísmo y la doctrina de Confucio, había visto multiplicarse las sectas que desarrollaban diferentes aspectos de las enseñanzas del Ilumunado. Entre ellas, hubo una que tomaría el nombre de Buddharidaya o “Doctrina del corazón de Buda”. Esta denominación escolástica encerraba una práctica de meditación que es, simultáneamente, una nueva percepción del universo y el logro de un estado trascendente, La disciplina que inauguró fue conocida como ch´ana que significó “ realmente una contribución única del genio chino a la historia de la cultura mental y a los japoneses se debió que se mantuviera escrupulosamente el verdadero espíritu del Zen y que se perfeccionara su técnica.”[1]

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El budismo penetró tempranamente en Japón, pero no fue sino hasta el desarrollo del feudalismo, en el siglo XII, que cobró la importancia que habría de mantener hasta la actualidad.

Desde su ingreso en el Imperio, produjo una verdadera revolución. Ante todo, le dio a Japón la unidad de creencias y sentimientos de que había carecido puesto que el shinto vernáculo no tenía un credo especial ni un clero específico. Asimismo, le proporcionó la idea de un salvador personal con la figura de los bodhisattva y la cuasi certeza de la inmortalidad individual.

 La doctrina

Los seguidores ortodoxos del Zen remontan su rigen a un episodio en la vida del Buddha histórico. Se dice que cierto día se hallaba Sakya-muni en el Monte del Buitre predicando ante una asamblea de fieles. En esa ocasión, para explicar el tema, se limitó a levantar ante sus ojos una flor dorada que le había obsequiado uno de sus discípulos laicos. Nada dijo. Permaneció en un silencio que los discípulos no osaban quebrar aunque no comprendían el gesto. Por último. el venerable Mahakasyapa le sonrió al Maestro.

El Iluminado, percibiendo que el anciano había comprendido perfectamente, dijo: “La pitaka2 del Ojo de la Verdadera Ley, que carece de nacimiento y de muerte, forma cierta de lo sin forma y gran misterio de lo que se expresa más allá de las palabras, a ti te la confío ¡oh Mahakasyapa1 Acéptala y pásala a la posteridad.”

Mahakasyapa se convirtió en el primero de una serie de veintiocho patriarcas que se fueron transmitiendo la enseñanza hasta la llegada de Bodhidharma a China. Allí se le agregó la palabra ch’ana -meditación- para señalar ciertas diferencias con otras orientaciones.

Alrededor del siglo XIII el budismo comenzó a perder en China su impulso inicial mientras que en Japón se afianzaba a través, de la secta Soto y la Rinzai, entre otras, donde la palabra ch’ana tomó la forma de zen’na

Las raíces búdicas, extendiéndose en miles de floraciones, conservaron el vigor que le prestara el Buda Sakyamuni. La fuerza y el peso de la tradición avalaron las cuatro propuestas aportadas por Bodhidharma: 1) Transmisión especial del conocimiento fuera de las Escrituras: 2) No dependencia de las palabras o la letra escrita: 3) Señalamiento directo al alma del ser humano: 4) Comprensión de nuestra naturaleza.

El propósito de estos cimientos establecidos por Bodhidharma -vigésimo octavo patriarca indio y primero de la China- se pretendía llegar a la abolición de los opuestos en el Gran Vacío. Este salto de la mente hacia un estado allende la lógica y la bipolaridad, , hubo de recibir el nombre de satori. Experiencia mística liberadora, el satori que pertenece, en rigor, al territorio de lo inefable, configura la adquisición de “un nuevo punto de vista para observar dentro de la esencia de las cosas”. Vale decir, se trata de un estado, por lo general fugaz, que ilumina al ser y la conciencia, fusionándolos en la gran unidad de todo lo creado y lo no visible.

“Un día sin trabajo es un día sin comida”, afirmaba rotundamente el maestro de Zen Hyakujo y cierta vez completó el principio al agregar: “sin trabajo no hay vida”, tras lo cual se negó a comer porque no le permitían trabajar. La afirmación de Hyakujo va en el mismo sentido que las de otros Patriarcas, tales como “la vida es la enseñanza”, “ir, estar, sentarse o recostarse constituyen la enseñanza sagrada”. Todas ellas contienen los gérmenes de aplicación a la existencia cotidiana de los ideales Zen.

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Nada importan los conceptos o la abstracción: lo que interesa es ponerse en relación directa con lo existente. La doctrina sin experiencia nada vale: es letra muerta, cuerpo exngüe. Aun cuando el Zen se valga de los koan -frases en apariencia in inteligibles- y los mondo –preguntas que requieren respuestas únicas- al momento de transmitir el conocimiento no cesa de recordar que ambos no son sino meros instrumentos para arrancar la mente de la esfera binaria en que se halla atascada. Porque el Zen no depende de lo verbal sino que señala directamente al alma mediante la práctica de los hechos. Por eso los métodos de enseñarlos pueden parecer tan excéntricos como los garrotazos que los maestros suelen descargar sobre la espalda de los discípulos. Tod vale para descorrer la hsin, el velo personal que nos oculta la Esencia. de la mente y nos impide conocer nuestra verdadera naturaleza trascendente.

La práctica del Zen procura separar la mente del neófito de su adherencia a las leyes superficiales de lo cotidiano, introduciéndola luego en la esfera de la no mente. “Vivimos en un mundo de discriminación: el satori no-discriminación, de la dualidad que se convierte en unidad, aunque siga siendo vista como doble.”3

Una anécdota Zen aclara qué significa la percepción dual unificada diciendo que, antes de la experiencia trascendental, los árboles son árboles y los ríos, ríos. Durante el tránsito de la experiencia, los árboles son ríos y los ríos, árboles. Al final, las cosas vuelven a ocupar sus lugares corrientes, siendo los árboles nuevamente árboles y los ríos, ríos. Lo que ha variado es el enfoque: se ha podido llegar a la unidad primordial, se ha podido percibir la igualdad de todo, de modo que se alcanza a reconocer la misma sustancia en cada cosa y cada ser cuando se torna a descender al mundo de los opuestos.

La incorporación de la perspectiva Zen permite continuar sosteniendo la singularidad pero siendo, a la vez, parte de cuanto rodea a la criatura humana. El sabio Shih-shuang decía: “Los cuatro elementos y los cinco agregados (que componen la personalidad) ya no se sienten como cargas; es que está tan liviano, cómodo y libre…Tu existencia misma se liberó de todas las limitaciones; te tornaste abierto, ligero y transparente. Logras una intuición iluminadora dentro de la naturaleza misma de las cosas que es el rostr original de tu ser.” Lo manifestado traspasa lo manifiesto y se torna uno con los otros “rostros originales”, esto es, con aquello que todavía no ha adquirido el rostro último.

Sabi, wab, shibumi: tres grafías para expresar la clave del Zen; pobreza, despojamiento, soledad. Desposeerse de lo superfluo para advenir a lo esencial. Soledad que no es sino una entrada a la apreciación del misterio de lo absoluto. El arte japonés habría de recoger extensamente el ideal Zen de no posesión, poniendo en acto la interacción entre lo interno y lo exterior.

Afirma Laurence Binyon, que en el Zen “todo el énfasis recae en la vida interior y la comunicación de las ideas se reduce a sus formas más simples y desnudas. La magia verbal de los haiku, la pintura sumiye la asimetría de los jardines casi vacíos, la decoración de las casas, la elegancia de la vestimenta, el “camino de las flores” del ikebana traducen los ideales Zen y los completan con su belleza.

Por la aguda profundidad que encierra su sencillez, la ceremonia del té reviste particular atracción y significado entre las múltiples formas de aplicación del Zen.

La puesta en acto

El maestro Hisamatu Shib’ ichi hizo elevar a siete los caracteres del arte Zen. Estos son: asimetría, simplicidad, austeridad, sutileza, libertad absoluta, serenidad y naturalidad. Ninguno de ellos está ausente en la ceremonia del té. Allí una flor silvestre en un vaso, una pintura, el ruido del agua que hierve o el té deslizándose en las tazas cobranuna hondura reveladora. Bada debe interferir en esta “adoración de la belleza en los actos cotidianos”, como la define Okakuro Kakuzo. Y así debe ser porque lo que se procura valorar no son los conceptos, símbolos o representaciones sino los hechos mismos de la experiencia.

Todo el aparato que rodea al simple hecho de beber té en compañía habla del gusto por la regulación de los actos que los japoneses heredaron de los chinos. No obstante, su valor no se limita a revivir un gesto codificado desde centurias atrás. Por el contrario, apunta a aprehender la instantaneidad del presente, a borrar las diferencias del ayer, hoy y mañana que erige la razón dualista. El objetivo El objetivo es lograr que la conciencia repose en la no-mente de un aquí y ahora perpetuo.

La secuencia de la ceremonia, aunque pre-ordenada, deja lugar a la sugestión. Si así no fuese, no habría libertad, no habría misterio a develar y la mente no lograría sortear los condicionamientos espacio-temporales. En cambio, lo que se busca con la materialización de la ceremonia concreta es que desaparezca precisamente toda barrera y la mente pueda descansar en el vacío de la pura abstracción.

A través de los ademanes medidos y el manipuleo sereno de los objetos, el celebrante logra que se vayan diluyendo los tres fuegos del odio ,la lujuria y la ilusión. Así, cumpliendo exacta y ordenadamente los distintos pasos de ese ritual privado, pacífico y solidario, tal vez la mente logre finalmente captar el estado en que se diluyen las coordenadas de las antítesis. Habrá nacido entonces la conciencia Zen en que “no hay ni yo ni otro” porque cuando se encuentra “la identificación directa sólo podemos decir no-dos”4

Y si acaso los que celebran una ceremonia del té mo alcanzan a llegar al punto de adquirir la iluminación, siempre encontrarán consuelo al pensar que ya es algo “hallar en este mundo de luchas y vanidades, un rincón, por más humilde que sea, donde podemos elevarnos por encima de los límites de la relatividad e incluso tener un vislumbre de la eternidad.”

REFERENCIAS:

1 DAISETZ TEITARO SUZUKI. Introducción al budismo Zen. Buenos aires, 1978. Las citas,sigientes, salvo afirmación en contrario, pertenecen a esta obra.
2 La pitaka es la recopilaciónde las Escrituras budistas.
3 XHRISTMAS HUMPREY. El budismo Zen. Buenos Aires, 1982
4 Estas palabras son de un gatha budista.

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TEMPLARIOS: SIETE SIGLOS DESPUÉS

La historia de los templarios es un complejo entramado de mentiras, tremendas ambiciones personales, falsas acusaciones y, sin lugar a dudas, de búsquedas espirituales. Todo empezó en 1118 o 1119. Tras la Primera Cruzada, nueve caballeros franceses, liderados por Hugo de Payens, fundan la Orden del Temple. Así desde el inicio mismo, la Orden muestra, y a la vez oculta, un plano de misterio, ya que el nueve. según los pitagóricos, es el alfa y el omega, la cifra del hombre, del ser caído, pero también del logro supremo.
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San Bernardo de Claraval le dio el respaldo de su prestigio, que era enorme –al punto que lo llamaban el segundo Papa- a esta orden cuya regla era similar a la de los agustinos. Estos monjes-guerreros, que pelearon con Ricardo Corazón de León, mantenían los caminos limpios de malhechores y asaltantes. Los peregrinos a Tierra Santa, agradecidos, les ofrecían numerosas donaciones. Más tarde les confiaron en guarda sus bienes. A diferencia de las órdenes mendicantes, los templarios terminaron por manejar grandes sumas de dinero. De esta manera se fueron convirtiendo en una suerte de banca que con frecuencia prestaba sus ganancias, incluso a la Iglesia, a intereses relativamente módicos.
Asimismo, emplearon sus riquezas en construir un rosario de castillos y catedrales, estratégicamente ubicadas a lo largo de Portugal, España, Francia, Inglaterra, Alemania, Hungría.

1. Las intrigas

Al ascender al trono Felipe IV se encontró con un tesoro exhausto. Normandía se negaba a pagar el tributo que le habían impuesto y, por otra parte, su país tenía grandes deudas con los templarios adquiridas, entre otros motivos, por el préstamo que su abuelo Luis IX solicitó para pagar su rescate tras ser capturado en la Séptima Cruzada. Asimismo, invertía enormes sumas en su deseo de un Estado fuerte, con el rey concentrando todo el poder
La mirada codiciosa de Felipe “el Hermoso” hubo de posarse entonces sobre estos intrépidos caballeros. Varios factores contribuyeron a que atrajeran la atención real. Se negaron a contribuir al rescate de san Luis, se declararon a favor de Aragón contra la casa de Anjou y se jactaban de haber destronado a Enrique II a la par de recordarle a su sucesor:: “Seréis rey mientras seáis justo.”
La muerte de Bonifacio VIII le permitió a Felipe incidir para que se eligieran papas franceses; primero Benedicto XI y luego Clemente V. La influencia y el poder del monarca, unido a la personalidad maleable de Clemente, hizo que éste obedeciera la orden de retirarse con su corte a Aviñón donde permaneció virtualmente prisionero.

Los viajes a Tierra Santa y las prolongadas estadías en esos territorios permitieron que los templarios se pusieran en contacto con las culturas del Cercano Oriente. Su acervo simbólico, de por sí extenso, se vio enriquecido con los aportes de las cosmovisiones no cristianas. Su contacto con los ismaelitas, su lento abandono de las prácticas guerreras por sendas más espirituales llenaron de sospechas la mente de los poderes constituidos -sin olvidar, por supuesto, la rivalidad que despertaba su manejo inédito del dinero.
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Por otra parte, la Iglesia comenzaba a obsesionarse con la figura del Diablo. Pronto corrieron los rumores de que los templarios realizaban extraños rituales de magia, que siempre se aparecía un gato en sus asambleas, que veneraban a ídolos de tres caras y que adoraban a una figura que les proporcionaba grandes riquezas y que se denominaba Bafomet.

En su momento, Clemente presionó para que el Gran Maestre Jacques de Molay aceptara el proyecto de fusión de las órdenes militares bajo un único rey soltero o viudo (Proyecto Rex Bellator, impulsado por el gran sabio Ramón Llull), La negativa del templario, junto con las acusaciones que circulaban, presagiaba un destino aciago para la Orden.
Felipe, aprovechándose de la debilidad del Sumo Pontífice, se apresuró a transmitirle a Clemente los rumores que corrían sobre las actividades secretas de los templarios. Y, junto con los rumores, llegó el pedido de iniciar una inquisición contra el Temple. Sin embargo, antes de que comenzara el proceso, Felipe, aconsejado por su ministro, Guillermo de Nogaret, dio orden de arrestar a todos los templarios.
“El 12 de octubre de 1307, a la salida de los funerales de la condesa de Valois, Jacques de Moley, gran Maestre de la Orden, junto con su séquito, fueron apresados y encarcelados, al tiempo que se ponía el sello real en sus bienes, so pretexto de la inquisición.
Felipe acusó a los templarios de varios delitos, entre otros, negar a Cristo y escupir sobre la cruz, practicar magia negra, estar en contacto con los musulmanes, adorar a un ídolo llamado bafomet al que le besaban el trasero, y practicar la sodomía y la homosexualidad.
Monjes y prelados de probada fidelidad al rey convencieron a Clemente de que debían ser juzgados por la Inquisición El tribunal eclesiástico recurrió a la tortura para obtener las declaraciones que probaran la culpabilidad de los templarios: se les arrancaron los dientes, se les colgaron grandes pesos en los genitales, no les daban de comer, se los suspendía durante largo tiempo de las muñecas, se los mantenía con fuego bajo los pies. Varios murieron, otros se suicidaron y una gran cantidad se confesó culpable. Estas confesiones quebraron la frágil resistencia que oponía Clemente para ordenar un proceso contra la Orden en todo el mundo. Mediante la bula Faces misericordiam de agosto de 1308, ordenó formar comisiones presididas por el obispo y seis monjes para efectuar las investigaciones. Mientras el escándalo cundía en toda Francia, sin esperar el resultado de los procesos, los templarios fueron llevados a la hoguera.

La Orden fue abolida en 1312, junto con el reparto de sus bienes. Por la bula Ad providam Clemente V se los otorgó a los caballeros de San Juan de Jerusalén: sin embargo, Felipe también obtuvo importantes beneficios: no sólo no devolvió el dinero que le debía al Temple alegando que los cánones prohibían pagar deudas a los herejes sino que se presentó como acreedor de grandes sumas que hubieron de pagarle los sanjuanistas.”
Digamos, de paso, que el insaciable Felipe el Hermoso confiscó asimismo los bienes de los judíos a quienes expulsó de sus dominios en un número cercano a las cien mil personas.
En cuanto a los cuatro máximos dirigentes, con Jacques de Molay a la cabeza luego de ser tomados prisioneros fueron sometidos, como los demás, a torturas innumerables. El Gran Maestre se confesó culpable de los cargos que le imputaban. La lectura de la sentencia fue llevada a cabo delante de la catedral Notre Dame de París en marzo de 1314.
A pesar de que se prometía sólo la cárcel a perpetuidad a quienes se declararan culpables o arrepentidos, el veredicto final fue sentenciarlo a la hoguera.

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Ante los delegados pontificios que leían la lista de sus crímenes, de Molay recuperó el coraje e interrumpió a los delegados pontificios que leían la lista de sus crímenes para exclamar: “¡Nos consideramos culpables, pero no de los delitos que se nos imputan, sino de nuestra cobardía al haber cometido la infamia de traicionar al Temple por salvar nuestras miserables vidas!” Ese mismo día, de la Candelaria, 18 de marzo de 11314, se alzó al atardecer una enorme pira en la Isla de los Judíos.
Atado a la estaca y poco antes de ser consumido por las llamas de Molay lanzó esta maldición: ‘Dios sabe que se nos ha traído al umbral de la muerte con gran injusticia. No tardará en venir una inmensa calamidad para aquellos que nos han condenado sin respetar la auténtica justicia. Dios se encargará de tomar represalias por nuestra muerte. Yo pereceré con esta seguridad.’ Antes que transcurriera un año se cumplió la profecía con la muerte de Felipe IV y Clemente V. “

Los templarios nunca desaparecieron por completo sino que continuaron reuniéndose en la clandestinidad para explorar nuevas y viejas sendas espirituales. Seguros y poderosos, tal como la semilla duerme en la tierra hasta volver a germinar, los templarios volvieron a surgir de la oscuridad en un inédito florecimiento.
Ante su creciente influencia, la Iglesia, mediante ese juego fascinante y terrible, pero nada ingenuo, entre la memoria y el olvido, la Iglesia ha vuelto sobre sus pasos. . Si bien no reconoce su propia responsabilidad, en los juicios llevados a cabo siete siglos atrás, al menos reivindica a los templarios y sus prácticas e ideas sosteniendo que no constituían una herejía.
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Mediante los responsables del Archivo Vaticano, la Iglesia publica el 25 de octubre de 2007 el documento Processus contra Templarios que establece, entre otros puntos, que el papa Clemente V no estaba convencido de la culpabilidad de la orden, que ésta nunca fue condenada sino disuelta, que el papa no consideraba que los templarios fueran herejes, que Jacques de Molay y el resto de los templarios arrestados, fueron absueltos por el Santo Padre luego de ser ajusticiados o quemados vivos y que, en definitiva, el proceso y martirio de templarios fue un “sacrificio” para evitar un cisma en la Iglesia católica, que no compartía las acusaciones del Rey de Francia, y muy especialmente. de la Iglesia francesa.
¿ Habrá entonces alguna esperanza de que llegue el momento histórico en que la Iglesia reconozca otras graves equivocaciones, especialmente la terrible y despiadada persecución efectuada durante siglos contra el género mujer en la persona de las mal llamadas brujas ?

4 comentarios en “Acerca de los elefantes

  1. Michas gracias Leonor Calvera por esta clase de artículos. Espero que continúes con el tema, especialmente con los acontecimientos históricos hasta llegar a nuestros días.

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